Locuras y Peligrosas Canalladas
por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 813)
“La libertad que nosotros les pedimos en nombre de sus
principios, se las negamos a ustedes en nombre de los nuestros”.
Louis Veuillot
Si hay un área en el cual se ponen claramente de
manifiesto la demencia y la baja catadura moral de este gobierno formalmente a
cargo de un MemePresidente, aunque no la única, es en el de las relaciones
exteriores. Después de la pésima gestión a cargo de Felipe Solá, eyectado de su
cargo mientras realizaba un viaje oficial al extranjero, Alberto Fernández,
como en tantos otros campos, eligió a un peor Canciller, el incapaz Santiago
Cafiero, degradado de la Jefatura de Gabinete por la trapera “sugerencia” epistolar
de la mandamás, Cristina Fernández.
El inventario, en
realidad una continuación de la agenda exterior que instauró el kirchnerismo
desde 2003, contiene episodios internacionales marcados por el sesgo populista
y autoritario que caracteriza al “socialismo del siglo XXI”, “ese atraco denominado
revolución chavista” (Laurence Debray), inventada para
esquilmar, en algunos casos hasta la inanición, a los países de América Latina.
Sin ponerse colorado, el Gobierno intervino alevosamente
en la política interna de muchos países y, así, protestó contra Iván Duque
(Colombia) y Sebastián Piñera (Chile) por la represión del vandalismo,
abiertamente respaldó a Andrés Arauz en su perdida batalla electoral contra
Guillermo Lasso (Ecuador), visitó y agasajó a Luiz Inácio Lula da Silva en sus
disputas con Jair Bolsonaro (Brasil), aplaudió en pleno recuento de votos la
victoria de Pedro Castillo (Perú) contra Keiko Fujimori, envió a su Embajador
ante Chile (Rafael Bielsa) a interceder ante la Justicia trasandina a favor del
terrorista Facundo Jones Huala y “toleró” que el ¿diplomático? vejara “a título personal” al candidato más
votado (José Antonio Kast) en la primera vuelta, desconoció a la designada
Presidente Jeanine Añéz (Bolivia) y dio un grosero asilo político al prófugo y
vocinglero Evo Morales, al cual acompañó teatralmente al retornar a su país
luego de la victoria de su partido, MAS, con el cual otro notabilísimo
Embajador kirchnerista, Ariel Basteiro, comparte actos y hasta canta sus
consignas políticas.
Con Uruguay, nunca bajó la tensión que se generó al
transformar el tema de las pasteras en una causa nacional, con Néstor Kirchner
embanderado para respaldar el cierre de los puentes fronterizos, pese a la
afinidad que el Gobierno argentino podía sentir por José Pepe Mujica o Tabaré Vázquez.
En contrapartida, rasgándose las vestiduras e invocando
la no injerencia en los asuntos internos de otro país, se niega a acompañar al
mundo occidental y condenar a los asesinos probados que gobiernan Cuba,
Nicaragua, Venezuela, Rusia y China; una vez más, el kirchnerismo utiliza su
política exterior para servir a sus intereses internos, tal como hiciera en su
momento con los organismos de derechos humanos tuertos y venales.
Muchas veces imaginé el rechazo de Cristina Fernández a todo
arreglo con el FMI, ya que debería asumir un alto costo en términos de capital
simbólico. Hoy son el ex terrorista Gerardo Ferreyra, dueño de
Electroingeniería (de inexplicable crecimiento durante la “década saqueada” y
socia de los chinos en las represas de Santa Cruz) y Luis D’Elia, quienes ponen
esa teoría sobre la mesa: romper la morosa negociación con el Fondo (la misma
conducta que tan onerosa nos resultó en la negociación con los holdouts) y requerir un improbable auxilio
financiero a Rusia, Irán y China que, claro, exigiría la concesión de otra base
militar, en Tierra del Fuego.
Donde más peligrosas resultan las canalladas de la
asociación ilícita que nos gobierna es en escenarios más locales: justificadamente
aúlla en los ámbitos internacionales contra Gran Bretaña por la ocupación de
las islas Malvinas pero, a la vez, sus organismos oficiales respaldan, y hasta
arman, (y estamos frente a enfrentamientos con los pobladores genuinos, que han
causado muertes) como se vio recientemente en Río Negro, a los terroristas
maputruchos que, asociados a sus cómplices del sur chileno, reclaman la
Patagonia como “tierra ancestral” y, sobre ese dislate, pretenden la
independencia y desconocen a los Estados nacionales afectados. El ERP tuvo
idéntico propósito en 1974, cuando inició una guerra en Tucumán, en la cual la
democracia venció con el Operativo Independencia.
Tiene razón Cristina Fernández cuando repite hasta el
hartazgo “todo tiene que ver con todo”. La suicida -¿o abierta complicidad?-
política migratoria de la Argentina, aplicada en el primer gobierno
kirchnerista y ratificada ahora, ha transformado nuestras fronteras, desde
siempre laxas, en verdaderos coladores por donde ingresan todo tipo de
delincuentes, en especial miembros de los carteles de la droga colombianos,
peruanos y paraguayos. Se justifica calificarla así ya que en muchos
conurbanos, en los cuales ya reemplazaron al Estado, la violencia vinculada al
narcotráfico azota y mata; basta mirar Rosario y ahora también a Buenos
Aires.
Motorizado por los desaforadas y reiteradas actitudes de los
Fernández² y de Jorge Capitanich contra la prensa libre, un grupo atacó con
bombas incendiarias al grupo Clarín, y otro día un líder sindical fue baleado
en una disputa gremial. Me pregunto, una vez más, si los pirómanos no están
jugando con fuego en un campo tan seco como es hoy nuestro país; ¿estaremos
ante una reedición de los años más trágicos de la Argentina moderna, cuando se
mataron a tiros y bombazos las dos alas extremas del multiforme y heterogéneo “movimiento”?
Bs.As., 27 Nov 21