Nafta demagógica para el incendio interior
Doña Cristina, cada vez más llena de mohines, como si se tratara de una niña frente a una reunión de mayores, acaba de anunciar que, en un acto de generosidad y de dadivosidad –se ocupó de aclarar que nada lo obligaba a hacerlo- el Gobierno nacional coparticipará, en un 30%, los ingresos fiscales provenientes de las retenciones a la soja.
Lisa y llanamente, dijo que los confiscatorios impuestos a la exportación no serán modificados, y que parte de ellos será entregado a gobernadores e intendentes para que éstos construyan “cloacas, escuelas, hospitales”; exactamente los mismos argumentos que usó cuando, al recibir el repudio de los productores a la Resolución 125, intentó justificarla post facto.
Creo que dijo –la magnitud de mi rabia y el tiempo del que dispongo me impiden confirmarlo ahora- que el monto a coparticipar alcanzaba a US$ 450 millones; si esa cifra es correcta, y tratándose de 24 provincias a repartírsela, le corresponderían US$ 18,75 a cada una. En la medida en que éstas, a su vez, deberían coparticipar a los municipios en un 30%, se quedarían con US$ 13 millones.
Frente a la exacción que significan las retenciones –que, como el impuesto al cheque, chupan del interior fondos que, de otro modo, quedarían en las economías locales- parece una magra solución para los déficits provinciales.
Mientras tanto, las pantallas de televisión no adicta (léase, C5N lo ignoró) mostraban los innumerables cortes de rutas que realizan los chacareros y obreros de las fábricas de maquinaria agrícola en todo el país.
La rabia justificada desde hace ya más de un año de la Argentina interior se incrementó hoy cuando, pese a que el Gobierno teóricamente alentaba al campo a recurrir al Congreso, el oficialismo se negó a dar el quórum necesario para que el tema pudiera ser discutido en la Cámara de Diputados.
Cristina, como un simple muñeco en manos de su ventrílocuo, sigue usando nafta, mientras dice querer apagar el incendio que la crisis internacional, sumada a la preexistente crisis local, ya está provocando en Argentina.
Con sonrisitas, saluditos, guiñaditas de ojos y gestitos infantiles, los Kirchner siguen humillando al único sector verdaderamente competitivo, reinversor y pujante del país, llevados por la demencia y por el afán de venganza contra quienes, plantándose frente a estos tiranos, lograron frenarlos, aunque fuera transitoriamente.
Parecen ignorar –o, como ya sostienen muchos, han elegido quemar sus naves- que este conflicto, que no solamente lleva a las rutas a los productores sino a todos los habitantes del interior, se arrastrará hasta las elecciones, cuando quiera que éstas se realicen.
Mientras todos los gobiernos del mundo están trabajando para unificar a sus pueblos para combatir el tsunami, los Kichner se afanan por dividir y confrontar.
Ya nada puede hacer dudar que estamos frente a una declaración de guerra de Néstor, que está dispuesto a incendiar el país antes de huir o morir en el intento. El acto de hoy fue sólo arrojar más nafta, ahora disfrazada de demagogia.
Sólo cabe esperar que, sea en el Congreso la semana próxima, sea en las urnas en junio, podamos terminar con esto, aunque cueste sangre. Porque nadie imagina ya que los Kirchner aceptarán, mansamente, el rechazo de las urnas.
Dios, ¡en qué manos ha caído Argentina!
Bs.As., 19 Mar 09
Doña Cristina, cada vez más llena de mohines, como si se tratara de una niña frente a una reunión de mayores, acaba de anunciar que, en un acto de generosidad y de dadivosidad –se ocupó de aclarar que nada lo obligaba a hacerlo- el Gobierno nacional coparticipará, en un 30%, los ingresos fiscales provenientes de las retenciones a la soja.
Lisa y llanamente, dijo que los confiscatorios impuestos a la exportación no serán modificados, y que parte de ellos será entregado a gobernadores e intendentes para que éstos construyan “cloacas, escuelas, hospitales”; exactamente los mismos argumentos que usó cuando, al recibir el repudio de los productores a la Resolución 125, intentó justificarla post facto.
Creo que dijo –la magnitud de mi rabia y el tiempo del que dispongo me impiden confirmarlo ahora- que el monto a coparticipar alcanzaba a US$ 450 millones; si esa cifra es correcta, y tratándose de 24 provincias a repartírsela, le corresponderían US$ 18,75 a cada una. En la medida en que éstas, a su vez, deberían coparticipar a los municipios en un 30%, se quedarían con US$ 13 millones.
Frente a la exacción que significan las retenciones –que, como el impuesto al cheque, chupan del interior fondos que, de otro modo, quedarían en las economías locales- parece una magra solución para los déficits provinciales.
Mientras tanto, las pantallas de televisión no adicta (léase, C5N lo ignoró) mostraban los innumerables cortes de rutas que realizan los chacareros y obreros de las fábricas de maquinaria agrícola en todo el país.
La rabia justificada desde hace ya más de un año de la Argentina interior se incrementó hoy cuando, pese a que el Gobierno teóricamente alentaba al campo a recurrir al Congreso, el oficialismo se negó a dar el quórum necesario para que el tema pudiera ser discutido en la Cámara de Diputados.
Cristina, como un simple muñeco en manos de su ventrílocuo, sigue usando nafta, mientras dice querer apagar el incendio que la crisis internacional, sumada a la preexistente crisis local, ya está provocando en Argentina.
Con sonrisitas, saluditos, guiñaditas de ojos y gestitos infantiles, los Kirchner siguen humillando al único sector verdaderamente competitivo, reinversor y pujante del país, llevados por la demencia y por el afán de venganza contra quienes, plantándose frente a estos tiranos, lograron frenarlos, aunque fuera transitoriamente.
Parecen ignorar –o, como ya sostienen muchos, han elegido quemar sus naves- que este conflicto, que no solamente lleva a las rutas a los productores sino a todos los habitantes del interior, se arrastrará hasta las elecciones, cuando quiera que éstas se realicen.
Mientras todos los gobiernos del mundo están trabajando para unificar a sus pueblos para combatir el tsunami, los Kichner se afanan por dividir y confrontar.
Ya nada puede hacer dudar que estamos frente a una declaración de guerra de Néstor, que está dispuesto a incendiar el país antes de huir o morir en el intento. El acto de hoy fue sólo arrojar más nafta, ahora disfrazada de demagogia.
Sólo cabe esperar que, sea en el Congreso la semana próxima, sea en las urnas en junio, podamos terminar con esto, aunque cueste sangre. Porque nadie imagina ya que los Kirchner aceptarán, mansamente, el rechazo de las urnas.
Dios, ¡en qué manos ha caído Argentina!
Bs.As., 19 Mar 09
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