Preparando el terreno
“Si he perdido la vida, el tiempo,
“todo lo tiré como un anillo al agua.
“Si he perdido la voz en la maleza,
“me queda la palabra.
“Si abrí los ojos para ver el rostro
“puro y terrible de mi patria.
“Si abrí los labios hasta desgarrármelos,
“me queda la palabra”.
Blas de Otero
Desde el jueves pasado se vienen produciendo, desde el Gobierno, hechos que me llevan a pensar que el autogolpe que, en una nota reciente, me preguntaba si era una realidad o una mera fantasía, ha comenzado a prepararse.
El primero de esos sucedidos, como dicen en el campo, fue la negativa cerrada del polifacético y homogéneo –por su cara de piedra- don Anibalito a aceptar una resolución emanada de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, y cuya puesta en práctica intentó, mediante una orden directa a la Policía Federal, un Juez del mismo fuero.
El Fernández que nos queda, sucediendo al anterior en la Jefatura de Gabinete, no tuvo mejor idea que declarar públicamente que la resolución que había dispuesto incumplir era “inconstitucional”. Con ello, se arrogó funciones supra-judiciales, que violan, en forma flagrante, nuestra Constitución Nacional.
Nótese que, pese a lo público de la situación, su superior, la inefable doña Cristina, lo respaldó implícitamente, ya que no mereció el más mínimo comentario en la infinidad de discursos con que nos ha agredido desde entonces, dos de ellos por la cadena nacional de radiodifusión. Con ello, nuestra querida Presidente también cometió un delito dado que, en tanto funcionaria pública, está obligada a denunciar tales hechos.
Pero no terminó allí la payasada oficial. Otro gracioso integrante de la banda del tirano de Olivos, me refiero a Agustín Rossi, casualmente jefe de la bancada del frente kirchnerista para la derrota en Diputados, contribuyó a darle nueva interpretación a este desaguisado; ayer, sin ir más lejos, justificó el veto presidencial a los artículos que prorrogaban la vida de los partidos políticos chicos hasta 2012 con una frase que justificaría hacerle un baño de Constitución: “La última interpretación de la Ley la tiene el Poder Ejecutivo”.
Todos estos episodios no hacen más que agravar la sensación que me llevó a escribir la nota “¿Iguales?”, en la que me preguntaba cuánto de iguales somos ante la ley, como manda la Constitución. Porque, evidentemente, nuestra rojilla Embajadora en Venezuela, cuya lista perdió las elecciones en el gremio de aeronavegantes, donde se produjo el hecho descripto, es más igual que los demás, ¿o no?.
El segundo de estos sucedidos fue la información oficial de las interferencias amenazantes al sistema de comunicación entre el helicóptero oficial que transportaba a la “yegua” o al “pescado” –según nos informó el mismo Fernández sobreviviente- que, ante el descreimiento general, se transformó en un verdadero boomerang sobre el escaso prestigio de los Kirchner. Éstos parecen no saber que, cuando ellos dicen “buen día”, la gente sale con paraguas.
Nadie duda hoy que, simplemente, se trató de una operación del Gobierno para instalar la inseguridad y el riesgo que afectan a la figura presidencial. Sin embargo, ese es uno de los elementos básicos que le permitirían, por ejemplo, decretar el estado de sitio en la Argentina.
El tercero fue el saqueo, dispuesto por decreto de necesidad y urgencia, de las reservas del Banco Central, intangibles para el Gobierno por disposición de la ley, con el declarado fin de pagar los vencimientos de la deuda en 2010.
En un almuerzo al que concurrí ayer, y en el cual disertó Agustín Monteverde, este serio economista estimó el nivel actual de esas reservas en, aproximadamente, US$ 22.000 millones netos -es decir, después de restar al número informado por el Banco Central-, las obligaciones no contabilizadas a las que éste debe hacer frente. Como le creo a mi amigo Agustín y no a Redrado –al cual, además, le auguro poca vida en el elenco oficial- el desfalco dispuesto alcanza al 30% de las verdaderas existencias.
No voy a extenderme sobre las consecuencias financieras y económicas de la decisión adoptada, pues ya se han explayado suficientemente todos los analistas que conozco, pero sí sobre los aspectos políticos de la medida.
Porque, con este verdadero saqueo de dineros que no le pertenecen ni se encuentran bajo la administración de su Chirolita, don Néstor ha dado una muestra acabada de lo que piensa de las instituciones argentinas. Para él, sólo están allí para servir a sus deseos. Mientras mantuvo las mayorías simétricas en el Congreso, por lo menos disfrazaba sus abusos con una pátina de legalidad; hoy, que el favor de la gente lo ha abandonado y no puede obtener ese maquillaje, lo hace de la única manera que conoce y practica: burda, torpe y desembozada.
Aplicó esos mismos modos a través de don Guillermito, ese al que cuida las espaldas un tal “Acero”. Harto de necesitar comunicarse utilizando a su vocero, don Amadito, el señor Secretario de Comercio Interior se dio el lujo de desconocer una resolución emanada de su propia oficina hace dos años y que, por ello, se encuentra firme y ha generado derechos adquiridos. Me refiero, obviamente, a la fusión de Multicanal con Cablevisión, que don Néstor había bendecido cuando Clarín era su amigo íntimo.
Hizo lo propio con la conformación del organismo que reemplazará al COMFER, ya que ignoró la propia Ley de Medios que consiguió sancionar mientras tuvo las mayorías simétricas, disponiendo su integración sin contar con la firma del Vicepresidente de la República, en su función de Presidente del Senado. Este hecho, en particular, dio una muestra palpable de la forma en que Kirchner entiende la praxis política; “vendió” ese proyecto de ley como una manera de democratizar la información, inventando como enemigo al grupo Clarín, que no tenía demasiados defensores en general, para obtener una herramienta fundamental para poner un yugo pesadísimo a la prensa libre, con el ya descarado propósito de amordazarla para transformarla en un instrumento esencial para la conservación del poder.
Espero que, ante esta nueva muestra de la forma en que Kirchner entiende la democracia, los diputados y senadores que, no perteneciendo al oficialismo, levantaron dócilmente sus manos para satisfacer al tirano de Olivos aprendan la lección y comiencen a comportarse, como dice José Enrique Miguens, como adultos políticos.
Para concluir esta reseña, no puedo dejar de referirme a los hechos que se produjeron alrededor de la muerte de la familia Pomar. Porque, si usted se toma el trabajo de usar el programa Google Earth para escudriñar el lugar en que apareció el automóvil accidentado, descubrirá que –en el camino lógico, en el lugar lógico- sólo existen tres formaciones de árboles, por cierto muy pequeñas.
Entonces, el hecho de que la Policía de la Provincia –que, además, había recibido un llamado de un pasajero de un ómnibus que había visto el auto siniestrado- y que sólo debía buscar en esos tres lugares y no lo hizo, sólo puede tener dos explicaciones: está llena de imbéciles ineficientes o, lo que resulta más creíble, decidió no encontrar los restos para generarle a don Danielito, el esclavo de los pantalones bajos, un problema político mayúsculo.
A las mismas conclusiones parece haber llegado el Ministro Stornelli, que ha denunciado a su propia Policía como instigadora de los crímenes que, diariamente, incentivan la “sensación” de inseguridad que padecen los habitantes del Conurbano.
Todos esos episodios no hacen más que adelantar cómo viviremos los argentinos este verano, jaqueados por piqueteros oficialistas y pseudo opositores, por los camioneros de don Huguito amenazando a los jueces que quieran investigar su relación con la mafia de los medicamentos falsificados y, sobre todo, qué hizo con los ingentes fondos que el Gobierno le ha otorgado, a cambio del alquiler de su lealtad.
Porque, hoy, la realidad de nuestro país puede plantearse como un silogismo (¿se acuerdan?). Esa forma de razonamiento, creada por los griegos, podría traducirse así:
Uno: Kirchner sabe –sí, sabe- que no podrá volver a ganar una elección, ni siquiera en la ya lejana Santa Cruz.
Dos: Kirchner sabe –sí sabe- que, cuando pierda el poder, lo esperan la cárcel, el exilio o algo peor.
Ergo, estará obligado a recurrir a cualquier extremo para evitarlo.
Si pensamos, a partir de esa conclusión, que el 1° de marzo se encontrará con un Congreso opositor, ya que el veto al cual me referí más arriba le ha enajenado hasta el favor de los partidos –léase Sabatella, Pino Solanas. Macaluse y hasta Heller- que ven amenazada su existencia, descubriremos que la solución que Kirchner tiene que encontrar tiene plazo cierto.
Porque, conminados por su muerte decretada por doña Cristina, esos partidos chicos, que han acompañado hasta ahora al oficialismo, se verán obligados a votar en contra a los proyectos de un Gobierno que ha decidido destruirlos. Creo que, ahora, el kirchnerismo ni siquiera tendrá forma de usar su “Banelco”.-
Estoy convencido que todos los episodios descriptos en esta nota tienden a crear un clima aún más enrarecido en el país. Las instituciones, simplemente, han dejado de existir en Argentina, y don Néstor se apresta a firmar su certificado de defunción.
Ratifico, entonces, lo que dije cuando Kirchner gritaba desde los micrófonos, antes del 28 de junio, “yo o el caos”. Sostuve, en esa época, que el tirano de Olivos –obedeciendo el apotegma peronista que reza “el que avisa no es traidor”- estaba anoticiando a la sociedad de su voluntad de producir el caos si perdía, tal como sucedió.
Y, una vez generado ese caos, le resultará fácil decretar el estado de sitio y, para cuando venza su período de manos libres –el 1° de marzo- disolver el Congreso y dar su autogolpe.
Tiene la certeza de que tampoco en ese momento reaccionará con fiereza una sociedad que ha demostrado tanta apatía y tanto desinterés; que se conmueve y sale a la calle de su pueblo o localidad a protestar por un crimen concreto, pero no lo hace masivamente para quejarse por los miles de muertos que el negocio de los medicamentos falsificados debe haber producido, mientras las coimas que corrían hacia la campaña de Cristina, (sumadas a las valijas venezolanas), llegadas desde las droguerías que los “truchaban”, certificaban, al menos, la tolerancia oficial hacia ese repugnante crimen.
Todo esto tiene un final abierto, pues lo mismo intentó hacer Fujimori en el Perú hace unos años, y el tiro le salió por la culata. De todos modos, se acercan tiempos muy difíciles para mi querida Argentina, y debemos estar preparados y atentos para cuando lleguen.
Bs.As., 16 Dic 09