Pax Libertaria
por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 974)
“En la calle flota un atardecer piadoso. Todo está lleno de luz y tiempo”.
Leila Guerriero
Ya no son sólo los indicadores
macroeconómicos quienes dan la razón al Gobierno después de un año durísimo (técnicamente,
la Argentina ya salió de la recesión) sino que, por primera vez en muchos años
se respira una paz social absolutamente inédita. Y gran parte obedece a que los
mafiosos que conducían las protestas y organizaban los saqueos se quedaron sin
clientela cuando la gestión libertaria terminó con la absurda intermediación en
la ayuda estatal a los más desprotegidos. Esto se da en el explosivo Conurbano
bonaerense y se replica en todos los bolsones de pobreza que rodean a las
capitales provinciales y otras ciudades importantes de todo el país, incluidas
aquéllas como Concordia, donde la extrema miseria se codea con las enormes
mansiones que exhiben la impúdica corrupción; Sergio Uribarri y Edgardo
Kueider, contra lo esperable, no son más que botones de muestra de
generalizadas conductas.
Pero esa extendida paz no se traslada a la
política, un terreno en el cual La Libertad Avanza actúa como un verdadero
pac-man. El apoyo social que recibe la gestión del Gobierno que, según todas
las encuestas (incluidas las que elaboran las empresas vinculadas al
peronismo), alcanza al 56% y tiende a crecer, actúa como un fuerte imán para
aquéllos que han hecho de ella una profesión y temen que un aluvión de votos
que empodere aún más a Javier Milei los deje a la intemperie y los obligue a
volver al llano.
Quien más sufre los efectos de esa aspiradora
es el PRO, especialmente en su base de sustentación, la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. El desdoblamiento de las elecciones locales con respecto a las
nacionales de octubre, dispuesto por Jorge Macri, es una clara prueba de ello, ya
que se ve obligado a plebiscitar una gestión de mucho peor calidad (la
suciedad, el desorden vehicular y la inseguridad han crecido notoriamente) que
la que encabezaba su antecesor, el tan criticado Horacio Rodríguez Larreta.
Esos vientos centrípetos también afectan a la
UCR, que ya venía golpeada por el impacto que representó, para un partido tan
respetuoso de su historia, la llegada de un paracaidista como Martín Lousteau
que, además, está asociado a sus peores facciones internas, representadas por
Emiliano Yacobitti, Vicerector de la UBA, y Daniel Angelici, el activo zar del
juego, que se mueve como pez en el agua sucia de la Justicia. La reunión de
tantos diputados radicales con Milei preanuncia una transversalidad similar a
aquélla que protagonizaron, en épocas kirchneristas, tipos como Julio Cobos,
Leopoldo Moreau, “Ricarguito”
Alfonsín y Gerardo Zamora.
Hasta la antes monolítica y dogmática Unión
por la Patria (raro nombre eligió esa banda de delincuentes) empieza a
resquebrajarse con la fuga, gota a gota, de sus legisladores y gobernadores
importantes, hartos de Cristina Fernández y escépticos respecto a las
probabilidades del ineficaz y carísimo (para todos nosotros) Axel Kiciloff que,
además, está enfrentado con La Cámpora.
Lo mismo sucederá con ese extraño bloque
parlamentario que preside el ex kirchnerista Miguel Angel Pichetto, integrado
por socialistas (Margarita Stolbizer), liberales (Ricardo López Murphy) y
peronistas (Emilio Monzó y Nicolás Massot). El calor del sol libertario no se
le niega a nadie y, si hay alguien que puede dar fe es el Presidente del bloque
del PRO en Diputados, Cristian Ritondo, quien en medio de la tormenta que se
desató por su poco original vocación por los inmuebles en Miami y autos
lujosos, sólo fue protegido por el Gobierno a través del vocero presidencial,
Manuel Adorni, mientras que todo su partido guardó un estruendoso silencio.
Este último caso, tanto como los de Ariel
Lijo (candidato a integrar la Corte Suprema, en asociación con el desvergonzado
canalla Ricardo Lorenzetti, ex Presidente de ese alto Tribunal), Andrés Vázquez
(entronizado como Director de la DGI, que comparte la manía lavadora con
Ritondo y tantos otros), el bloqueo a la ley de “ficha limpia”, la condenable
persecución a la prensa libre y la ignominiosa inacción ante el drama de los
ancianos presos políticos militares, policías, civiles y sacerdotes, ponen en
preocupante cuestión todo el discurso moral del Gobierno.
Nada de todo eso tendrá demasiada relevancia
en las próximas elecciones, ya que se trata de hechos totalmente alejados de
las inquietudes de las gran mayoría de nuestros ciudadanos que, cuando se
expresen en las urnas, privilegiarán los logros económicos, sobre todo el
descenso de la inflación y la incipiente recuperación del poder adquisitivo de
salarios y jubilaciones pero, personalmente y en la medida en que soy liberal y
republicano y, como tal, defensor de las instituciones de la Constitución (aún
de aquéllas que introdujo la nefasta reforma de 1994), me preocupan
extremamente los rasgos autocráticos perceptibles en Javier Milei.
En esta última columna del año hago fervientes
votos para que continúe y se profundice la recuperación nacional que, sin ninguna
duda, comenzó en este duro 2024 que se va. ¡Muy feliz Año Nuevo!
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