sábado, 27 de noviembre de 2010

Contradicciones obligadas

Contradicciones Obligadas

“En mis manos te traigo
viejas señales
son mis manos de ahora
no las de antes”
Mario Benedetti


Ayer, nuestra Presidente, en la cumbre de Guyana, hizo una apologética descripción de su marido muerto, mientras agradecía a sus colegas latinoamericanos el homenaje que acababan de tributarle.

Tal vez por ese instinto de auto-preservación que los políticos tienen tan desarrollado, los discursos de quienes la antecedieron cantaron loas a un personaje que, seguramente, tenía más de una moneda para pagar los favores del can cerbero. Hablaron de las inexistentes virtudes de alguien que, mientras estuvo en la Tierra, consiguió convertirse en un inventario viviente de los peores pecados de la política, interna y externa.

Sin embargo, la cota más alta de ese patético disparate estuvo a cargo, precisamente, de su viuda. Doña Cristina recordó a don Néstor como el más honesto de sus contemporáneos, justo en la semana en que las computadoras de algunos de sus testaferros e intermediarios están exhibiendo ante el mundo la matriz de descarada corrupción sobre la que se apoyó todo el tránsito de Kirchner y de su mujer, de usureros en Santa Cruz a sucesivos presidentes de la Nación.

El discurso de la señora disparó en mi cerebro algunas preguntas que indican que el Gobierno está obligado, por las extrañas mutaciones que la muerte produce en nuestros pueblos, tan españoles y tan italianos, a incurrir en flagrantes contradicciones.

Hace unos días, trascendieron los resultados de una encuesta realizada por Poliarquía que, por no haber sido contratada por el Gobierno sino por uno de los periódicos que integran el “eje del mal” opositor, fue vista como indubitable; que el oficialismo se ocupara, luego, de difundirla hasta la exasperación fue nada más que una expresión de alegría por los números resultantes.

Pero accédase a ella (la pongo a disposición de quien lo solicite) y se podrá entender el significado del título de esta nota.

La muerte de Kirchner produjo, amén de mucha espuma aportada a la imagen de doña Cristina, algunos datos curiosos.

Que esa imagen positiva de la Presidente y del Gobierno hayan subido tan vertiginosamente con (y por) el deceso de su marido y jefe, obviamente significa que, al menos ella, está mejor sin él.

La disminución tan marcada –en torno a un 7% en cada caso- en la percepción de la inflación, de la inseguridad, de la corrupción y del desempleo, ¿no significa acaso lo mismo que decir que Kirchner era el responsable de esos terribles flagelos o, como mínimo, que no serán tan graves ahora que murió?

Y ni hablar del acercamiento al Fondo Monetario, cuya revisión de los números de nuestra economía, impuesta por el artículo IV de sus estatutos a todos sus miembros pero resistida hasta el final por Kirchner, ha sido aceptada aunque pretenda disfrazársela como mero asesoramiento estadístico.

La imagen de una mayor institucionalización, prometida como bandera en las elecciones de 2007, que la llevó a la Presidencia pero que nunca fue transformada en real, hoy –a un mes de la muerte de don Néstor- vuelve a impulsar a doña Cristina a la cresta de esa ola que parece conducirla a ganar en primera vuelta.

Sin embargo, la forma en que el oficialismo se condujo frente al Congreso en el tema del Presupuesto 2011, habla bien a las claras que no pasa de eso, de una imagen fabricada –como la del velorio- que el tiempo se ocupará de borronear a partir del 1º de marzo.

Discutir en este momento acerca de candidaturas e intenciones de voto de cada político, oficialista, aliado u opositor, es tan conducente como hacerlo respecto al sexo de los ángeles.

La proclamación permanente de una segunda presidencia de doña Cristina, con la que tanto nos agobia por Twitter el “hijo de Jacobo” (¡gracias, Lanata!) aparece, entonces, sólo como una muestra más de la seguridad que buscan las líneas inferiores del Gobierno frente a la posibilidad de volver al desierto político o, aún peor, de ir a la cárcel por corruptos.

Como siempre digo, los argentinos deberíamos dedicar el inminente verano a pensar qué país queremos y, al menos con nuestros votos, cómo lograrlo. Si seguimos con esta actitud esquizofrénica de elegir a legisladores de ochenta partidos distintos, con diversa ideología y diferente historia, y luego pedirles que actúen a consuno, nuestra suerte seguirá en manos de personajes mesiánicos que, en el peor de los casos, además se enriquecerán a nuestra costa.

Y, obviamente, la obligación de nuestros políticos será ofrecernos ideas y plataformas, plasmándolas en declaraciones juradas certificadas notarialmente, para que Dios y la Patria puedan, por fin, demandarlos por incumplimiento.

En resumen, exijamos diariamente –disponemos de miles de medios y de enorme cantidad de tecnologías para hacerlo- que se investigue a fondo todo lo sucedido y se llegue a las tan remanidas “últimas consecuencias” respecto a los casos Skanska, fondos de Santa Cruz, el escandaloso enriquecimiento de sus funcionarios, Antonini Wilson, los medicamentos “truchos” y los troqueles falsificados, la cocaína de Southern Winds, la sobrefacturación de la obra pública, el saqueo de la ANSES y del Banco Central, la persecución a los jueces, y miles de etcéteras.

Estamos a un tris de perder, otra vez, el tren de la Historia y, con ello, dejar de ser viables como país. El brutal crecimiento de las clases medias en Brasil, China, India y hasta África Subsahariana llevará a que 1.200 millones de pobres quieran consumir más y mejor, sobre todo alimentos. Esos que la Argentina es capaz de producir también más y mejor, pero que exige al país la existencia de reglas claras y seguridad jurídica.

Esa es la demanda que la ciudadanía debe hacer a sus políticos: cuáles son sus ideas al respecto y cómo lo harían si llegaran al poder. El compromiso escrito al que me referí más arriba servirá para confrontar promesas y realidades, y para sacarnos todos la careta. Nuestros hijos y nuestros nietos nos lo están exigiendo.

Bs.As., 27 Nov 10

sábado, 20 de noviembre de 2010

Un incómodo camión

Un incómodo camión

“Pensemos en los millones de indecisos
“que necesitan líderes y, a cambio,
“reciben estafadores”
The Rolling Stones


Que la Ley de Presupuesto no reviste, para el 90% de la población, importancia alguna se comprueba fácilmente cuando se examinan las principales preocupaciones de los argentinos. Sin embargo, y por algo se la llama la “ley de leyes”, su discusión en el Congreso debiera transformarse en el más trascendente acontecimiento del año.

Para poner un ejemplo de fácil comprensión, comparando al Estado con una empresa, se trataría de saber qué hacer con el dinero que entra por la facturación de sus ventas. Hay que decidir si y cuánto se invierte en nuevas máquinas, en publicidad, en incremento de salarios, en nuevas obras o, simplemente, se distribuyen a los socios. ¿Alguien puede imaginarse una compañía en la que sus dueños no opinen sobre estos temas?

Para agravar el cuadro, con esa ley, lisa y llanamente se decide el futuro, al asignarse –al menos, en teoría, puesto que los “superpoderes” y los decretos de necesidad y urgencia permiten al Ejecutivo resolver a su antojo- destino a los ingentes fondos que ingresan al Estado en cada período fiscal. Se establece cuántos fondos irán a educación, cuántos a salud, a infraestructura, a defensa, a justicia y hasta a los subsidios.

Por ello, resulta indispensable que los opositores –por razones más que obvias no los llamo oposición- informen a la sociedad en su conjunto qué significa que el Gobierno haya cerrado el tema, sin permitir que su discusión continúe en la prolongación de las sesiones ordinarias o en la convocatoria a extraordinarias. Sobre todo, cuáles serán las consecuencias para la República y para la democracia.

Entiendo que, por diferentes razones, todos los partidos no oficialistas estarán de acuerdo en este punto, más allá de las diferencias gigantescas que han mostrado en el corto debate y en la reunión de Asuntos Constitucionales.

Es menester contarle a la gente –sí, a ese 90% que no se entera- qué implica que, durante el año 2011, doña Cristina ejerza su función de Presidente, en un año electoral (¿será así?), sentada sobre un comodísimo cojín de casi cien mil millones de pesos al que acomodar a su antojo. Y eso es, exactamente, lo que hará mediante el simple trámite de prorrogar el Presupuesto actual. Y, conociendo la matriz kirchnerista de ejercer el poder, resulta elemental imaginar qué hará con el cojín en cuestión.

Seguramente, porque no lo han hecho en los siete años y medio que llevan encaramados al sillón de la Rosada, no se terminará con la miseria estructural y, ni siquiera, con las muertes por desnutrición, hechos que claman al cielo en un país con capacidad para alimentar a quinientos millones de personas y que, por obra y gracia de la corrupción monstruosa de este gobierno, se ha transformado en un verdadero genocidio.

El Ejecutivo llevó al Congreso un proyecto de Presupuesto totalmente dibujado, que subestimaba la inflación y, consecuentemente, dejaba de contabilizar como ingresos los enormes fondos que, con ese verdadero impuesto a la pobreza (¡malgré Boudou!), se seguirán extrayendo de los magrísimos bolsillos de los que menos tienen para permitir al “aparato” oficial comprar adhesiones y voluntades, como sucedió el miércoles anterior, precisamente cuando se discutía esa Ley.

El esquema comunicacional del Gobierno, debemos reconocerlo, es fantástico; está dirigido, sobre todo, a los jóvenes, los grandes olvidados de los partidos políticos tradicionales. Su excelencia se vio en los fastos del Bicentenario, en el “Fútbol para todos” y, superlativamente, en el velorio del patriarca del “modelo”. Es, precisamente, ese triunfo publicitario el que le permite a doña Cristina disfrutar de las mieles que traen aparejados tanto el crecimiento de su imagen positiva cuanto el de su intención de voto.

Sin embargo, y aquí llegamos a la razón del título de esta nota, en ningún lugar el atractivo del duelo dura para siempre, y en la Argentina es aún más fugaz. Tal vez ese viento de cola personal pueda durarle a la Presidente hasta después del verano pero, con total seguridad, no se extenderá más allá.

Para recapturar el voto de las clases medias urbanas y rurales, ése que la depositó en su cargo en 2007, deberá comenzar a optar, a elegir permanentemente entre caminos diferentes. Y ya no está a su lado su jefe político, que podía mediar entre las diferentes alas del conglomerado denominado Frente para la Victoria.

El principal lastre para las aspiraciones de doña Cristina es, nada menos, que el Secretario General de la CGT y Vicepresidente –en ejercicio de la Presidencia- del pseudo Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires.

Lo es por miles de razones, como se demuestra en la gigantesca imagen negativa con que lo castiga la sociedad en su conjunto, en el rechazo que produce en los barones del Conurbano, a los que extorsiona con la basura, y hasta en sus colegas sindicales, a los que sangra de afiliados cotidianamente.

Contribuyen, por cierto, a la pésima imagen del “hombre del camión” las acciones de sus hijitos que, al frente de Camioneros y de Peajes, consiguen amargar la vida de las empresas y de los ciudadanos y espantar a los pocos inversores que aún tienen a la Argentina en sus mapas.

La Presidente lo sabe, y conoce a la perfección el estado de las tres causas penales que podrían terminar con don Hugo y su mujer jugando al truco con Zanola y la suya tras las rejas. Bonadío, en la causa de los medicamentos “truchos”, Pradas, en la investigación por los asesinatos de la Triple A en Mar del Plata, y hasta el mismísimo Oyarbide, por la falsificación de los troqueles para estafar al Estado, se están acercando cada día más a Moyano.

Y, en algún momento del año próximo, doña Cristina deberá ejercer una opción de hierro: o se aferra a Moyano para intentar controlar al partido y a los díscolos, o deja que los procesos judiciales sigan su cauce, sin interferir en la balanza ni corregir la ceguera de la Justicia.

Incómoda situación, por cierto. Más difícil que matar un chancho a besos. Si elige el primero de los caminos y se compra ese collar de melones que significará don Hugo para las aspiraciones políticas de la primera magistrada, perderá inexorablemente ese voto de las clases medias y, también, los de la izquierda contestataria.

Si decide observar desde la platea cómo los jueces convierten en inviable la libertad de Moyano, deberá prepararse para enfrentar todos los desastres que el camionero, sus hijitos y sus adláteres desencadenarán para evitarlo.

Tal vez, este proceso pueda comenzar a acelerarse si continúa la investigación por el militante del PO, Ferreyra, sobre la Unión Ferroviaria y su Secretario General. La pauta la dará, con certeza, la conducta de Moyano frente a ello: ¿hará el mismo silencio con que acompañó el ingreso de Zanola a la cárcel?

Para concluir, permítaseme conmemorar el aniversario de la Batalla de Obligado con palabras de Leopoldo Lugones: ”Europa volvió a anudar los cabos rotos de "sus recolonizaciones fracasadas, y fue el moverse las escuadras sobre los "mares, y el agruparse los traidores sobre la tierra. Brevemente: Rosas … hizo "pelear a su pueblo, y batiéndose –ambidextro formidable- con un brazo contra la "traición que ponía en venta la propia tierra por envidia de él, y con el otro "contra la invasión que venía a saquear en tierra extraña, echó a la tempestad "riendas de hierro que manejó con sus puños de hierro de gran jinete de pueblos "y de potros. Y por segunda vez se salvó la independencia de América”.

Bs.As., 20 Nov 10

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Sólo nombres, no hombres

Sólo nombres, no hombres


“No nos maravillemos. Después de la agonía
“el hado o el azar (que son la misma cosa)
“depara a cada cual esa suerte curiosa
“de ser ecos o formas que mueren cada día”
Jorge Luis Borges


La penosa imagen que están dando los opositores en estos días, sólo emulada por la chapucería con que los herederos de don Néstor se mueven en la arena política, es la expresión más acabada de la decadencia.

A fuer de ser honestos, algo debe tener que ver Europa –ese continente del cual tanto tiempo nos sentimos parte- con nuestra realidad cotidiana, toda vez que Rodríguez Zapatero, Sarkozy o Berlusconi tampoco pueden ser considerados como íconos de una cultura política mejor o, al menos, imitable.

El Gobierno, tal como nos informó Poliarquía esta semana, en su encuesta mensual, ha aprovechado muy bien la muerte de su numen, y la Presidente, con su congoja, no ha hecho más que arrimar voluntades favorables a un proceso político que, hace tres semanas, se encontraba al borde de la más absoluta derrota.

La imagen positiva de doña Cristina ya ronda el 57% -subió 21 puntos porcentuales desde la muerte de su marido-, frente a líderes de la oposición que, en ningún caso, superan el 44% de Alfonsín. La aprobación de la gestión presidencial subió 22 puntos (es ahora 67%).

Hasta el momento de su muerte, tanto don Néstor como doña Cristina tenían, sumados, 23% de intención de voto (13 y 10, respectivamente); ahora, con Kirchner muerto, 35% dice estar dispuesto a votar a su viuda.

Pero los datos más curiosos que nos aporta hoy el informe antedicho surgen de la visión retrospectiva de los argentinos.

Que el 42% de nuestros compatriotas piense hoy que la situación del país es positiva –frente a un 28% que opinaba lo mismo con don Néstor vivo- es menos original, si cabe, que decir que, mirando para atrás, 17% más que en octubre piensan el panorama mejoró. Hoy, en casi el 60% de nosotros, predomina el optimismo.

Siempre en comparación con octubre, un 7% más cree que su economía personal mejoró.

Pero donde la idiosincrasia nacional y, sobre todo, esa aura que rodea la muerte de las figuras, llega al absurdo se confirma cuando se descubre que, entre los problemas que nos afligen, consideramos que redujeron su importancia la inflación (3 puntos menos que en octubre), la pobreza (12 puntos menos), la corrupción (9 puntos menos), el desempleo (7), los bajos salarios (7), la crisis energética (6) y los servicios públicos (6); sólo la inseguridad mantuvo su nivel.

Obviamente, todo ello no es cierto, ya que el Gobierno no ha cambiado absolutamente nada en el escenario post fallecimiento de don Néstor. El mérito, entonces, corresponde a la forma en que fue montado y transmitido el velorio del ex Presidente y en la imagen de dolor que las últimas apariciones públicas de doña Cristina trasuntan.

Frente a ese marketing oficialista, la sensación que se difunde desde el arco opositor es similar al que presentaba la costa de Indonesia después del tsunami de 2004.

Resulta claro, hoy, que gran parte de la argamasa que unía los diferentes ladrillos era, precisamente, don Néstor. Desaparecido éste, muchos políticos perdieron el eje del discurso y hasta su razón de ser opositores, y afloraron las divisiones, entre las cuales no es menor, al menos por ahora, cómo pararse frente a la viudez de la Presidente.

Otra vez, como tantas veces ocurrió desde el 25 de mayo de 2003, algunos de los políticos argentinos privilegian utilizar las reglas del marqués de Queensberry en su pelea con el Gobierno, mientras que éste se sube al ring con las normas –o la falta de ellas- de la lucha libre. El kirchnerismo lo sabe, y se sigue aprovechando de ello.

Difícilmente el episodio del debate presupuestario, y sus anomalías, llegue a mayores y, desde mi punto de vista, las únicas novedades esperables provendrán de las causas judiciales que, lenta pero inexorablemente, parecen cernirse como buitres sobre Hugo Moyano. La reacción, propia y de sus adláteres, en caso de que las complicaciones se agudicen, hoy son impredecibles.

Pero volvamos al título de esta nota. Sigo pensando que, por muy triste que resulte, en la danza de los opositores sólo se siguen barajando nombres. Continúan sin aparecer los hombres, aquéllos a los que la Historia y el futuro les exigen enunciar las ideas y los conceptos que tracen el camino que nos permita salir de esta senda de decadencia infinita, de derrumbe como nación.

Quien más, quien menos, todos manifiestan contar con “grupos de trabajo”, con “equipos”, con “think tanks”, pero ninguno ofrece una idea concreta para que pueda ser entendida como un verdadero plan para recuperar la educación, para solucionar el tema de la pobreza estructural, para proveer a la defensa nacional, para terminar con la corrupción, para brindar seguridad, para atraer las inversiones que generen empleos y crecimiento genuino.

Si continuamos de este modo, cuando el viento de cola que la soja ha aportado, como nunca antes, a la gestión kirchnerista reduzca su empuje, o la relación con Brasil cambie de signo, de la mano de una posible devaluación del real, otra vez nos habremos caído del tren. Un tren que nos hubiera debido permitir, con sólo aprovechar este momento fenomenal de la economía global para nuestros intereses, incorporarnos seriamente al crecimiento regional.

Pero, para que eso pueda ser posible, se necesitan instituciones republicanas confiables.

Doña Cristina, como le dije en una carta abierta que le envié hace poco, tiene una oportunidad única de transformarse en la “mejor Presidente”, como tanto le gusta decir.

Debe subirse a la ola de popularidad y beneplácito que le ha traído su reciente pérdida y, simplemente, recrear el país. Dispone del carácter y de los caudales necesarios para hacerlo. Y, sobre todo, del apoyo de todos los argentinos; pues no dudo que, tan pronto inicie ese camino, seremos muchos los que pondremos el hombro.

Si, en cambio, persiste en la rigidez y en la crispación que impuso don Néstor en vida, pronto descubrirá que, también para ella, las mieles fúnebres duran bien poco. Y que el apoyo ganado con lágrimas y sentimentalismos debe ser consolidado y sustentado en acciones que permitan concitar esa adhesión que, cuando se acaben, resultará tan necesaria para su futuro político.

Bs.As., 17 Nov 10

domingo, 7 de noviembre de 2010

Carta abierta a la Presidente de los argentinos

Carta abierta a la señora Presidente de todos los argentinos

“Mi carta, que es feliz pues va a buscaros,
cuenta os dará de la memoria mía”
Ramón de Campoamor



Estimada señora:

Comienzo pidiéndole disculpas por no utilizar el género femenino en una palabra que, como ambos bien sabemos, no lo admite, pero comprenderá que, a mis años, no quiero ni debo contribuir a la destrucción del idioma español, herencia cultural de todos los pueblos de habla hispana.

Una vez dicho esto, pasemos al meollo de la cuestión, es decir, a aquellas cosas y conductas que, por no imaginarlas motu proprio en el futuro inmediato, me parece menester recomendarle.

El huracán de cola que recibe la economía argentina puede transformarse en el punto de inflexión en la pendiente decadente en la que se encuentra nuestro país desde hace décadas, y puede ser Ud. misma la que se ponga a la cabeza de ese cambio de tendencia y, con ello, reciba el agradecimiento y la ponderación de esta generación y de las futuras.

Ambos recordamos, señora, que en vida de su marido –le doy, a título personal, mi más sentido pésame al respecto- le escribí dos cartas similares a ésta, en febrero y en septiembre de 2010, que puede Ud. releer en mi blog (
http://egavogadro.blogspot.com) y en las que le pregunté si no le daban vergüenza una larga lista de episodios y situaciones que habían complicado, innecesariamente, la vida de los argentinos y destruido, sí destruido, las instituciones de la República.

No voy a pedir disculpas por ellas, puesto que sigo pensando exactamente lo mismo que allí dije, pero sería bueno utilizarlas como índice para las cosas que Ud. puede corregir ya mismo en su gobierno. Puedo asegurarle que, si lo hace, ganará las elecciones presidenciales de 2011 sin necesidad de ballotage alguno. Además, señora, obtendrá seguramente la impunidad respecto a todo lo sucedido en el pasado reciente, lo cual no es poca cosa.

Hasta los jóvenes, esos que se vieron en el velorio de su marido, y más allá de las rispideces que produce la temprana edad, la acompañarán tan pronto les explique el porqué de cada una de las medidas. Por supuesto, quedarán al margen muchos grupúsculos, tanto de derechas como de izquierdas, pero no serán significativos a la hora de contar las voluntades.

Pero entremos, de una vez, en tema.

Cuando Ud. fue elegida, una vez que don Néstor la convirtiera en candidata, gran parte de la clase media, especialmente en las localidades del interior, votaron por más democracia, más diálogo, más institucionalidad y, sobre todo, más República. Pues bien, de eso se trata. De que Ud. asuma el papel constitucional de Presidente de todos los argentinos.

Es cierto que no puede resultarle demasiado fácil borrar con el codo lo que su difunto marido escribió con la mano, ya que éste vería desmerecida su gestión y empañada el aura de estadista con que, post mortem, muchos pretenden dotarlo. Pero se trata ahora de Ud. y del futuro del país, y no puede ni debe desperdiciar esta oportunidad que Dios le ha brindado para ser instalada en ese verdadero “Altar de la Patria” que debiera ser, si se retiran de sus muros algunas presencias, el Salón de los Patriotas.

Me parece, de todo punto de vista, impensable que Ud. prefiera, voluntariamente, no ganar el bronce eterno, sobre todo cuando lo tiene al alcance de la mano.

Las medidas a adoptar pueden enumerarse en un simple dodecálogo, pues no es éste el ámbito apto para entrar en demasiados detalles:
1. Permitir y exigir a la Justicia ejercer su rol constitucional, con excelencia, con independencia, con rapidez y con eficiencia, dotándola del presupuesto necesario y cambiar, inmediatamente, los representantes oficiales en el Consejo de la Magistratura, para que éste recupere el prestigio y la confiabilidad en la función para la que fue creado.
2. Restaurar y respetar las funciones de todos y cada uno de los organismos de control administrativo, con designaciones de funcionarios que, por su sola presencia, garanticen la buena imagen de esas instituciones, y establecer la auditaría de la labor de éstas en forma permanente por organizaciones independientes.
3. Recuperar el Indec, reincorporando a los profesionales que lo llevaron a ser uno de los organismos más respetados del mundo en su especialidad, para que podamos saber cuántos y cómo somos, como está y como estará nuestra economía, cuántos pobres y cuántos miserables realmente tenemos. Hacer que el Ministerio de Planificación Federal establezca un plan general a diez años vista, y consensuarlo con los principales partidos opositores, para dotarlo del necesario apoyo legislativo y político.
4. Rehacer el Presupuesto 2011, para darle verosimilitud en todos los indicadores económicos, como la inflación y la recaudación, y aumentar significativamente los montos destinados a educación y a salud, y terminar con el uso político y arbitrario de los fondos públicos.
5. Acabar con el ataque sistemático a la libertad de prensa y a los periodistas, y reenviar al Congreso la Ley de Medios para adecuarla a la realidad tecnológica y económica y para establecer plazos que permitan asegurar que no existen intereses de coyuntura en su normativa.
6. Terminar en forma inmediata con los subsidios a las tarifas de la energía y el transporte, y subsidiar directamente a los consumidores, para que quienes los reciben no sean los de más altos ingresos sino los más pobres.
7. Negociar el Club de París y con los acreedores externos que no entraron en los sucesivos canjes, permitir la auditoría del FMI sobre las cuentas nacionales y recuperar para la Argentina los mercados de deuda voluntarios.
8. Establecer un nuevo y digno régimen de coparticipación federal y un nuevo sistema impositivo, más justo y más universal. Terminar con el indiscriminado saqueo a las “cajas” oficiales.
9. Dotar a las inversiones externas directas de la indispensable seguridad jurídica, aún a costa de permitir temporariamente la prórroga de la jurisdicción a tribunales extranjeros.
10. Reprivatizar Aerolíneas Argentinas o, si resultara imposible, subsidiar exclusivamente a los usuarios más pobres, que hoy deben viajar en ómnibus, ya que las tarifas resultan prohibitivas. Con lo que nos cuesta hoy la compañía, el Estado podría tener una flota de pequeños aviones para conectar, en caso necesario, algunas regiones del país.
11. Terminar con la forma actual de soportar económicamente el “Fútbol para todos”, transparentar la gestión de la publicidad oficial y permitir el acceso de todas las voces y todas las tendencias a los medios de comunicación estatales, privilegiando en éstos los contenidos culturales y descartando los meramente comerciales.
12. Desprenderse, inmediatamente, de los funcionarios más emblemáticos del estilo de gobernar vigente, tales como Guillermo Moreno, Aníbal Fernández, Amado Boudou, Héctor Timerman, Ricardo Jaime, sus propios secretarios privados y tantos otros impresentables.

Señora, con una Justicia como la que describo el país recuperará la paz y la tranquilidad, ya que los delincuentes, todos ellos, estarán presos. Se transformará en un arma eficaz para combatir la corrupción, la inseguridad, la droga y habrá Ud. descartado los principales temas de preocupación de sus compatriotas.

Si toma esas medidas, y varias más de detalle, comenzarán a fluir hacia la Argentina las indispensables inversiones extranjeras directas –es decir, con destino a la producción y no a la especulación financiera- y podrá Ud. hacer crecer de inmediato el empleo registrado y, con él, el genuino consumo de la población.

Además, podremos recuperar las reservas de gas y de petróleo que hemos perdido en estos años y tal vez, sólo tal vez, volver a la autosuficiencia en la materia.

Liberar el mercado de energía y soportar las quejas por el natural reacomodamiento de los precios con los valores internacionales podrá traerle algunas desafecciones transitorias pero, si esas medidas vienen acompañadas de las demás que le sugiero, rápidamente serán aceptadas por sus damnificados.

Esta carta ya está siendo demasiado larga y, si Ud. lo quiere y toma este nuevo derrotero, podremos muchos entrar en los detalles menores.

Pero le puedo asegurar, señora, que si adopta estas medidas y estas conductas no solamente habrá ganado un lugar en la Historia grande de la Argentina sino que le serán perdonados muchos de los errores, de los desaciertos y hasta de los actos non sanctos cometidos hasta ahora.

Porque su gobierno y el huracán de cola que está soplando –y seguirá haciéndolo por un tiempo- habrán conseguido cambiar, definitivamente, el destino a la desaparición como país que tantas décadas de decadencia, económica y moral, hoy nos tienen asegurado.

Reflexione, señora. Ud. puede y debe hacerlo, y los argentinos de bien, todos, la acompañaremos.

Que tenga Ud. buenas noches.

Bs.As., 7 Nov 10

jueves, 4 de noviembre de 2010

Sucesos argentinos

Sucesos Argentinos

“Si te pudiera guardar,
ay, pena, pena sin cárcel,
si te pudiera guardar …
tierra abierta faltaría
para tanta muerte mía”
Manuel Benítez Carrasco


Ahora, que el 35% del padrón electoral corresponde a votantes menores a los treinta años, resulta imprescindible explicar que el título de esta nota es de los noticieros que, en ausencia de televisión, se proyectaban en los cines antes de la película. Producidos, en general, por el gobierno de turno, tenían un formato parecido –pero mucho más épico- a los canales “públicos” de hoy, sin por eso llegar a la torpeza de “6, 7, 8”.

Hoy, que ya es de conocimiento general que los deudos y secuaces de Kirchner encomendaron la producción del velorio y del entierro a Javier Grosman, quien tuvo a su cargo, también, la dirección general del desfile alegórico del Bicentenario, las piezas comienzan a encajar en su lugar porque, verdaderamente, el tipo es un genio. Y, además, la lluvia, triste de por sí, lo ayudó mucho a incrementar las lágrimas populares.

Me dice un amigo, versado en las artes televisivas, que hasta la cerrazón del cajón tuvo como objetivo no distraer a las cámaras de la imagen doliente de la Presidente, para transformarla así en el centro natural de la escena.

Consiguió, con su arte, convencer a propios y extraños que una multitud prácticamente infinita había hecho acto de presencia en la Plaza de Mayo para despedir a don Néstor y acompañar a su viuda, cuando ya las inexorables matemáticas hablan de unas cuarenta mil personas en el desfile ante el ataúd y, eventualmente, otras quince mil en la Plaza, bajo las banderas sindicales y políticas.

Esos números –no caigo en la estupidez de negar el auténtico dolor que expresaron muchos de los presentes- son inferiores a los que amontonó Moyano en River, a los que reunió Alfonsín en su paseo final del Congreso a la Recoleta y, por supuesto, a los del propio Perón.

En la medida en que el Gobierno se empeña en hacer creer, urbi et orbe, que se trató de un claro mensaje para “profundizar el modelo”, lo revistió con las características de un acto político, lo cual impone también compararlo con las convocatorias de la UCR y del PJ, en la Avenida 9 de Julio del ’83, cuando ambos partidos, cada cual por su lado, reunieron más de un millón de personas.

A ese “tren de la victoria” se sumó el oficialismo por entero, encabezado por el hijo de Jacobo –genial invento del gordo Lanata- que la misma noche del jueves lanzó la candidatura presidencial de doña Cristina, como una forma de agregar leudante a la masa en cocción.

Pero lo que convierte el show mediático montado en un suceso argentino fue el impacto que tuvo en los opositores. Vimos a líderes que, hasta el día anterior habían tildado a Kirchner de canalla, lamentar su muerte. Que ese triunfo se haya traducido, a una semana de su muerte, en la obtención, por parte del Frente para la Victoria y sus aliados, de un dictamen mayoritario en comisión para el Presupuesto 2011, no es un dato menor.

La Ley de Prepuesto es la madre de todas las leyes que rigen la República, pues en ella se establecen las prioridades que se darán, durante el ejercicio siguiente, al gasto público.

Es decir, si los impuestos que se recaudan y las cajas que se saquean irán a engrosar los bolsillos habituales de las obras públicas faraónicas o a terminar con la desnutrición de los niños misioneros, si deberán invertirse en “Fútbol para Todos” o en subsidiar a Aerolíneas Argentinas o dedicar esos cuantiosos fondos a la construcción de escuelas y hospitales, o a permitir que mi factura de gas sea –como lo fue el último bimestre- de dieciséis centavos ($ 0,16) mientras que mi propia mucama haya debido pagar pesos doscientos ochenta ($ 280.=) por las garrafas que le permitieron contar con el fluido.

También establece cómo se componen los montos recaudados; por ejemplo, si deben excluirse o no los alimentos de primera necesidad del IVA, lo cual permitiría abaratar la canasta familiar de los más pobres, que gastan todos sus ingresos en comida, un 21%. Que esos impuestos, que se cobran a los que menos tienen, vayan a pagar los costos de una universidad pública que es, tal vez, el mayor signo de la decadencia argentina –Alieto Guadagni lo grita en el desierto- y a la cual sus hijos nunca podrán concurrir, debe ser una de las razones que nos lleve a convencernos acerca de la importancia republicana del Presupuesto como instrumento de desarrollo del país.

El otro curioso suceso de esta semana fue el explícito respaldo que obtuvo don Hugo Moyano nada menos que de La Cámpora, esa organización de nuevos “jóvenes idealistas” que quieren hacer retroceder el reloj argentino treinta y seis años, como mínimo. Si bien el hecho puede hacer disminuir la preocupación respecto a un eventual inminente enfrentamiento entre ambas alas del kirchnerismo, el estandarte de la militancia anti-CGT será recogido por otras organizaciones, aún más combativas.

La Presidente no hubiera podido introducir cambios en el Gabinete ni efectuar bruscos golpes de timón en el modo de gobernar aunque hubiera querido, pues ello hubiera implicado negar, públicamente, la pseudo excelencia de don Néstor como conductor. No significa que no lo vaya a hacer más tarde, pero lo dudo.

La Reforma Política, que el finado impuso al “congreso-escribanía” de fines de 2009, está rindiendo sus frutos, y los opositores, que pretenden encolumnarse nada menos que detrás de quince precandidatos, no atinan a responder como lo pide la sociedad, esto es, con proyectos y plataformas concretas.

Sobre la Argentina post-Kirchner se ciernen los mismos negros nubarrones que los que se avizoraban en el horizonte antes de su muerte, y nadie parece tomar conciencia de esa circunstancia.

El huracán de cola que sigue soplando sobre nuestro país continuará por algún tiempo, salvo que el cambio en la composición del Capitolio traiga malas noticias al mundo, y sería un crimen continuado seguir perdiendo esa magnífica oportunidad que, tal vez, no vuelva a repetirse pronto. Los argentinos y, sobre todo, nuestros gobiernos, tendemos a considerar que esta situación durará para siempre y que eso nos permitirá vivir sin esfuerzos por toda la eternidad; obviamente, no será así.

De allí que, si hubiera grandeza entre ellos, los que pretenden ser dirigentes políticos debieran estar sentados trabajando, sin pausa, para elaborar los proyectos verdaderamente estratégicos en materia de educación, salud, seguridad, defensa y justicia que nos permitieran comenzar a ser un país en desarrollo y dejar de ser algo tan decadente que llama la atención del mundo entero. Sobre todo, en la época que el huracán pierda fuerza y deje de soplar para impulsarnos.

Sigo convencido que sólo una fórmula presidencial que reúna al sesenta o setenta por ciento de la población en respaldo, formada por más de un partido político, será capaz de cambiar el rumbo de colisión que lleva el país contra la Historia. Pero, como digo, se necesitará de mucha grandeza para lograrlo.

Tal vez, sólo tal vez, no lo merezcamos.


Bs.As., 4 Nov 10