viernes, 26 de noviembre de 2021

Locuras y Peligrosas Canalladas

 


Locuras y Peligrosas Canalladas

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 813)

 

“La libertad que nosotros les pedimos en nombre de sus

 principios, se las negamos a ustedes en nombre de los nuestros”.

 Louis Veuillot

 

Si hay un área en el cual se ponen claramente de manifiesto la demencia y la baja catadura moral de este gobierno formalmente a cargo de un MemePresidente, aunque no la única, es en el de las relaciones exteriores. Después de la pésima gestión a cargo de Felipe Solá, eyectado de su cargo mientras realizaba un viaje oficial al extranjero, Alberto Fernández, como en tantos otros campos, eligió a un peor Canciller, el incapaz Santiago Cafiero, degradado de la Jefatura de Gabinete por la trapera “sugerencia” epistolar de la mandamás, Cristina Fernández.

 

 El inventario, en realidad una continuación de la agenda exterior que instauró el kirchnerismo desde 2003, contiene episodios internacionales marcados por el sesgo populista y autoritario que caracteriza al “socialismo del siglo XXI”, “ese atraco denominado revolución chavista (Laurence Debray), inventada para esquilmar, en algunos casos hasta la inanición, a los países de América Latina.

 

Sin ponerse colorado, el Gobierno intervino alevosamente en la política interna de muchos países y, así, protestó contra Iván Duque (Colombia) y Sebastián Piñera (Chile) por la represión del vandalismo, abiertamente respaldó a Andrés Arauz en su perdida batalla electoral contra Guillermo Lasso (Ecuador), visitó y agasajó a Luiz Inácio Lula da Silva en sus disputas con Jair Bolsonaro (Brasil), aplaudió en pleno recuento de votos la victoria de Pedro Castillo (Perú) contra Keiko Fujimori, envió a su Embajador ante Chile (Rafael Bielsa) a interceder ante la Justicia trasandina a favor del terrorista Facundo Jones Huala y “toleró” que el ¿diplomático? vejara “a título personal” al candidato más votado (José Antonio Kast) en la primera vuelta, desconoció a la designada Presidente Jeanine Añéz (Bolivia) y dio un grosero asilo político al prófugo y vocinglero Evo Morales, al cual acompañó teatralmente al retornar a su país luego de la victoria de su partido, MAS, con el cual otro notabilísimo Embajador kirchnerista, Ariel Basteiro, comparte actos y hasta canta sus consignas políticas.

                                                                

Con Uruguay, nunca bajó la tensión que se generó al transformar el tema de las pasteras en una causa nacional, con Néstor Kirchner embanderado para respaldar el cierre de los puentes fronterizos, pese a la afinidad que el Gobierno argentino podía sentir por José Pepe Mujica o Tabaré Vázquez.

 

En contrapartida, rasgándose las vestiduras e invocando la no injerencia en los asuntos internos de otro país, se niega a acompañar al mundo occidental y condenar a los asesinos probados que gobiernan Cuba, Nicaragua, Venezuela, Rusia y China; una vez más, el kirchnerismo utiliza su política exterior para servir a sus intereses internos, tal como hiciera en su momento con los organismos de derechos humanos tuertos y venales.

 

Muchas veces imaginé el rechazo de Cristina Fernández a todo arreglo con el FMI, ya que debería asumir un alto costo en términos de capital simbólico. Hoy son el ex terrorista Gerardo Ferreyra, dueño de Electroingeniería (de inexplicable crecimiento durante la “década saqueada” y socia de los chinos en las represas de Santa Cruz) y Luis D’Elia, quienes ponen esa teoría sobre la mesa: romper la morosa negociación con el Fondo (la misma conducta que tan onerosa nos resultó en la negociación con los holdouts) y requerir un improbable auxilio financiero a Rusia, Irán y China que, claro, exigiría la concesión de otra base militar, en Tierra del Fuego.

 

Donde más peligrosas resultan las canalladas de la asociación ilícita que nos gobierna es en escenarios más locales: justificadamente aúlla en los ámbitos internacionales contra Gran Bretaña por la ocupación de las islas Malvinas pero, a la vez, sus organismos oficiales respaldan, y hasta arman, (y estamos frente a enfrentamientos con los pobladores genuinos, que han causado muertes) como se vio recientemente en Río Negro, a los terroristas maputruchos que, asociados a sus cómplices del sur chileno, reclaman la Patagonia como “tierra ancestral” y, sobre ese dislate, pretenden la independencia y desconocen a los Estados nacionales afectados. El ERP tuvo idéntico propósito en 1974, cuando inició una guerra en Tucumán, en la cual la democracia venció con el Operativo Independencia.

 

Tiene razón Cristina Fernández cuando repite hasta el hartazgo “todo tiene que ver con todo”. La suicida -¿o abierta complicidad?- política migratoria de la Argentina, aplicada en el primer gobierno kirchnerista y ratificada ahora, ha transformado nuestras fronteras, desde siempre laxas, en verdaderos coladores por donde ingresan todo tipo de delincuentes, en especial miembros de los carteles de la droga colombianos, peruanos y paraguayos. Se justifica calificarla así ya que en muchos conurbanos, en los cuales ya reemplazaron al Estado, la violencia vinculada al narcotráfico azota y mata; basta mirar Rosario y ahora también a Buenos Aires.  

 

Motorizado por los desaforadas y reiteradas actitudes de los Fernández² y de Jorge Capitanich contra la prensa libre, un grupo atacó con bombas incendiarias al grupo Clarín, y otro día un líder sindical fue baleado en una disputa gremial. Me pregunto, una vez más, si los pirómanos no están jugando con fuego en un campo tan seco como es hoy nuestro país; ¿estaremos ante una reedición de los años más trágicos de la Argentina moderna, cuando se mataron a tiros y bombazos las dos alas extremas del multiforme y heterogéneo “movimiento”?

 

Bs.As., 27 Nov 21

viernes, 19 de noviembre de 2021

Buen resultado, pero complicado futuro

 



 

Buen resultado, pero complicado futuro

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 812)

 

“Si los cerdos pudieran votar, el hombre con el balde de comida siempre sería elegido, no importa cuántos cerdos hubiera sacrificado ya en el recinto de al lado”, Orson Scott Card

 

El domingo, cuando “al kirchnerismo le fue bien donde al país le va mal” (Sergio Berenstein), nos dejó el mejor resultado posible porque alejó la probabilidad de un colapso institucional, puso un fuerte dique a la deriva hacia un socialismo del siglo XXI, mostró que el proyecto de impunidad y autocracia encontrará un límite a partir de diciembre y también, aunque sea raro decirlo, porque el innegable triunfo de la oposición no tuvo la magnitud necesaria como para permitirle más triunfalismo ni incurrir en graves errores políticos, como aquél que proponía quitar al Frente de Todos la Presidencia de la Cámara de Diputados y hacerse así corresponsable del desastre que la gestión de los Fernández² ha provocado.

 

Aún están en revisión las cifras finales del escrutinio oficial y, en algunos casos, la escasa diferencia obtenida en algunas provincias puede modificar la composición de las cámaras, como ya ha sucedido con bancas nacionales por La Rioja y Río Negro; el escaso lapso que media hasta el recambio de legisladores (10 de diciembre), habilita sospechar de las razones del oficialismo para entronizar como Juez electoral de la Provincia de Buenos Aires a Alejo Ramos Padilla y mantener en su cargo a su multi-procesado colega de Mendoza, Walter Bento; ¿se vinculará a las raras celebraciones del perdedor kirchnerismo?

 

La reacción del Gobierno ante la indiscutible derrota electoral (42,38% vs 32,93%), psicóticamente desconocida,  fue convocar a un acto en Plaza de Mayo, pensado para que el MemePresidente adquiriera músculo para independizarse de su mandante, resultó en otro dislate: Alberto Fernández, mientras mentía con denuedo y cargaba contra la oposición, a la cual necesitará con desesperación para evitar una gran catástrofe, la invitaba a un diálogo que nadie sabe sobre qué versaría y, para colmo, ratificó su comunión con las demenciales ideas de Cristina Fernández. Continuó con el envío al Congreso, en un manifiesto atropello institucional, de nada menos que 116 DNU’s para su aprobación antes del recambio legislativo, y con la prórroga por decreto, por otros cuatro años, de la prohibición de desalojar las ocupaciones de tierras ejecutadas por los terroristas pseudo-mapuches.

 

Lamentablemente esta nave de locos que es la democracia argentina que, como todas, debiera caracterizarse por la negociación permanente y cierta confianza entre las fuerzas políticas, aún tiene frente a si un iceberg que puede hundirla y que tiene nombre y apellido: Cristina Fernández. Mientras siga allí, mientras conserve alguna capacidad de mando frente al peronismo y, sea con cartas o ausencias, imponga su voluntad, es imposible llegar a ningún acuerdo; es razonable que así sea, toda vez que el aparato territorial, quizás a disgusto, le permitió conservar el núcleo duro de su clientela –los más pobres y famélicos, capturados con dádivas estatales y amedrentados con quitarles sus estipendios- del Conurbano bonaerense. ¿Aprobará ella un acuerdo con el FMI, que nos evite el default pero nos exija arreglar nuestra economía, a costa de ese capital simbólico?

 

Esto nos lleva, sin escalas, al enorme problema que convertirá en impracticable, tal vez por varias generaciones, nuestra transición desde el defectuoso consorcio (tenemos territorio, administrador y reglamento de copropiedad, que nadie respeta) que hoy somos hasta la nación que decimos soñar, con un cambio profundo en la mentalidad social: 70% de nuestros jóvenes preferirían trabajar en el Estado o emigrar. Todos somos conscientes de la imperiosa necesidad de reducir el gasto público y modificar los regímenes laboral e impositivo, bajar drásticamente la inflación, reconstruir la confianza en las instituciones, recuperar la seguridad jurídica, terminar con la generalizada corrupción, transformar el enorme universo asistencialista en trabajo genuino y bien remunerado, dejar de subsidiar tarifas energéticas y transporte, excluir de las decisiones escolares a los politizados “trabajadores de la educación”, etc..

 

Pero quien intente esas duras correcciones deberá hacerlo en un escenario con 50% de pobreza y miseria, con “organizaciones sociales” que lucran con ellas, con caciques sindicales enriquecidos y lógicamente reacios a ceder sus privilegios, con gobernadores feudales e intendentes eternos, con los mafiosos cristicamporistas enquistados en el aparato estatal y con una ciudadanía individualista y egoísta, colonizada por la ignorancia y el populismo. Ponerle un cascabel a ese gato requerirá de un enorme consenso político que reúna, al menos, un 80% de la representación; o sea, necesariamente acordar con el peronismo republicano y democrático que, además, se está comportando espléndidamente en la preparación de planes para la Argentina y al que ya no se puede, ni se debe, dejar de lado. 

 

Está claro que esas dolorosas reformas son indispensables para salir del pozo en el que estamos hundidos desde hace muchas décadas y en cuyo fondo irracionalmente insistimos en seguir cavando, pero también lo es que, para que sean aceptadas por una sociedad tan enferma, se requerirá de mucha educación y, sobre todo de mucho, mucho tiempo. Pero, si queremos esa Argentina que todos soñamos, debemos comenzar ya mismo a trabajar en ese sentido y olvidar, al menos por un año, la campaña electoral permanente que deriva de los absurdas normas de la Constitución de 1994. Las urgencias socio-económicas son tales que deberían forzar a toda la dirigencia política –y así lo debemos exigir- a dejar de lado sus aspiraciones personales y sus consecuentes -y tan prematuras- rencillas internas para arremangarse y ponerse al hombro la enorme y trascendente tarea de la  anhelada reconstrucción nacional.

 

Bs.As., 20 Nov 21

viernes, 12 de noviembre de 2021

Final y Principio

                                                        



                    Final y Principio

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 811)

 

“Si no peleas para acabar con la corrupción y la

 podredumbre, acabarás formando parte de ella”.

 Joan Baez

 

Mañana iremos a votar en una de las elecciones más cruciales de la historia, porque si el oficialismo se impusiera, el rumbo de colisión se mantendrá con destino al socialismo del siglo XXI y derivaría en un conflicto social, gigantesco y sangriento. Es más probable que sea el día que marque el final del kirchnerismo porque, si los números de las PASO se repiten o se agravan, el lunes el peronismo amanecerá en la puerta del cementerio en el que será sepultada la mariscala de la derrota y, como siempre lo ha hecho, se negará a compartir ese destino.

 

A partir de entonces, y como condición esencial para siquiera considerar cualquier acuerdo político con la oposición, como el que pretende ofrecer Alberto Fernández el lunes mismo, el polifacético movimiento deberá desprenderse definitivamente de la siniestra y poderosa gobernanza de Cristina Fernández, enviándola al arcón de los recuerdos desagradables, y adoptar una conducta democrática y republicana para permitir que una sociedad madura deje de verlo como nefasto por estar encarnado en gobernadores feudales como Gildo Insfrán, Gerardo Zamora, Juan Manzur, Jorge Capitanich, etc.; y es indispensable que lo haga porque nada podrá ser construido ignorando a una porción tan importante (¿30%?) de la ciudadanía.

 

El Congreso al que se incorporarán el 10 de diciembre quienes resulten vencedores este domingo deberá cumplir muchas obligaciones en las que se encuentra en prolongada mora si quiere recuperar el prestigio que ha perdido, al haberse convertido tantas veces en mera reunión de ovejas que corren para obedecer al Ejecutivo, pese a que la Constitución lo instituye en la máxima expresión de la ciudadanía. Esas deudas son enormes, refieren a todos los deberes esenciales del Estado y su incumplimiento impide el desarrollo de la sociedad: educación, salud, defensa nacional, seguridad y justicia; pero también temas como la boleta única electoral, la “ficha limpia” para ser candidato y los códigos penal y procesal penal.

 

Esta semana, el asesinato de Roberto Sabo puso en evidencia el desastre que ha significado la adopción por el Gobierno de las teorías garantistas de Raúl Zaffaroni, que también se vincula directamente con la impunidad que gozan los corruptos. Las inminentes excarcelaciones de José López, el famoso entregador de bolsos en un convento, y de Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, responsables del crimen de Once, se suman a las que ya lograron Amado Boudou, Cristóbal López, Julio de Vido, Luis D’Elía, Roberto Baratta, Carlos Kirchner, Fabián de Souza, Gerardo Ferreyra, Oscar Thomas, Fernando Esteche, César Milani, Lázaro Báez y varios otros y, sobre todo, a las insólitas demoras que los jueces han impuesto a los juicios orales de Cristina Kirchner en todas las causas que la afectan, y en las que tantas pruebas de todo tipo, confesiones incluidas, se han acumulado.

 

Mucho tuvieron que ver los jueces militantes para que ello ocurriera, pero pudieron hacerlo amparándose en los defectuosos códigos procesales, que impiden que las sentencias sean firmes hasta llegar a la Corte Suprema, siempre lenta en resolver. Las convenciones internacionales exigen, con razón, el doble conforme, o sea, que los fallos condenatorios sean revisados por un tribunal superior, pero aquí hemos convertido a la Corte en una tercera instancia. Y a ese tortuoso camino hay que sumarle la cantidad de recursos, valederos o meras chicanas, que interponen los defensores, que agregan mucho tiempo a los ya demorados procesos.

 

La concesión de derechos a quienes tanto han robado (invocando los cursos de ikebana o manualidades que realizaron en prisión) y a los 4.500 asesinos liberados por un supuesto riesgo de contagio, a los inventados mapuches que quieren independizar la Patagonia y son protegidos desde el poder, y a los terroristas de los 70’s que han recibido miles de millones de dólares en indemnizaciones, contrasta claramente con el vengativo trato que reciben 2000 militares por haber combatido al terrorismo. Estos continúan siendo perseguidos por jueces prevaricadores, verdaderos asesinos togados, en juicios amañados y con sentencias previamente escritas que conllevan condenas gravísimas, que los mantienen en prisiones preventivas que superan todo máximo legal, pese a que el promedio supera los 77 años y muchos están enfermos; diariamente se siguen abriendo nuevas causas y deteniendo a más oficiales, aunque han transcurrido casi 50 años de la dura guerra que el terrorismo obligó a la República a librar, y se ha llegado al extremo de retirarles las pensiones como veteranos de Malvinas.

 

De confirmarse el derrumbe oficialista se abrirán varios escenarios probables y, en todos, se incluye el desastre económico y social: a) ¿renunciará Alberto Fernández?, b) ¿el peronismo territorial lo respaldará para que tome el control, aunque deba enfrentar el inevitable ajuste?, c) ¿el kirchnerismo tomará el resto del gabinete?, d) si se va el MemePresidente, ¿asumirá Cristina Fernández y pagará esos costos?, d) ¿arreglará el Gobierno con el FMI o nos mandará al default global?, e) ¿renunciará la PresidenteVice y se atreverá a perder sus fueros y las cajas del poder pero conservar su capital simbólico?, f) ¿generará ella el caos para disfrazarlo de golpe de Estado y huirá a Cuba?, g) si renuncian ambos, ¿la Asamblea Legislativa designará a Sergio Aceitoso Massa para terminar el mandato? Como se ve, mañana comienza un período más que interesante en la Argentina, salvo que usted viva aquí, porque sentirá que está embarcado en el Titanic sin música de violines. Mientras tanto, a Dios rogando y con el mazo (la fiscalización) dando, para poder amanecer el lunes en un nuevo país.

 

Bs.As., 13 Nov 21  

viernes, 5 de noviembre de 2021

¿Estamos locos de remate?


 

¿Estamos locos de remate?

por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 810)

 

“El que no detecta los males cuando nacen, no es verdaderamente prudente”. 

Niccolò di Bernardo dei Machiavelli

 

Mientras casi todos los medios se refocilan en el barro de las peleas entre Mauro Icardi y Wanda Nara, me asombró la nula atención que prestaron a la peor noticia que la Argentina pudo recibir de este gobierno canalla: el Ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, anunció que se encuentran muy avanzadas las conversaciones para suscribir un memorándum de entendimientos con nuestro país en materia de energía, 5G, Mar Argentino, Antártida, minería y vacunas; además, elogió nuestra “respuesta activa” a la Ruta de la Seda, el proyecto de colonización y expansión global de Xi Jinping, una sutil pero efectiva horca que tanto está costando a países de todos los continentes.

 

Adquiere peligrosísimas connotaciones, porque nos incorpora taxativamente a los conflictos globales que cada vez tienen menos de “guerra fría”, con los acuerdos (cuyas características desconocemos) referidos al Mar Argentino, en el cual China es el principal depredador, y la Antártida, ya que la transformará en un actor foráneo pero importante en el ya complicado escenario del Atlántico Sur. Adquieren así verosimilitud la compra de aviones de combate a Beijin y los rumores acerca de la instalación de otra base militar en Tierra del Fuego, con capacidad para atender a sus flotas pesqueras, similar a la que ya le entregó (cesión de soberanía incluida) en Neuquén y que tanto preocupa al mundo, ya que habilita al gigante asiático a operar sobre el espacio, el nuevo escenario bélico de las grandes potencias; hace pocos días, Xi Jinping lanzó un misil intercontinental hipersónico, capaz de portar cabezas nucleares, cuya trayectoria fue controlada y monitoreada desde el sur argentino. Es decir, convierte a nuestro indefenso país en obvio blanco en caso de una conflagración global.

 

Desde esta modesta columna semanal presagié que, ante la negativa del Gobierno a presentar un plan económico consistente y cerrar algún acuerdo con el FMI, lo cual nos llevaría a un generalizado default en marzo, el oficialismo recurriría al líder chino, soñando con un apoyo financiero que permitiera estirar el agónico populismo y nos evitara el aislamiento total; sin embargo, nunca pensé que las exigencias que aceptaría para lograrlo llegaran a este extremo, y que no se alzara una voz en la oposición para denunciarlo.

 

La patética gira del Meme-Presidente por Roma y Glasgow, donde viajó con ¡60 funcionarios! permitió comprobar qué nivel de esquizofrenia afecta al Gobierno. Mientras Alberto Fernández se arrastraba en ambos foros en pos de algún progreso en la negociación con el Fondo o, al menos, de una foto, el kirchnerismo y hasta el Ministro de Economía despotrican en contra del organismo en el escenario local y, para colmo, el Gobierno se asocia ahora con China. La decisión del FMI depende fuertemente del apoyo de los Estados Unidos pero Argentina se enemista con la administración de Biden y de los grandes líderes europeos y regionales cuando se niega a condenar las violaciones de los derechos humanos en las sangrientas dictaduras de Nicaragua y Venezuela, y cuando recibe a Evo Morales y a Rafael Correa, notorio prófugo de la Justicia ecuatoriana, casi como visitas de Estado.

 

Con su Ruta de la Seda, China se apodera de infraestructuras y pretende hacerse de las materias primas esenciales que su economía requiere y que su población empieza a exigir. El régimen, asustado por el calentamiento global, del cual ese país es uno de los principales responsables, ha decretado reducir las emanaciones producidas por el consumo de carbón, su principal fuente de energía, y generado una enorme crisis en su propio mercado. Criminalmente desperdiciado nuestro gigante yacimiento de Vaca Muerta por la desconfianza que suscita esta administración entre los inversores, y por la convicción de que el mundo pronto abandonará el uso de combustibles fósiles, la mirada de Xi Jinping se posa sobre los yacimientos de litio, un mineral indispensable para la fabricación de chips y conductores.

 

El sistema de comunicación móvil 5G ha sido rechazado y prohibido en Europa y los Estados Unidos porque, siendo propiedad del Ejército Popular de Liberación chino, está fuertemente sospechado de facilitar el espionaje industrial y ejercer un férreo control sobre su uso por la sociedad civil. Argentina se había comprometido con los países de la región a ofrecer una respuesta común a la propuesta, pero ha olvidado tal acuerdo y, con ello, se aleja de todos nuestros aliados geopolíticos naturales.

 

Todo ilumina la desesperación de Cristina Fernández ante una derrota que le impediría construir su proyecto autocrático, igual que los que lograron en Nicaragua Daniel Ortega, en Cuba los Castro y Díaz-Canel, en Venezuela Chávez y Maduro y que vio fracasar en Ecuador Correa. Y es razonable su inquietud ya que no sólo frustraría su imaginado régimen hereditario, sino porque cada vez ve más cercano el patíbulo que se construye para ella en los tribunales de Comodoro Py. Ya fueron aceptadas las apelaciones de fiscales y querellantes contra su insólito sobreseimiento en la causa del memorándum con Irán y las nuevas declaraciones de testigos y arrepentidos la comprometen aún más en la “ruta del dinero K” y “cuadernos”.

 

También es consciente de que los próximos dos años (con o sin Alberto Fernández disfrazado de MemePresidente) de este raro modelo económico, conducido por un “gobierno de científicos” que ha hundido al 50% de los argentinos en la miseria y la pobreza, ha dejado casi dos años sin clases a los chicos más humildes, carga con el siniestro peso de más de 116.000 muertos, ha fundido decenas de miles de empresas, ha perdido tantos puestos de trabajo, impide las inversiones productivas y cada vez se parece más al invento del “socialismo del siglo XXI”, resultarán un duro calvario por la falta de fondos con los que continuar financiando el populismo y ese fracaso la llevará a la derrota definitiva en 2023.

 

Es, precisamente, ante esa mesa de arena donde ha decidido asociarnos con China, a pesar de los enormes costos que la Argentina deberá pagar por esa despareja sociedad. ¿Estamos tan locos como para permitirlo? El 10 de diciembre, en menos de un mes y eficiente fiscalización mediante, nuevos legisladores arribarán a sus bancas y es allí, en el Congreso, donde deberemos poner freno a tantos dislates terminales, entre ellos la complicidad con el asesino terrorismo mapuche, otra muestra de la misma esquizofrenia que mencioné al principio.

 

Bs.As., 5 Nov 21