miércoles, 17 de junio de 2009

Algunas reflexiones

Algunas Reflexiones

“Buscar y decir la verdad, tal y como se piensa, no puede ser nunca un delito. La conciencia es libre … En cualquiera de los casos, se olvida que ‘matar a un hombre’ no es defender una doctrina, sino matar a un hombre”

Castellio

En estos días, en la recta final hacia el disco de las elecciones, varios temas se encuentran sobre el tapete y en la cabeza de los más informados.

La primera reflexión se vincula a la conflictiva relación que los K mantienen con la prensa en todas sus formas, salvo la obsecuente.

Si analizamos la historia, veremos que los ciclos en América Latina son regionales, y no localizados en un país o en otro.

Así, primero apareció la independencia, que recorrió como una fiebre el continente entero y, en menos de treinta años, alcanzó a todo el imperio español por estos lares.

Después llegaron las disputas internas, algunas transformadas en divisiones que llevaron a la creación de nuevos países, y siguió la época de los caudillos locales.

Más tarde, mucho más, y ya a fines de la primera mitad del siglo XX, se consolidaron las presidencias vitalicias, encarnadas en generales que ocupaban el poder y lo mantenían a lo largo de décadas.

Con el final de esas dictaduras, apareció finalmente la democracia, bien que fallida y defectuosa, en América Latina, cuyo período concluyó abruptamente por obra de revoluciones militares que, con distintas características, se encaramaron en todos nuestros países.

A fines de los 70’s y principios de los 80’s, básicamente por la falta de apoyo de los Estados Unidos, esos regímenes autoritarios fueron cayendo, arrastrados por los vientos de cambio que venían desde el norte.

Finalmente, volvió la democracia, otra vez llena de problemas, pero que sentó sus reales en el continente entero.

Y allí estamos hoy, en general. Pero el péndulo volvió a oscilar en algunos de nuestros países y, utilizando formas pseudo democráticas, vemos que, nuevamente, el autoritarismo populista campea en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia y en Argentina.

A una personalidad como la de Kirchner, nada podía resultarle más atractivo que el “modelo” que Chávez está implementando en Venezuela y exportando, mediante sus valijas de petrodólares, a las distintas naciones que, de la mano de líderes carismáticos, han comenzado a intentar imitarlo.

Pero juegan en contra de nuestro ex Presidente dos desventajas comparativas enormes y esenciales: carece de esos petrodólares y no tiene el respaldo de las Fuerzas Armadas nacionales.

Sin embargo, esa misma curiosa personalidad, digna de estudio, no permitirá que don Néstor ceda en sus aspiraciones de perpetuarse en el poder y de ejercerlo, sin límite legal ni prurito moral alguno, mientras conserve la vida.

Hoy –en realidad, hace tiempo- ha decidido pelearse con los medios, encarnados en Clarín. Para ello, ha olvidado –o, al menos, pretende que los demás lo hagamos- que fue él mismo quien prorrogó, de un dedazo, las licencias que han permitido crecer a este monopolio, hoy tan detestado.

Si bien es cierto que sus críticas, las de su vocera y sus funcionarios no se han limitado al imperio de Magnetto, ya que han integrado el elenco de los denostados La Nación y Perfil, la virulencia con que hoy ataca a Clarín y a TN no tienen parangón.

Carlos Pagni, en sendas y brillantes notas que publicó el lunes y el martes últimos en el diario de los Mitre, analizó con total crudeza el cúmulo de intereses espúreos que las diatribas desde el atril encubren y, con ello, puso en blanco y negro que no se trata sólo de las críticas al Gobierno sino de la vocación de ocupar, con amigos de la “burguesía nacional” el espacio de negocios de telecomunicaciones que hoy está en manos de personas y empresas ajenas a su entorno.

Debo confesar que Clarín y su desmedida apetencia por los negocios no me gustan nada y que desearía que imperaran en Argentina las mismas limitaciones que existen en los países centrales para evitar el monopolio de la información, pero hoy me veo obligado a recordar una frase del RP Carlos Mujica.

Éste dijo a los Montoneros, cuando le fue exigido tomar las armas para hacer la “revolución”, que no estaba dispuesto a matar, pero que estaba dispuesto a morir por la libertad de los demás.

Y es por eso que, al menos hasta que podamos discutir todos, en verdadera democracia, una nueva ley de radiodifusión, debemos impedir que don Néstor la cambie ahora, en medio de su innegable debacle política. Si consiguiera hoy la modificación a la que aspira, ésta se transformará en una herramienta infalible para dejarnos a los argentinos sin libertad de prensa.

El ejercicio de esa ilimitada libertad es lo único que nos garantiza, en un régimen tan hermético como el de los K, acceder a una proporción, aunque sea mínima, de los actos de gobierno, que nuestra pareja imperial se esfuerza, con cierto éxito, en ocultar.

La segunda reflexión, que refleja una honda preocupación compartida ya por muchos analistas, se refiere a los hechos que se producirán la misma noche del 28 y la madrugada del 29, cuando K salga a anunciar un ficticio triunfo en los comicios.

Basta recordar, para justificar mi posición, qué sucedió en las últimas elecciones, aquellas que un ministro calificó, sin vergüenza, como las más ejemplares de la democracia. A las 18:00 horas, cuando aún se veían colas enormes de ciudadanos en las mesas de votación, el Gobierno anunció el triunfo de doña Cristina, basándose en las encuestas de boca de urna, pese a que el acto terminó a las 20:00.

¿Qué sucederá en la calle cuando Kirchner anuncie que ganó? ¿Cómo tomarán las hordas de sus seguidores, alquilados con pago en droga, la posterior verdad de los números reales, que darán cuenta de su derrota?

Ya hemos visto cómo actúa el “profesor” Chávez frente a la oposición de su país. Y, con toda seguridad, ha dado lecciones a don Néstor y transferido a éste su experiencia en la materia. No ha ahorrado, y no lo hace hoy, sangre venezolana para conservar el poder.

Pero es indispensable que no nos impongan el miedo. Habrá disturbios, pero no habrá caos. Recordemos que Kirchner carece de fuerzas armadas, que tiene la repulsa de las fuerzas de seguridad y que gran parte del peronismo, dueño del poder de la calle, le ha dado la espalda.

Y, finalmente, la última reflexión, que va más allá del 29 y que ya he expuesto en notas anteriores.

Se refiere a cuánto estará dispuesta a tolerar la sociedad que, para entonces, habrá respondido -con un aplastante 70%- “no” al falso plebiscito que nos ha impuesto, cuando le toque el bolsillo.

El 28 de junio, muchos legisladores actuales sabrán que deberán dejar sus bancas el 10 de diciembre. Algunos, usarán una rápida garrocha para pasarse al bando vencedor y asegurarse así algún futuro político; otros, extenderán su mano para obtener, de la “banelco” oficial, la tranquilidad económica durante su travesía del desierto.

El resultado de esa cuenta develará si Kirchner podrá seguir usando al Congreso como su escribanía personal o, por el contrario, deberá gobernar exclusivamente por decreto de necesidad y urgencia.

Los resultados difundidos de la recaudación impositiva no permiten demasiados optimismos respecto a las obligaciones fiscales del segundo semestre.

Muy brevemente, no alcanzará para hacer frente, a la vez, al pago de los servicios de la deuda externa, más los subsidios al transporte y a la energía, más las obras públicas no susceptibles de suspensión, más los aumentos salariales de la administración pública, más un incremento en el seguro de desempleo, más la atención de los programas sociales.

En resumen, Kirchner no tendrá más remedio que volver a saquear, sea al Banco Central, sea a los encajes que las instituciones bancarias mantienen en él, sea a los depósitos, sea al comercio exterior, sea mediante un aumento real y grande de las tarifas.

Sin hablar de ideologías, que se han demostrado inexistentes, pero sí de bolsillos, imaginar cómo responderá el conjunto social a medidas de este tipo es el mayor desafío de nuestro momento.

En este aspecto, sigo siendo pesimista.

Bs.As., 17 Jun 09
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