sábado, 30 de diciembre de 2017

Balance Final




Balance Final


"Al analizar las dificultades para avanzar en las reformas, a pesar de todo, se demostró que el  Congreso, con sus peculiaridades y morosidades, representa los intereses y las visiones existentes en la sociedad. Cabe al Gobierno (y principalmente al Presidente) entender los términos del juego democrático". 
Fernando Henrique Cardoso

A pesar de las persistentes complicaciones que afectan a la economía nacional, la planilla de sumas y saldos de la Argentina del año que terminará mañana ofrece, a mi entender, resultado positivo. Esos problemas trabarán el desarrollo hasta tanto la sociedad en su conjunto cambie su chip y deje de pensar de un modo tan raro.

No debemos olvidar que, en octubre pasado, el 60% de los votantes optó por variantes populistas, que tanto nos han costado durante las últimas siete décadas. Y, peor aún, casi el 50% de los ciudadanos de la Provincia de Buenos Aires sufragó a favor de Cristina Elisabet Fernández, aún habiendo confirmado que la asociación ilícita que encabezara con su marido muerto ha saqueado el país hasta dejarlo exangüe.

Si alguien todavía duda acerca de los límites a los que está dispuesta a llegar la procesada Senadora de la Nación, bastará con que observe cuál fue la postura de su Unión Ciudadana en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, donde se opuso con armas (con su violenta invasión al recinto, el Intendente de Ensenada, Mario Secco, probó que no es sólo literatura) al acuerdo fiscal que permitirá a la Gobernadora, María Eugenia Vidal, disponer de los fondos necesarios para transformar el siniestro Conurbano en un lugar apto para vida humana. La razón de esta sinrazón es bien clara, ya que ha sido el peronismo, que gobernó ininterrumpidamente la Provincia desde 1987, quien lo convirtió en la base decisiva de su clientela electoral, utilizando pobreza, ignorancia y subsidios arbitrarios.

De todos modos, ese raro síndrome no afecta sólo a los que votaron contra Cambiemos: todos, al menos los que pagamos nuestros impuestos con regularidad, protestamos por la exacción que ellos representan pero, a la vez, nos quejamos por el alza en el precio de los servicios públicos que implica la quita de subsidios a los mismos; pretendemos acceder a bienes de consumo importados y, en sentido contrario, queremos proteger la cara e ineficiente industria nacional; nos inquieta que suba el dólar y salimos corriendo a comprarlo, mientras reclamamos por el sufrimiento que significa para muchos productos regionales la baja cotización de la divisa; nos conmueve el 30% de pobreza que padece nuestra población, pero despotricamos contra los planes sociales destinados a paliarla; no ahorramos en pesos, pero nos indignamos cuando el Estado se ve obligado a endeudarse en el exterior para cubrir el déficit fiscal; nos parecen denigrantes los montos previsionales pero, sin vergüenza alguna, aprovechamos las moratorias que permitieron jubilarse sin aportes a más de dos millones de personas; y los ejemplos pueden seguir hasta el infinito.

El Gobierno ha logrado algunos triunfos legislativos que, pese a ser bastante menores, van en el sentido correcto y otorgan cierta previsibilidad al futuro. Ello es tan así que, cuando los suman a la transparencia en las estadísticas públicas, son ponderados por los mercados internacionales y han permitido bajar a la mitad la tasa de interés de los préstamos; si bien es cierto que el endeudamiento externo puede convertirse en una grave crisis si apareciera algún cisne negro en el mundo, el crecimiento pequeño pero constante que se ha previsto permitirá controlar en poco tiempo ese riesgo, ya que la incidencia de la deuda, medida como % del PBI, se irá reduciendo paulatinamente. Los países exitosos crecen poco pero en forma constante, mientras la Argentina lo hacía fuertemente algunos años y caía en otros en recurrentes y demoledoras crisis, en un proceso de suma cero.

Seamos conscientes que, hasta ahora, sólo se trató de modificaciones casi cosméticas y ajustes leves que, a pesar de ello, habilitaron la generación del caos que se vivió frente al Congreso y que dejó un saldo de policías heridos lamentable. ¿Qué sucederá cuando se discutan proyectos esenciales que podrán doler en el bolsillo de la población? En este aspecto, también se muestra la misma esquizofrenia que nos afecta, ya que exigimos terminar con piquetes, ocupaciones y marchas, pero nos horrorizamos si las fuerzas de seguridad se ven obligadas a reprimir.

Uno de los logros más relevantes que obtuvimos como sociedad en estos dos últimos años se relaciona con la cultura del diálogo y la negociación, pilares de cualquier democracia moderna. Eso se puso de manifiesto en el Congreso, que permitió sancionar leyes claves, y en especial cuando cerró filas para oponerse a la violencia de los marginales contratados por el kirchnerismo en alianza con el trostkistmo  irredento, con la penosa excepción de los pocos legisladores que conservan Cristina Fernández y Sergio Massa. Algo sin duda bueno fue el aislamiento que aplicaron las organizaciones sociales –Barrios de Pie, CCC y CTEP- que se retiraron de la plaza cuando comenzaron los orquestados disturbios.  

En la columna de los muchos dramas que nos sucedieron, lo más trágico fue la pérdida del submarino ARA San Juan, con su terrible costo de cuarenta y cuatro vidas, que nos enlutó a todos desde que desapareciera las profundidades; espero que las investigaciones en marcha brinden las respuestas que la sociedad exige. Debemos reflexionar acerca de qué política de Estado queremos para la defensa nacional, y atribuir a las fuerzas armadas los recursos económicos necesarios para cumplir su rol de preservar nuestros recursos naturales y la soberanía.

La Justicia, siempre tan atenta a los efluvios del poder y también a la temperatura de la calle, comenzó a salir del estado catatónico que la afectó durante doce años, y encarceló a muchos figurones de la corrupción; de todos modos, quedan inexplicablemente en libertad tipos tales como Ricardo Echegaray, los Eskenazy (Banco y fondos de Santa Cruz e YPF), Florencia Kirchner, Anímal Fernández, Daniel Scioli, todos los implicados en las coimas de Odebrecht, etc., amén de los protegidos por fueros, como Carlos Menem, Cristina Fernández y Máximo Kirchner. Está pendiente la ley que permita la caducidad del dominio de los corruptos, en especial respecto a aquellos fondos que se encuentran en el exterior y que podrían ser embargados por los jueces argentinos para solicitar su repatriación.

El Gobierno continúa en deuda en el tema “del curro de los derechos humanos” (Mauricio Macri dixit), tanto en lo que se refiere al reconocimiento a las víctimas de la guerrilla cuanto a la publicación de las siderales indemnizaciones pagadas a los terroristas y sus familiares y, sobre todo, en la falta de reclamo al cese de las prisiones preventivas que afectan a tantos ancianos desde hace décadas, violando los pactos internacionales que el país ha suscripto y dado rango constitucional.

En el orden internacional, nos hemos reinsertado exitosamente en el mundo civilizado; y nos hemos sumado a los países de la región que van dejando atrás las falsas recetas de izquierda para gobernar, y donde sólo quedan como rémoras la curiosamente bien administrada Bolivia y la trágica Venezuela; contra toda esperanza, anhelo que la comunidad internacional ponga rápido fin al inhumano sufrimiento ese país, que diariamente muere por falta de alimentos y remedios en manos de un decadente chavismo.  

Ha llegado el momento de cerrar, por este año, las notas semanales con las cuales he intentado que dejemos esa extraña pulsión suicida que nos acompaña desde hace tantas décadas. Ruego a Dios que nos otorgue un 2018 en paz y tranquilidad, con la serenidad individual y colectiva que permita esa transformación vital. ¡Hasta el año próximo!


Bs.As., 30 Dic 17 

sábado, 23 de diciembre de 2017

Tributo de Sangre



Tributo de Sangre


"Que un Rey se ame más a si mismo que a su pueblo es muy triste. 
Que un pueblo ame más a su Rey que a sí mismo es muy peligroso". 
Joaquín Lavado, Quino

Cual sanguinaria diosa fenicia, Cristina Elisabet Fernández espera que la sociedad argentina pague su cuota anual de dolor y, cuando no es complacida, manda a sus fieles –Jorge Ferraresi (Avellaneda), Mario Secco (Ensenada), Verónica Magario (La Matanza), etc.- a exigirla a pedradas en la calle. Allí los barrabravas y lo peor del lumpenaje del Conurbano bonaerense, convertidos en carne de cañón a base de prebendas y de drogas, se encuentran con los energúmenos antisistema y con las entrenadas milicias de los partidos troskistas, fogoneados por los diputados de la oposición que, en el recinto, no sólo justificaron la violencia sino que pretendieron inútilmente utilizarla para frustrar el trámite del proyecto de reforma previsional, como Nicolás del Caño, Agustín Rossi, Máximo Kirchner, Victoria Donda, Eduardo de Pedro, Andrés Larroque, Mayra Mendoza, Leopoldo Moreau, Fernanda Vallejos o Graciela Camaño.

La clara posición de esta última, jefa del bloque massista,  al igual que el papelón de Ignacio de Mendiguren la semana pasada, mostró la desesperación de quien ha perdido protagonismo y trascendencia como constructor de la “ancha avenida del medio”, tan pregonada en la campaña electoral y tan desenmascarada en su pretensión de simular ser algo distinto a lo peor del PJ.

El debate legislativo permitió realizar ejercicios de gimnasia revolucionaria, y los frutos serán seguramente puestos en práctica antes de fin de año. La explicación es simple: la ya extensa nómina de funcionarios y testaferros kirchneristas presos hace que la siniestra viuda perciba más cercano el aliento en la nuca de los jueces, y sabe que sus hijos están al borde de convertirse en nuevos huéspedes de las prisiones federales; doña Cristina no se entregará sin pelear, aunque ello requiera llenar de muertos la Argentina. ¿Qué duda puede caber respecto a la falta de escrúpulos de quien no hesitó en saquearlo hasta la extenuación?

Lo ocurrido el lunes permite su análisis desde distintos ángulos: la Policía frente a la protesta, la participación de inmigrantes, el accionar judicial y la conducta de los gremios, en especial los que prestan servicios públicos. Esa mirada debe ser puesta sobre otros escenarios conflictivos que se viven hoy y a las cuales debemos ponerles freno ya mismo, so pena de asistir a una escalada de terror que nos haría retroceder cuarenta años y confirmar nuestra sempiterna vocación suicida.

Ver, como dijo el Fiscal Germán Moldes, cómo se enviaba a la Policía a cabecear adoquines por impunes asesinos (no queda un solo detenido por lo ocurrido), debe hacernos reflexionar como comunidad acerca de qué esperamos de las fuerzas de seguridad. Resulta imposible que cualquier sociedad humana funcione sin la autoridad del Estado, al cual hemos delegado el monopolio de la fuerza; sin embargo, los argentinos ponemos  permanentemente en duda su proceder, como quedó claro cuando se develó el monumental fraude del caso de Sergio Maldonado, cuando se miró por meses con desconfianza a la Gendarmería.

Otro grave problema que quedó expuesto en los recientes episodios de violencia cuando una enorme mayoría de los heridos era extranjera, es la carencia absoluta de una política migratoria seria y responsable. Los países aplican el concepto de reciprocidad en sus relaciones con los demás y, por ejemplo, imponen la necesidad de contar con una visa a los turistas de las naciones que las exigen a sus ciudadanos, o facturan al país de origen los gastos en salud pública que éstos hubieran generado.

Aquí no preguntamos nada a los inmigrantes, ni siquiera si tienen antecedentes penales o disponen de un trabajo asegurado; les regalamos salud y educación, incluida la universitaria, y permitimos que contingentes permanentes ingresen desde los limítrofes para operarse o cambiar su dentadura gratuitamente; permitimos que hayan sentado sus bases las grandes bandas de narcotraficantes bolivianos, peruanos, colombianos y paraguayos; y obsequiamos documentos de identidad, jubilaciones, planes sociales y hasta viviendas a los extranjeros. No se trata de discriminar, sino de evitar que aumente la pobreza, crezcan las ocupaciones de tierras y los saqueos mientras, con los excesivos impuestos que pagamos, bancamos ese dislate.    

La explicable –por su adscripción política- conducta de una Juez, Patricia López Vergara, que accedió rápidamente al pedido de Mariano Recalde, precisamente uno de los claros responsables de los movimientos sediciosos y criminales que se desarrollaron en el centro porteño, y dispuso que la Policía encargada de custodiar la zona no reprimiera, merece una particular atención y, por supuesto, su denuncia ante el Consejo de la Magistratura local, ya que la magistrada privilegió su ideología sobre el ordenamiento legal que rige en la República.

El oficialismo parlamentario recayó en la ingenuidad, como quedó demostrado por el estrecho margen que le permitió obtener la sanción de la discutida ley; nuevamente, creyó a los gobernadores que le dijeron que, para conseguir que el PJ no K lo apoyara, bastaba una foto, mientras se negaban a emitir una declaración de respaldo al Gobierno. Esos mandatarios jugaron a dos puntas, y sus representantes en la Cámara dividieron sus esfuerzos aprobando y rechazando a la vez el proyecto previsional. Y los diputados que responden a Sergio Massa, que justificaron de viva voz a los violentos y acompañaron los esfuerzos del kirchnerismo y la izquierda para levantar la sesión, mostraron a las claras de qué lado están, olvidando la “ancha avenida del medio” que pregonaba su jefe.

La CGT, corrida por izquierda, decretó un paro nacional con efectos “ni-ni”, en especial por la UTA, que pobló de colectivos las calles de la ciudad. Pero, al menos, fue notoria su falta de acompañamiento a los violentos; una posición similar adoptaron Barrios de Pie y la CTEP, que encabeza Juan Gabrois, el tan conspicuo hombre del Papa. Muy distinta fue la conducta de las dos CTA y de algunas organizaciones sociales –a las cuales el Gobierno no cesa de financiar-, que dieron un claro respaldo a quienes promovieron los disturbios. Aún espero que la Justicia declare la ilegalidad del Partido Obrero, en el cual milita Sebastián Romero, el terrorista fotografiado mientras atacaba con un mortero a la Policía; antes de los hechos, esa organización emitió una convocatoria a la manifestación, en la que dejó en claro su objetivo principal: la destitución del Presidente.

Pero sí merece que hablemos de Aerolíneas Argentinas, “su” compañía, que tan cara resulta para el presupuesto nacional. Los gremios aeronáuticos han puesto a parir a los ciudadanos y turistas extranjeros con paros cada vez más salvajes, mientras sus siderales costos incluyen salarios que no guardan relación alguna con lo que percibe el resto de los argentinos. Ahora que tenemos varias compañías internacionales operando en el país, ¿no será hora de plantearnos si se justifica una “línea de bandera” tan cara y tan ineficiente? No la tienen Suiza, Brasil, Chile, Gran Bretaña ni Estados Unidos; entonces, ¿por qué nosotros?

Sólo me resta desearle, a usted y a los suyos, una feliz y santa Navidad; o feliz Janucá, si es usted uno de mis muchos amigos judíos. Sigo siendo optimista, y tengo la certeza de que 2018 será un buen año para nuestro querido país, al que tanto hemos maltratado.


Bs.As., 23 Dic 17 

sábado, 16 de diciembre de 2017

Golpe, ingenuidades y traiciones




Golpe, ingenuidades y traiciones

"Desde 1989 el peronismo dejó de ser un partido o un movimiento para convertirse, más sencillamente, en la herramienta política de un conjunto de gobernantes que, cada uno en su nivel, construyen su poder con recursos del Estado. Esa notable máquina política, engrosada con no pocos tránsfugas, sólo se preocupa por la caja y el poder". Luis Alberto Romero

El Gobierno está pagando, en la calle, el precio de una notable ingenuidad: haber silenciado, al comienzo de su gestión, la homérica crisis que heredó del kirchnerismo, tan eficiente a la hora de quemar todas las naves disponibles y el país entero con tal de impedir que explotaran antes del 10 de diciembre de 2015 los miles de minas con las que había sembrado el terreno económico y social. Nada dijo, cuando debió hacerlo, de las cajas estatales vaciadas para robar con obras públicas y hoteleras, de los millones de jubilados sin aporte alguno al sistema, de los departamentos y campos por todo el país, de las cajas fuertes llenas de billetes, de las financieras rosadas, de los aviones y autos de lujo, de los robados subsidios a los trenes y colectivos, de las cuentas en Seychelles, de la apropiación de empresas y actividades enteras, de la pérdida del autoabastecimiento energético, …

La razón presunta de tal torpeza también fue de una inocencia grave: evitar que los inversores se espantaran ante la magnitud del desastre encontrado; con eso, mostró ignorar que éstos siempre saben todo acerca del país en el cual planean aumentar su presencia o ingresar. Las obvias contrapartidas de ese ocultamiento inicial fueron la falta de percepción de la ciudadanía sobre la realidad y la consecuente intolerancia social hacia las amargas pero indispensables medidas que, pese al lógico gradualismo, hubo que adoptar de inmediato. 

Otra costosa falta de cintura política fue dejar que los jueces federales intuyeran que la Casa Rosada prefería a Cristina Elisabet Fernández en libertad, para utilizarla como permanente sparring electoral y agente disolvente de cualquier tentativa de reunificación del peronismo, para poder negociar con fracciones de éste y no tener enfrente a una oposición unida y blindada; el jueves, en torno a sus fieles, volvieron a reunirse muchos de los perdedores del PJ.

También pecó el Gobierno al confiar en los pactos que firmara con los gobernadores, por los cuales estos se comprometieron a obtener de sus diputados una posición favorable a las leyes que el oficialismo –en realidad, la República- necesita con urgencia, al igual que en los acuerdos con los líderes gremiales, a los que aflojó vanamente la bolsa de recursos. Olvidó así el consejo de un viejo militante del PJ, con la piel curtida en trenzas políticas: “a nosotros se nos debe cobrar al contado y pagar en cuotas”.

Y quizás la peor fue no informar con claridad y transparencia a toda la sociedad en qué consistía el proyecto de reforma previsional, lo cual habilitó al kirchnerismo, a la izquierda y a los oportunistas de siempre a montarse sobre la natural inquietud de los jubilados a los cuales, convengamos, cualquier alteración de sus magros emolumentos preocupa, y mucho.

Pero, más allá de la ingenuidad, de la torpeza y de la mala comunicación, lo que Argentina está viviendo en las calles desde que Mauricio Macri asumiera, y también en el sur del país con el terrorismo mapuche, es literalmente un golpe de Estado.

Ese golpe no se da solamente en la calle, donde confluyen piqueteros de todos los colores y nacionalidades (la enorme mayoría de los heridos del jueves son extranjeros) –pero un único bolsillo- con los grupos tradicionalmente terroristas de la izquierda radicalizada. Dentro del recinto de la Cámara de Diputados, el escenario fue mucho peor; se juntaron para ejercer la violencia y el patoterismo e impedir el funcionamiento de la democracia, a través de los representantes electos hace sólo dos meses, los delincuentes preocupados por su libertad, los ladrones de toda laya, los energúmenos representantes de esa izquierda petardista y los peores tránsfugas del escenario político; allí estaban Máximo Kirchner, Agustín Rossi, Leopoldo Moreau, Axel Kiciloff, Andrés Larroque, Nicolás del Caño, Victoria Donda y las grandes figuras del massismo.

Todos ellos, con una cara más dura que el cemento, no hesitaron en interrumpir una sesión legislativa, convocada para tratar la reforma previsional, invocando el imposible respeto al 82% móvil, esa meta que, cuando fue alcanzada por ley durante el reinado absoluto de Cristina, ella vetó sin contemplaciones, mientras falsificaba las estadísticas nacionales para ocultar la inflación galopante que legó a su sucesor. Ver a esa facción canalla, que convirtió por más de una década el Congreso entero en un recinto donde sólo se levantaba la mano para aprobar sin discusión todos los disparates que sus jefes imaginaban, hablar de la “dictadura” de Cambiemos, que no tiene mayoría en ninguna de las cámaras, no hace más que confirmar los peores pronósticos. Y más repulsivo fue verlos salir luego, exultantes y a carcajadas, por haber impuesto su voluntad por la fuerza y haber ganado una baza para el destituyente “club del helicóptero”.

Es eso lo que pretenden, que Macri se vaya, y lo conseguirán sin duda si tanto el Gobierno cuanto los ciudadanos de a pie no lo impedimos, con toda la fuerza de la Constitución y de la ley. Todos debemos cambiar nuestra forma de pensar respecto a la seguridad, en especial las jóvenes generaciones a las cuales el kirchnerismo lavó la cabeza durante toda su gestión. No podemos permitir un minuto más que los violentos se apoderen de nuestro país y de nuestras calles, y reprimir con toda severidad y firmeza a quienes, una vez más, quieren arrebatarnos el futuro para continuar con el latrocinio miserable que nos trajo hasta aquí.

El Juez Marcelo Martínez de Giorgi archivó, sin siquiera investigarlas, las denuncias que formuláramos el Dr. Eduardo San Emeterio y yo contra Hebe de Bonafini, Estela de Carlotto y las organizaciones de pseudo derechos humanos por la reinvindicación de la guerrilla que expresaran en la Plaza de Mayo el 24 de marzo último, mientras convocaban a echar a Macri de la Presidencia; sostuvo que pretendíamos limitar la libertad de expresión. Si, a esta altura estuvieran procesados, tal vez otro ya sería el cantar.

Aplaudo, sin restricción alguna, a la Ministro de Seguridad, Patricia Bullrich, por la forma en que conduce y respalda a las fuerzas bajo su mando, y al Presidente Macri por sostenerla contra todas las críticas; Lilita Carrió, a quien mucho respeto, cometió una mayúscula estupidez el jueves cuando criticó por excesivo el aparato de disuasión montado en torno al Congreso. Porque eso fue, un anillo de seguridad para evitar que las hordas de encapuchados, armados con hondas, palos, piedras y bombas molotov pudieran llegar al edificio legislativo, mientras los efectivos que lo conformaron sufrían todo tipo de agresiones; si estos mismos terroristas intentaran acciones similares en Cuba, Venezuela, Bolivia, Rusia o Irán, recibirían algo mucho más definitivo que balas de goma y gas pimienta.

Diciembre es, tradicionalmente, un mes de protestas y piquetes, pero ahora estamos presenciando una gimnasia subversiva y destituyente que, como siempre, busca obtener muertos para usarlos como ariete contra la República. Raúl Sendic, fundador de los Tupamaros, sostenía que había que golpear sin descanso a la democracia burguesa hasta que ésta se hartara y reprimiera, mostrando así al enano fascista que todas llevan dentro. Eso, nos guste o no, es lo que tenemos servido en la mesa de fin de año; espero que sepamos lidiar con ello.


Bs.As., 16 Dic 17

sábado, 9 de diciembre de 2017

Futuros Tsunamis



Futuros Tsunamis

“Del triunfo al fracaso no hay más que un paso. Lo he visto en los asuntos más 
importantes, un pequeño detalle siempre ha decidido los grandes acontecimientos”. 
Napoleón Bonaparte

Como era previsible, al menos para quienes conocemos a los magistrados de Comodoro Py, el Juez Claudio Bonadío se desmarcó de sus pares para desatar una tormenta política cuyas consecuencias aún resultan difíciles de prever, toda vez que puede afectar las expectativas legislativas del Gobierno y, sobre todo, al interior del peronismo.

Mauricio Macri espera (¿esperaba?) contar con un gran paquete de leyes antes de fin de año, incluyendo el presupuesto 2018, la reforma fiscal, la modificación del sistema de cálculo de las actualizaciones previsionales, etc.; y el pedido de desafuero y detención de Cristina Elisabet Fernández, Senadora electa, por traición a la Patria, impactó directamente sobre el diseño parlamentario que había construido, como un verdadero orfebre, el Senador Miguel Piccheto para aislar al kirchnerismo, dejarlo en franca minoría y separarlo del bloque del PJ.

Los colegas de Bonadío, varios de los cuales hubieran podido adoptar idénticas medidas en varias causas por corrupción en las que está imputada, pusieron a trabajar sus narices para descubrir qué prefería la Casa Rosada y, prudentemente, se abstuvieron de ejecutarlas. Hoy, dada la necesidad de contar con el voto de dos tercios de los miembros presentes para lograr el desafuero solicitado, lo cierto es que no se producirá, al menos en el mediano plazo; si la causa adquiriera mayor consistencia cuando, dentro de mucho tiempo, llegue a la etapa oral, la exposición pública de los hechos podría hacer que muchos de los que hoy se amparan en posturas garantistas para proteger la libertad ambulatoria de la viuda se vieran obligados a modificar su postura para evitar pagar un alto costo político.

Pero, como decía Napoleón, el Juez Bonadío, ahora convertido en francotirador, podría producir en breve un pequeño hecho que generaría otro tsunami, éste sí difícil de defender con invocaciones persecutorias. Si las investigaciones hoteleras avanzan, bien podría suceder que en febrero ordenara similares medidas contra Máximo y Florencia Kirchner; el primero está protegido por fueros en su condición de Diputado en ejercicio, pero no sucede lo mismo con su hermana, dueña de incalculables fortunas y de pilas de dólares en efectivo. Herida así en su flanco más doloroso, es complicado imaginar qué hará entonces la leona destronada.

Por televisión, asistí a la conferencia de prensa que brindó la rea en la Cámara de Diputados. Imaginé cuánto hubiera ganado la nación si aparecía un celular de culata para trasladar muy amablemente a prisión a la mayoría de los asistentes; descollaban, por supuesto, Nilda Garré y Agustín Rossi (ex ministros de Defensa ahora investigados por la tragedia del “San Juan”), Martín Sabbatella (un prócer de la libertad de prensa), Daniel Scioli (un corrupto mayor), Fernando Espinosa y Verónica Magario (coautores recientes y sucesivos del verdadero genocidio cometido en La Matanza) y, ¿qué menos?, Andrés Larroque (imputado también por traición a la Patria). Ausentes con aviso: Luis D’Elía, Fernando Esteche, Ricardo Jaime, Julio de Vido, Carlos Zannini, Lázaro Báez, Milagro Salas, Amado Boudou, José López, Roberto Baratta, Omar Caballo Suárez, Pata Medina y César Milani.

Pero lo que más me llamó la atención fue el tenor de los argumentos utilizados para descalificar la resolución de Bonadío y para imputar, como autor intelectual de la misma, a Mauricio Macri. Sus críticas al fallo (desconocimiento de la presunción de inocencia, limitaciones a la prisión preventiva, prevaricato del juez, causas amañadas para condenar sin pruebas, violación de normas constitucionales, invención de tipos penales, obediencia del magistrado a la voluntad del Gobierno, etc.), corresponden con exactitud a los principios jurídicos que, al ser violados impunemente desde 2003 hasta ahora, mantienen en prisión a casi dos mil militares, muchos hace más de una década y sin condena.

En otro orden de cosas, si bien es cierto que el 60% de la ciudadanía muestra en todas las encuestas su optimismo sobre la gestión del Gobierno y la figura de Mauricio Macri, y se siente confortada con el efecto reparador del accionar de los jueces sobre los funcionarios y pseudo empresarios kirchneristas, no lo es menos que espera ansiosa que avancen sobre quienes bailaron tantos tangos con ellos, pagando las coimas que después incluían como sobreprecios en las obras públicas; y se pregunta qué pasará cuando la ola se acerque al círculo de las actuales autoridades.

El escándalo Odebrecht (“Lava Jato”) está arrasando con ese mundo secreto y fétido en toda la región. En la Argentina, hay muchos nombres importantes, y de todos los colores políticos, que deben dar explicaciones a los jueces: Enrique y Sebastián Ezkenazi (YPF y Petersen), Jorge Brito (Banco Macro), Osvaldo Acosta y Gustavo Ferreyra (Electroingeniería), Ángelo Calcaterra (IECSA), Cristiano Ratazzi (Flight Express), Enrique Wagner (Constructora) y muchos más. Hasta tanto ocurra, y de modo transparente, el escepticismo que tanto nos caracteriza seguirá imperando. 

Al tope de nuestras preocupaciones están la seguridad y la administración de justicia. Recuerdo que ya en 1130, el Rey Enrique I concedió a los londinenses el derecho a escoger como su propio sheriff y juez a quienes ellos quisieran. Y esa anécdota viene a cuento porque una de las causas de esas preocupaciones es la enorme desconfianza que tenemos sobre la conducta de nuestras policías, funcionarios, fiscales y jueces, muchas veces involucrados en el narcotráfico, la trata de personas, el lavado de dinero o la exhibición de fortunas inexplicables; pero aún si adoptáramos ese sistema, no debemos olvidar la responsabilidad del Consejo de la Magistratura, que tiene a su cargo el deber constitucional de ejercer el control del Poder Judicial, y de nombrar y remover a los jueces.

Como sucede con la defensa nacional, tristemente vuelta a poner sobre el tapete a raíz de la inevitable tragedia del submarino “San Juan”, en el terreno de la Justicia también debemos darnos políticas de Estado, con una clara, consistente y, sobre todo, permanente planificación del objetivo al cual queremos llegar. Si no lo hacemos, no tendremos derecho a quejarnos, aunque sigan depredándose nuestros recursos naturales, continúen los movimientos subversivos secesionistas, imperen las más violentas bandas de narcotraficantes y toleremos la inmigración descontrolada.

Cambiando absolutamente de escenario, recuerdo que Karl Marx, citando a Hegel (“los grandes hechos y personajes de la historia se repiten”), agregó que la primera vez lo hacen como tragedia y, la segunda, como comedia. Nicolás Maduro que, imitando a los gerontes cubanos, sumió a su pueblo en el hambre, la miseria y la desesperanza, ahora obliga a los ciudadanos a obtener un “carnet de la Patria”; el nuevo documento resulta indispensable para realizar cualquier tipo de trámite, contar con libretas de racionamiento de comida, acceder a centros médicos y remedios, estudiar en todos los niveles y votar, en un siniestro sistema de control de la ciudadanía. Nada importó, para dictar tamaño disparate, que sus númenes hayan visto fracasar en la isla, uno tras otro, todos los programas económicos que inventaron a contramano del mundo. Así como nos duele en el alma el régimen de terror asesino que se implantó en Cuba a partir de 1956, hoy nos conmueve hasta la médula lo que sucede en Venezuela, que se acerca a una situación igual y muere cada día.


Bs.As., 9 Dic 17

viernes, 1 de diciembre de 2017

Sainete nacional




Sainete Nacional

“Me dijeron que en el reino del revés …
un ladrón es vigilante y otro es juez”
María Elena Walsh

El Gobierno y la Armada confirmaron lo que intuíamos: ya no es posible que los tripulantes del ARA “San Juan” sean encontrados con vida, aunque se seguirá intentando localizar la nave. A sus familiares y a toda hombres de mar expreso el profundo dolor que me embarga; rezo a Stella Maris por el eterno descanso de sus almas.

¡Ay, Tato Bores, qué falta nos haces! La Argentina sigue dando que hablar al mundo entero, como siempre lo ha hecho; antes, por nuestra reconocida cultura y nuestro potencial económico, ahora y desde hace varias décadas, por lo asombroso de nuestra decadencia, producto de un suicidio colectivo que parece no terminar. Es natural, toda vez que no hemos dejado nada sin trastocar, ensuciar o destruir.

El el mismo H° Senado de la Nación que albergó figuras tales como Aristóbulo del Valle, Carlos Pellegrini, Nicolás Avellaneda y tantos otros ciudadanos ilustres, ratificó su condición de aguantadero de peligrosos y reincidentes delincuentes cuando juraron –“por Dios, por la Patrias”- entre quienes fueron electos en octubre, Cristina Elisabet Fernández, Carlos Saúl Menem y Adolfo Rodríguez Saa. ¡Que trío de joyitas!

La renovada legisladora arrastra ya tres procesamientos firmes por corrupción, y está muy cerca de recibir otro, nada menos que por traición a esa Patria por la que juró. Menem soporta una condena, confirmada en doble instancia, por el contrabando de armas a Ecuador y a Croacia; no está firme porque la Corte Suprema aún tiene a estudio un recurso del ex Presidente y, mientras se pela las pestañas, lo habilitó para reasumir como Senador; para colmo de vergüenza, fue el encargado de izar la bandera nacional en el acto. Y el último, “el Adolfo”, viene de dar vuelta la elección que había perdido en su eterno feudo mediante el sencillo procedimiento de hacerse con un millonario subsidio, otorgado por su hermano el Gobernador de San Luis, con el cual adquirió públicamente electrodomésticos para comprar votos. 

En el sur del país, otro catastrófico Juez federal, Gustavo Villanueva, ordenó a las fuerzas de seguridad retirarse de un parque nacional usurpado por los falsos mapuches del RAM, con lo cual éstos pudieron modificar el escenario del último enfrentamiento armado, que costó la vida a un joven compañero de ruta de los invasores. Este episodio no debería sorprendernos porque otro magistrado –Gustavo LLeral- permitió, hace un mes, que los enmascarados okupas palparan de armas a los efectivos federales antes de habilitarles la entrada a otro campo “recuperado”, donde murió ahogado Santiago Maldonado.

Luego, el Obispo de Bariloche, Mons. Juan José Chaparro, convocó a ¡las partes! a un diálogo de paz, equiparando al Estado Nacional con la banda armada, ladrona y asesina, que amedrenta a los pobladores de la zona y quema estaciones de tren y pozos petroleros. Hasta la propia madre del último fallecido, una verdadera mapuche y –como la enorme mayoría- ciudadana pacífica, dijo que habían lavado el cerebro a su hijo y rechazó las ceremonias fúnebres que pretendía organizar el RAM durante cuatro días.

Debemos recordar que, de la marcha convocada para protestar por esta última muerte, quedó una repugnante pintada en la pared del Cabildo, “44 menos”; si algo faltaba para calificar definitivamente a estos mal paridos, su alegría por la desaparición de los marinos resulta suficiente.

Mauricio Macri, finalmente, verbalizó un claro respaldo a la posición de Patricia Bullrich, Ministro de Seguridad, firme en la defensa del accionar de las fuerzas de seguridad federales, que no pueden ser puestas en pie de igualdad con quienes desconocen la soberanía argentina sobre las tierras “sagradas” que, dicen, les pertenecían ancestralmente y que pretenden la escisión de las mismas respecto a la Argentina y a Chile.

Con esa correcta actitud, el Gobierno anotició a la ciudadanía que se dispone a enfrentar, con toda la fuerza del Estado, el peligroso foco subversivo que, con apoyo y financiamiento de las organizaciones guerrilleras latinoamericanas y de los narcotraficantes, se está instalando en el sur. A quienes pretendan minimizarlo por el escaso número de los integrantes del RAM, les sugiero estudien cuántos miembros del ERP actuaron en 1974 en Tucumán, pretendiendo que se reconociera el territorio que ocupaban como un estado beligerante, o sea, en guerra con la Argentina.

Pero todo esto se da en el marco de importantísimas reuniones internacionales que se llevarán a cabo aquí hasta noviembre del año próximo, cuando se den cita los líderes de los países que integran el G-20. Cada vez que ello ocurre en algún lugar del mundo, las agrupaciones anarquistas y antisistema desatan un aquelarre de violencia, que sólo se logra controlar cuando entran en acción los ejércitos y las policías de las naciones anfitrionas. Me pregunto con qué elementos podremos garantizar la seguridad de esos encuentros si, como se ha visto en estos días, permitimos que periodistas bastardos los cubran permanentemente con un manto de sospecha, amén de mantener encarcelados a quienes el Estado les encomendó esa misma tarea hace ya cuarenta años.

El miércoles fueron dictadas las sentencias en la causa ESMA, el proceso más amañado de todos aquellos denominados “de lesa humanidad”. Fueron condenados a cadena perpetua muchos oficiales que, a la sazón, contaban poco más de veinte años y a los cuales sus superiores les ordenaban la detención de los subversivos para luego entregarlos en los diferentes centros de encarcelamiento. Es completamente ridícula la teoría utilizada por los jueces para condenarlos, ya que es impensable que personal que revistaba en los grados inferiores del escalafón militar tuviera algún poder de decisión sobre la represión.

En el tema de los derechos humanos, el Gobierno está en deuda con la sociedad, en la medida en que el propio Presidente se comprometió a terminar con el “curro” montado a su alrededor, sobre todo a través de las aún oscuras y ocultas indemnizaciones multimillonarias pagadas a los terroristas y sus familiares, pero también en relación al nulo reconocimiento a las víctimas civiles del accionar de las organizaciones ilegales y la indispensable revisión de las causas judiciales armadas para concretar la venganza contra los vencedores militares de la guerra de los 70’s.

A la escena tragicómica nacional se sumaron los gremios docentes que, insólitamente, se resisten a que se conviertan en universidades los actuales institutos de formación, algo que logró en Ecuador su admirado “socialista del siglo XXI”, Rafael Correa. Pero la foto de los cabecillas quejosos (Roberto Baradel y Hugo Yatsky), que ya decretaron una huelga en el tramo final del ciclo lectivo, revela la clara intencionalidad política de este contrasentido, toda vez que son acérrimos seguidores de Cristina Kirchner.

Como se ve, María Elena Walsh fue sólo una adelantada cuando escribió “El reino del revés”.


Bs.As., 2 Dic 17