Fuera del Tarro
por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 967)
“Cuanto más me despreciaran, más brutal sería mi argumento; no podrían verme venir”.
Pola
Oloixarac
Lo sucedido el martes en los Estados Unidos
dejó al mundo entero en estado de estupefacción pues, hasta el día anterior,
todos los pronósticos nos decían que habría paridad, que se tardaría mucho en
conocer los resultados definitivos, que la diferencia entre Kamala Harris y
Donald Trump llevaría a la judicialización del proceso electoral, que podría
haber violencia callejera, etc. Nada de eso ocurrió, los analistas de opinión
volvieron a equivocarse como tantas veces y el republicano, al pintar de rojo el mapa entero, fue coronado
por una auténtica avalancha de votos que permitió a su partido hacerse con la
mayoría en ambas cámaras del Congreso y con la gobernación de casi todos los
Estados de la Unión.
Me declaro ignominiosamente culpable por
haber caído en esa trampa, engañado por las encuestas que consumí con pasión y
que, a diario, informaban de las subas y bajas de ambos candidatos en cada uno
de los Estados swingers, siempre con
diferencias mínimas entre ellos. Mi única disculpa es que, seguramente, Trump incurrió
en el mismo error, ya que agitó el fantasma de un fraude hasta último momento. Y
digo esto porque, desde que compartí con mis compatriotas la sorpresa que
significó la llegada de Javier Milei al poder, no hubiera debido ser así.
Nuestro Presidente interpretó con exactitud
el giro copernicano que se había producido en la sociedad, y se transformó en
la voz de ésta para expresar su descontento y su ira. Hasta el primer turno
electoral, nadie daba una moneda por su futuro político, porque no habíamos
percibido, a diferencia de él, ese profundo cambio que llevaría a la implosión
de todos los partidos políticos tradicionales. En varios países europeos ese
fenómeno se está replicando por el hartazgo de sus ciudadanos ante los excesos
que trajeron aparejados la agenda globalista 2030, la imposición de las
políticas woke, la insoportable
presión gramsciana de las minorías para modificar las sociedades, siempre en
sentido contrario los deseos y las arraigadas costumbres de las mayorías y
destruyendo a su paso todo aquello que constituye la base de la civilización
occidental, comenzando por la familia.
La poderosa victoria de Trump puso en pausa
al mundo entero, y seguirá así hasta que, después de su asunción el 20 de
enero, comiencen a despejarse las incógnitas acerca de la posición que adoptará
en los múltiples escenarios de conflicto actuales, sean éstos bélicos,
políticos o comerciales. Así, la OTAN se está preguntando si los Estados Unidos
seguirán proveyendo a la defensa de Occidente frente a Rusia y los desmesurados
apetitos territoriales de Vladimir Putin para recrear el imperio zarista, y
seguramente Volodimir Zelensky ha perdido el sueño frente a la posibilidad de
verse obligado a negociar la paz a cambio de la amputación del Dombass del territorio
de Ucrania para su cesión al invasor. Y lo
mismo sucede en Medio Oriente, en especial en Irán, donde los
terroristas ayatollahs ven con preocupación la llegada al Salón Oval de un
Trump que, si bien se inclinará por reducir el compromiso militar de los
Estados Unidos en el exterior y apoyarse más en los regímenes sunitas aliados
de la región, no estará dispuesto a contemplar impávido más ataques contra
Israel.
En el principal escenario de confrontación,
es decir aquél en que compiten China y Estados Unidos, recíprocamente
principales socios comerciales, en lugar de balas (no creo que, a pesar de las
permanentes provocaciones de Xi Jinping a Taiwan y a todos los países del
Pacífico sur, por el momento se llegue allí a una guerra real) se usarán como
proyectiles barreras arancelarias, por la propensión del nuevo Presidente
norteamericano a proteger a su propia industria frente a la agresividad de los
bajos precios de su competidora oriental.
En América Latina, si bien nunca ha sido una
prioridad para los Estados Unidos, hoy su preocupación pasa por la fuerte penetración
de China a través de leoninos préstamos para inversiones en infraestructura y
de la adquisición de empresas proveedoras de materias primas, incluyendo
alimentos. Con seguridad, no sólo los tiranos Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel,
Daniel Ortega y Luis Arce pondrán sus barbas en remojo, sino que la inquietud
llegará a Brasil, ya que Luiz Inácio Lula da Silva se ha transformado en una piedra
en el zapato, precisamente por su aberrante posicionamiento frente al catastrófico
drama venezolano, mientras que México, Colombia y Chile están gobernados por
regímenes de izquierda que, a la luz de lo que está sucediendo, aparecen como
trasnochados..
Finalmente, y salvo en lo que se refiere a un
eventual apoyo a nuestro país en su relación con el FMI y otros organismos
multilaterales de crédito, no creo que la relación personal e ideológica de
Milei con Trump redunde en ventajas especiales para nuestros productos
exportables, que compiten con los propios, ni en un marcado respaldo del Tesoro
norteamericano a nuestra economía, que aún es muy frágil a pesar de lo sorprendentemente
exitosa que ha resultado la gestión gubernamental durante estos once meses.
Ahora, nos cabe esperar hasta el miércoles
13, cuando conoceremos el fallo de la Cámara de Casación que revisó la condena
a Cristina Fernández por corrupción, y hasta el 25, cuando sabremos el resultado
del ballotage en Uruguay, donde Yamandú Orsi (Frente Amplio) competirá con Alvaro
Delgado (Partido Nacional), éste con probabilidades de triunfar.
Publicado
en:
https://prisioneroenargentina.com/fuera-del-tarro/
https://totalnewsagency.com/2024/11/08/fuera-del-tarro/
https://www.informadorpublico.com/opinion/fuera-del-tarro
https://diariocastellanos.com.ar/opinion/fuera-del-tarro.htm