¡Señores,
a cambiar!
"Los
hombres se cansan de su propio entusiasmo".
Hilaire Belloc
Trataré, esta
vez, hacer propuestas constructivas, algunas bastante sencillas, a un Gobierno
al que, sin arrepentimiento, elegí. Comienzo por el propio Mauricio Macri: aprovechando
la excelente consideración que tiene su gestión en el mundo, reconstruya simultáneamente
todo el sistema ferroviario nacional, de pasajeros y carga, y concesiónelo; se
trata de un elemento fundamental para el desarrollo del país, sea por la imprescindible
reducción en los costos logísticos, sea por la conservación de la maltrecha infraestructura
vial, sea por la protección del medio ambiente. China, por ejemplo, estará
dispuesta a acompañarlo en esa tarea. Tuvimos, años ha, 47.000 kilómetros de
vías férreas, y hoy sólo quedan 6.000; el peronismo, en su etapa menemista, fue
el responsable de su sistemática demolición. Si esta recomendación fuera escuchada,
miles de argentinos sin preparación, y muchos que la tienen, encontrarían
trabajo de inmediato, en un momento especialmente complicado para el empleo, y
se reactivaría la industria de la construcción.
Al Ministro de
Modernización, Andrés Ibarra: soy consciente de la imposibilidad legal de
despedir a los cientos de miles de inútiles premiados por el kirchnerismo con
empleos públicos a costa de nuestros impuestos; más, si le sumamos el duro presente
de la economía y la consecuente dificultad para que ese personal superfluo sea
absorbido por un mercado de trabajo menguante. Le sugiero, simplemente, seguir
pagándole el sueldo pero mandarlo a casa; ahorrará problemas (actúan como
quintacolumna) y dinero (café, teléfono, robos hormiga, ocupación de espacio,
etc.) y mejorará la atención al ciudadano; además, tendrá menos presión a la
hora de negociar los aumentos de salarios.
A Carolina
Stanley, cuyo cargo –Ministra de Desarrollo Social- no envidio, le pido que
avance en la bancarización de todos, todos, los planes y subsidios sociales.
Resulta indispensable para terminar con los punteros que los intermedian y que,
con amenazas, arrean a los más pobres a los piquetes cuyos objetivos ignoran y que
nos torturan a diario. Tiene, pese a las malintencionadas afirmaciones de
Monseñor Jorge Lozano, la sensibilidad suficiente para tomar a su cargo las
actualizaciones que correspondan, sin necesidad de negociarlas, bajo extorsión,
con los caudillos kirchneristas que sólo buscan medrar, económica y
políticamente. Y controlar que esos beneficios tengan efectiva contraprestación
laboral y educativa.
A Jorge Triaca,
Ministro de Trabajo, le sugiero que deje de tener contemplaciones con los
caciques sindicales, entronizados en sus cargos desde hace décadas. Avance con
auditorías integrales sobre todas las organizaciones, sean o no amigables,
puesto que muchas de ellas se han transformado en verdaderos emporios
económicos de propiedad de sus caudillos, que cometen todo tipo de delitos y
tropelías para conservar el poder. Sé que el riesgo es alto, especialmente
ahora, ya que podrían acceder al control elementos trotskistas, pero la
historia de los últimos setenta y tres años prueba que puede ser peor la
permanente extorsión a la que los actuales dirigentes “de derecha” han sometido
a la sociedad.
A Claudio
Avruj, Secretario de Derechos Humanos, le exijo que, como prometió el
Presidente de la Nación, termine con el “curro”; debe dar a conocer, sin más,
la lista completa de quienes hayan recibido indemnizaciones del Estado por la
presunta violación de sus derechos. Hemos gastado por ese concepto cifras siderales,
que superan los tres mil millones de dólares, y merecemos, aunque sólo sea como
contribuyentes, conocer el destino de esos fondos. Y, por supuesto, debe dejar
de actuar como querellante en las pantomimas que, bajo la forma de amañados
juicios de lesa humanidad, siguen persiguiendo a los militares de los 70’s por
el sólo hecho de haber vestido uniforme; debiera darle vergüenza que sus
subordinados aplaudan que se le deniegue la prisión domiciliaria a los presos
políticos, mientras se concede a tipos como Facundo Jones Huala, el violento mapuche
separatista, cuya extradición a Chile ya debiera haberse otorgado.
A Germán
Garavano, Ministro de Justicia, le recomiendo acelerar en la cobertura de los
cargos judiciales, una vez que reciba las ternas que debe envíarle el Consejo de la Magistratura, para
mejorar el mal servicio que hoy presta el Poder Judicial a la comunidad, y
seguir insistiendo en la creación de nuevos juzgados federales en lo criminal y
correccional, para evitar que las veletas togadas que acompañan los vientos
políticos desde Comodoro Py sigan haciendo de las suyas.
A Patricia
Bullrich, Ministra de Seguridad, cuya gestión aplaudo de pie, le pido que
aplique a rajatabla, junto al Gobierno de la Ciudad, el protocolo dispuesto
para el ejercicio del derecho a la protesta en el espacio público, y avance en
la denuncia judicial de las actitudes subversivas, provengan éstas de los
organismos de derechos humanos, de las organizaciones sociales (las
intensificarán a fin de año) o de los araucanos. E impulse fuertemente la sanción
de la “ley de derribo”, un elemento fundamental que ha probado su eficacia disuasora
en la lucha de Brasil contra el narcotráfico.
A Oscar Aguad,
Ministro de Defensa, le sugiero explicar muy claramente el nuevo diseño de las
fuerzas armadas, para adecuarlas a un escenario en el que ya no existen
hipótesis de conflicto con los países vecinos ni se justifica el despliegue
territorial que resultó indispensable para la integración del territorio
nacional en los albores del siglo XX. Pero, también, que medite sobre qué
garantías ofrecerá al personal militar para evitar que corra la suerte de los
dos mil ancianos que hoy se pudren en las cárceles de todo el país por cumplir
las órdenes del Poder Ejecutivo; debiera conversar ya mismo con sus pares para
poner fin a esa inicua persecución, so pena de ver desobedecidas las
instrucciones que imparta.
A Alfredo
Rubinstein, Ministro de Salud, sólo que renuncie. No puede permanecer en su
cargo después de no recordar haber prestado el juramento hipocrático ni, menos
aún, luego de impulsar tan fuertemente la ley del aborto; que un médico, cuya
misión natural es salvar vidas, se manifieste a favor del asesinato resulta
demasiado ominoso.
A Hernán
Lombardi, titular del Sistema Federal de Medios, le pido que, sin recortar la
libre expresión que reina hoy en la televisión y en las radios oficiales, haga
dos cosas: exponga claramente las obras que el Estado está realizando en todo
el país y no permita que desde esas plataformas, que pagamos con impuestos, se
siga insultando a las autoridades que hemos constitucionalmente elegido. Una
cosa es la libertad y otra, muy distinta, son las manifestaciones destituyentes
del obsceno “club del helicóptero”.
A Alejandro
Finocchiaro, Ministro de Educación, le encarezco escuche los consejos de Alieto
Guadagni, un hombre esencial a la hora de la planificación que esa materia requiere en
todos sus niveles.
Como dije,
algunas de estas sugerencias son importantes y, otras, bastante elementales
pero, si se siguieran, creo que el humor de la sociedad, hoy triste y
pesimista, mejoraría enormemente.
Bs.As., 28 Jul
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