En vilo
por Enrique Guillermo
Avogadro (Nota N° 951)
“Un pueblo no tiene sino un enemigo peligroso, su gobierno”, Antoine
de Saint-Just
Con
el debate entre Donald Trump y Joe Biden, comenzó una saga que terminó con la
renuncia de éste a la carrera electoral; el mundo, por el enorme peso
específico que tienen los Estados Unidos en la geopolítica global, por las
actuales guerras de Ucrania y Medio Oriente y por la agresividad bélica de China,
está pendiente de la convención demócrata que, en agosto, definirá quién correrá
con los colores del partido. Luego, habrá que esperar hasta noviembre para
saber quién ocupará el Salón Oval los próximos cuatro años. Realmente, el tema justifica
comerse las uñas.
Pero
hoy todos estamos observando, con enorme preocupación, el proceso que se iniciará
mañana en Venezuela, una nación crucificada por el socialismo del siglo XXI y que
-todas las encuestas lo aseveran, en términos de votos- será rescatada de un
terrible pasado de 25 años, en los cuales el chavismo provocó una inimaginable catástrofe,
transformando a uno de los países más ricos de la región en uno miserable, que
ha expulsado a 8,8 millones de sus habitantes y proscripto, encarcelado,
torturado y asesinado a los opositores. Aunque habrá que seguir atentos a lo
que allí suceda hasta el 10 de enero de 2025, una eternidad, cuando está
previsto el cambio de gobierno, ya que hasta entonces Nicolás Maduro, capaz de
cualquier iniquidad, estará sentado en el Palacio de Miraflores.
Por
primera vez, todos los partidos han decidido participar con un candidato único,
Edmundo González Urrutia, y concurrir a las urnas en vez de abstenerse, un error
repetido hasta el cansancio; a quien hubiera correspondido por su enorme mérito
ocupar ese lugar, la muy corajuda María Corina Machado. ¿Se dará en Venezuela,
de cambiar de manos el poder, algo similar a la breve presidencia de Héctor
Cámpora aquí?
Maduro
transformó a su país en uno de los tableros en los que se juega, como sucedió
en los 60’s y 70’s, una guerra fría cada vez más caliente. Ha hecho que Rusia,
China, Irán y hasta Turquía, Bielorrusia y Norcorea encuentren allí la puerta
de acceso a América Latina, inquietando a todos los vecinos. Y su organización
criminal “Tren de Aragua” intentó desestabilizar a los gobiernos que no se
mostraron dispuestos a integrar las extintas Unasur, CELAC y ALBA, esos
inventos de Hugo Chávez Frías para construir su soñada “Patria Grande”, ya en
franco retroceso.
Los
bolivarianos, herederos de la Cuba de antaño, están presentes en Bolivia,
Nicaragua y Honduras, amén de haber sido bienvenidos, hasta hace poco tiempo,
en Argentina, Colombia y Chile, aunque un reciente asesinato en el último haya
invertido las tornas. Por su parte, Brasil que, en manos del PT de Luiz Inácio
Lula da Silva venía mostrando simpatía hacia el chavismo, ahora marca sus
diferencias ante la posibilidad de un conflicto civil y un nuevo drama
migratorio provocado por Maduro, que va por su reelección y ha amenazado con un
baño de sangre si pierde, cuando todas las previsiones dicen que la ventaja en
favor de González Urrutia supera los 34 puntos.
Por
supuesto, una solución evaluada ya por el arco opositor es fabricar para Maduro
y algunos de sus cómplices un puente de plata que les garantice la impunidad
por sus crímenes y sus inmensos latrocinios, aplicando una “justicia
transicional” que permita un cambio en paz. Sin embargo, tampoco eso será fácil
de concretar. Los ciudadanos que, empobrecidos al extremo (el salario mínimo
equivale a US$ 3,5 mensuales), han visto asesinar a familiares, perdido sus patrimonios
y soportado el exilio forzado de sus hijos y nietos durante tantos años,
¿aceptarán mansamente un perdón que permita un cambio pacífico, sin clamar por
verdad y justicia?
El
tirano y sus más inmediatos colaboradores están procesados ante el Tribunal
Penal Internacional de La Haya, y no creo que los países que los han denunciado
ante él por crímenes de lesa humanidad coincidan en desistir en su persecución
penal, ni que los jueces lo consientan. ¿Se sentirán tranquilos los acusados
circulando por un mundo que les resultará tan hostil o sólo tendrán la
posibilidad de mudarse a los países que, como las grandes potencias que
sostuvieron a su régimen, no respetan las decisiones de ese Tribunal ni las circulares
rojas de Interpol?
Por
otra parte, detrás de Maduro están los “fierros” de la Fuerza Armada Bolivariana
(¿cómo reaccionarán frente a una derrota electoral?) y hay una poderosa e
inmensa organización criminal, el Cartel
de los Soles, así llamada por las doradas charreteras de los generales que la
integran, dueña de tráficos y contrabandos de todo tipo, desde personas y
drogas hasta el petróleo de PdVSA y el oro, extraído ilegalmente en los
departamentos que controla. Además, el dictador ha armado y empoderado a aterradoras
bandas parapoliciales, que han probado estar dispuestas a matar y secuestrar a
cuantos sean necesarios para mantenerlo en el poder. ¿Sería posible amnistiar a
tantos jerarcas civiles y militares y a sus testaferros y, además, permitirles
conservar las enormes fortunas que han escondido en paraísos fiscales alrededor
del mundo?
Todas
esas incógnitas comenzarán a develarse a partir de mañana a la noche, pero mucho
me temo que nada será fácil ni, menos aún, agradable, y que a Venezuela le
esperan más tragedias de las luctuosas manos de los herederos de Hugo Chávez
Frías.
Publicado en:
https://totalnewsagency.com/2024/07/26/en-vilo/
https://prisioneroenargentina.com/en-vilo/
https://periodicotribuna.com.ar/36884-en-vilo.html
https://www.informadorpublico.com/opinion/en-vilo
https://prisioneroenargentina.com/post-data-de-en-vilo/
https://www.notiar.com.ar/index.php/opinion/131985-en-vilo-por-enrique-avogadro
https://www.fundacionatlas.org/index.php?m=art&s=8134