El
año de los siete velos
“Que gane el quiero
la guerra del puedo, que los que esperan no cuenten las horas, que los que
matan se mueran de miedo”. Joaquín Sabina
El
Gobierno, me parece, está pecando de innecesaria humildad. Se niega a contarnos
qué han significado, en especial para el interior del país, algunos de sus más
importantes logros. Así, no habla de la grandiosa recuperación de la industria
metalmecánica, del record en el área sembrada, de la sideral cosecha que se
espera y del gigantesco ingreso de divisas genuinas que traerá aparejado, de la
recuperación de los valores de tierras e inmuebles, de la sorprendente venta de
tantas camionetas para el trabajo, de la prosperidad que se palpa en los
pueblos y ciudades que dependen del campo, etc., y se concentra en las malas
noticias que la economía produce todavía, ampliadas por las voces opositoras y
por los caraduras del “círculo rojo” empresarial, que aún se niegan a invertir
y apostar por el país, mientras continúan reclamando mayores protecciones aduaneras.
Estamos a
dos semanas, casi los minutos finales, de un año que fue para los argentinos en
general, incluyendo al Gobierno, muy complicado; al respecto, pongo a su
disposición un trabajo del Dr. Juan Carlos Sánchez Arnau, titulado “La pobreza
en Argentina 2016”, por su esencial contribución al análisis del tema. Y, hasta
que llegue el pitido final de este primer tiempo, aún es posible que se
complique todavía más por obra y gracia de algunos salvajes kirchneristas que,
mientras son alimentados con dinero del Estado, siguen ilusionados con obligar
a Mauricio Macri a renunciar y huir en un helicóptero. Destaco que el Partido
Justicialista no comparte ese interés por desestabilizarlo, tal vez porque por
el momento carece de alguien capaz de constituirse en su único líder o nuevo macho
alfa.
Ahora
bien, si los ministerios de Seguridad y las distintas policías, que cuentan
además con un -aunque viejo- extenso informe que había preparado el Gral. Milani,
ahora procesado por enriquecimiento ilícito, para Daniel Scioli cuando éste era
candidato a Presidente, sigo sin entender por qué ya no están presos quienes
instigan públicamente a saquear comercios en el Conurbano, puesto que esa
conducta constituye en sí misma un delito, con prescindencia de que no
encuentren un clima propicio para tales desbarajustes. A esta hora, ya deberían
estar tras las rejas personajes como Fernando Esteche, Luis D’Elía, Hebe de
Bonafini, algunos ex intendentes de las zonas conflictivas y, posiblemente,
algunos en actividad.
También
podría contribuir a generar situaciones incómodas el trámite en el Congreso de
la modificación del mal llamado impuesto a las ganancias (debiera ser “a los
ingresos”, como en el resto del mundo). Desde hace décadas, este tributo, el
más justo y redistributivo de todos, se transformó en un dislate, pero el
kirchnerismo lo convirtió, durante sus doce años en la Casa Rosada, en un
verdadero calvario para los trabajadores registrados: al negarse a ajustar su
base imponible -mínimo no imponible, otro error de nombre- al ritmo de la
inflación galopante, prácticamente no dejó a nadie exento. Pero, si la CGT, tal
como amenazan las ramas del transporte, decidiera realizar un improbable paro
general para reclamar la sanción, seguramente no haría una contribución a la
paz social.
El
Gobierno logró en ese debate indudables pero fugaces triunfos: consiguió que
Sergio Massa quedara pegado a los personajes más denostados de la anterior
administración (Kiciloff, Recalde, etc.), el ex Ministro de Economía debió
confesar que había cometido un sideral error en el cálculo del impacto fiscal
del proyecto que tiene media sanción de Diputados y, al introducir la
posibilidad de no vetar la ley si fuera sancionada así, obtuvo el apoyo de gran
cantidad de gobernadores, todos peronistas, para evitarlo. En el balance final,
dentro de la interna del PJ, el mayor beneficiado fue el Gobernador de Salta,
Juan Manuel Urtubey, cuya conducta se constituyó en la mayor muestra de
racionalidad.
Pero ese
éxito deberá ser rápidamente olvidado, ya que necesitará volver a negociar con
el Frente Reciclador (¡genial definición de Fernando Iglesias!) para obtener
las leyes que necesita; aunque triunfara en las elecciones legislativas del año
próximo, Cambiemos no obtendrá la mayoría en ninguna de las cámaras del
Congreso. De todas maneras, no olvidemos que la negociación es la base
fundamental de la democracia.
Los velos
que menciona el título de esta nota se refieren a los de la corrupción que,
aquí y en varios otros países de la región, fueron cayendo desde que comenzó el
año y expusieron ese rasgo esencial del populismo criminal. No fue una
casualidad que nuestra emperatriz patagónica se reuniera esta semana, en San
Pablo, con Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, ya que la cabeza del PT
está ya en el ojo de la tormenta desatada por las investigaciones de la
justicia brasileña sobre las coimas que, desde las empresas públicas y
privadas, fueron pagadas a políticos de todos los partidos. Es claro que los tres
están buscando armar, desde el llano, un escudo protector y venderlo a las
izquierdas mundiales de escritorio para mantenerse fuera de la cárcel,
disfrazados de víctimas del imperio, como hacen con Milagro Salas; cuentan, sin
duda, con la colaboración de otros próceres de ese siniestro relato: Correa, en
Ecuador; Morales, en Bolivia; Ortega, en Nicaragua; y el inefable Maduro, en
Venezuela.
Que no se
hayan sumado Bachelet (Chile), Castro (Cuba) ni Temer (Brasil) habla de los
problemas que este trío padece. La primera afronta un clima sumamente adverso,
derivado del negociado de su nuera y
su hijo; el gerente caribeño, aún de duelo, pisa con cuidado los huevos del
descongelamiento operado por Obama y las amenazas latentes surgidas con el
triunfo de Trump; y el propio Presidente en ejercicio está inmerso en la peor crisis
política que recuerde la historia verde-amarela,
a la cual se suma la fuerte recesión que golpea a su economía, que repercute
negativamente sobre el resto de los países. Ninguno, entonces, tiene tiempo, ni
ganas de acompañar la aventura de los ladrones que ya están en el llano.
El
próximo lunes 19 será para sacar balcones, puesto que se celebrará en la Sala I
de la Cámara de Casación (Figueroa, Hornos y Borinsky) la audiencia para
determinar si se abre, finalmente, la investigación sobre la denuncia del
asesinado Fiscal Nisman contra Cristina Elizabet Fernández, Héctor Timerman y
varios más (entre otros, nuevamente Esteche y D’Elía) por traición a la patria,
encubrimiento al terrorismo y asociación ilícita. Se presentarán el Fiscal
General De Luca, un conspicuo integrante de “Justicia Legítima”, que pretende
cerrar el caso, y la DAIA, que exige la apertura.
Esta es
la causa que más preocupa a la ex Presidente por su repercusión internacional;
por eso, su principal escudero judicial, Carlos Zannini, desarrolla tantos
esfuerzos –y desembolsa tanto dinero- para impedir que se investigue, después
que la cerraran dos veces, sin siquiera escuchar las miles de horas de
grabaciones interceptadas, el Juez Rafecas y la Sala I (Freiler y Ballesteros)
de la Cámara Federal.
La que
tiene en sus manos es mi última nota del año, ya que sólo volveré a escribir a
partir del sábado 7 de enero. Entonces, sólo me cabe desearle, a usted y a los
suyos, una feliz Navidad; o feliz Janucá, si es usted uno de mis muchos amigos
judíos. Sigo siendo optimista, y tengo la certeza de que 2017 será el año de la
recuperación de nuestro querido país, al que tanto hemos maltratado.
Bs.As., 17
Dic 16
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