Pasando la gorra
por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 862)
"Para
hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y más dinero. Hay
guerras más baratas, pero se suelen perder". Napoleón Bonaparte
La semana
que pasó fue retazo más en el manto de vergüenza que Argentina presenta ante el
mundo. El primer episodio se dio cuando el individuo que se autopercibe
Presidente manifestó desconocer la existencia de acuerdos entre la Comunidad
Europea y el Mercosur, precisamente ante el jefe de la diplomacia comunitaria;
demostró tanto la supina ignorancia que nubla el cerebro de Alberto Fernández cuanto
la penosa incapacidad del librero Santiago Cafiero, su Canciller, cuyo único
mérito es la pertenencia al más que reducido círculo de fieles. Es pavorosa la devastación
que el kirchnerismo produjo en uno de los cuerpos más profesionalizados del
Estado, el diplomático, y reconstruirlo requerirá de años de esfuerzo; en
muchos países, la ideología determina políticas pero en ninguno, como sucede en
el nuestro, sacrifica tantos intereses nacionales –que debieran ser
permanentes- en el altar de sus imaginarios y transitorios alineamientos.
Por cierto
más grave fue el que encarnó nuestro desesperado “pato rengo” visitando, con
una enorme e injustificada comitiva, a Luiz Inácio Lula da Silva al minuto de
que éste lograra, por escasísimo margen, vencer a Jair Bolsonaro y regresar al
Palacio del Planalto, después de haber estado preso por corrupción. Si el
devaluado y desprestigiado meme que sienta sus posaderas en el sillón de
Rivadavia pretendió con ese gesto acumular fuerzas para su desigual batalla
contra Cristina Fernández y pasar la gorra, la pólvora se le mojó cuando una
legisladora de la Provincia de Misiones entregó al mandatario electo de Brasil una
con el lema “CFK 2023”.
Los videos
que documentaron el encuentro no dejan lugar a dudas: el desesperado argentino
abrazando y acariciando reiteradamente a un Lula molesto por esas ridículas efusividades.
Todo se debió, como siempre sucede aquí, al terrible ombliguismo que afecta a
los argentinos; por ello, la dramática elección brasileña del pasado domingo generó,
en ambos lados de la grieta criolla, preocupaciones inconducentes o falsas ilusiones.
Desde los
bunkers del Instituto Patria y La Cámpora, se leyó la victoria como una
reafirmación de la existencia del lawfare en la región, y un renacimiento de
aquellas gastadas fotos de la Unasur; la visita del prófugo ecuatoriano Rafael
Correa a Cristina y el encuentro de Alberto con Evo Morales fueron en este
sentido. Y en la mente febril de Cristina Fernández se abrió camino como la
posibilidad de un salvavidas financiero y una nueva y triunfal reencarnación,
aún después de las inexorables condenas penales que la esperan en un futuro
inmediato.
El primer
error es creer que el Lula que asumirá el 1° de enero de 2023 es el mismo que
lo hiciera en 2003 y gobernara hasta 2010. Con setenta y siete años y mucha
experiencia y prudencia acumuladas, el actual sabe que la época de la soja a
US$ 650 la tonelada es cosa del pasado y que, esta vez, no dispondrá de
aquellos recursos que permitieron a Fernando Henrique Cardoso y a él mismo
sacar de la pobreza a tantos de sus compatriotas.
La falta siquiera
de una mención de Lula a Dilma Rousseff, que fuera su sucesora en la
Presidencia y a quien el Congreso destituyó por su “contabilidad creativa”
(aquí no quedaría en pie ningún mandatario, ya que todos recurren a ella),
también debe analizarse por separado. Ex guerrillera y muy ideologizada, su conspicua
ausencia permite entrever que tampoco se establecerán alianzas estratégicas con
Nicolás Maduro, Gustavo Petro, Luis Arce, Pedro Castillo, Miguel Díaz-Canel,
Daniel Ortega o Gabriel Boric, sino que regresará a Itamaraty la tradicional
posición geopolítica de Brasil, o sea, relaciones con todos los países en pos
de sus intereses comerciales y de desarrollo permanentes.
Es
consciente, además, de los límites que tendrá su gestión, marcada por la fuerte
presencia conservadora en ambas cámaras legislativas y por las concesiones que
deberá hacer al antiguo PSDB, el partido de su Vicepresidente electo, Geraldo
Alkmin, y a los bloques parlamentarios del “Centrāo” para lograr algunas
mayorías, siempre lábiles. Y aseguro que el respaldo irrestricto y la ayuda
económica que el kirchnerismo espera ahora no pasa de ser un mero espejismo
voluntarista.
Desde la
Argentina, un país que ha hecho trizas sus instituciones y en el que el
Congreso ha sido mucho tiempo sólo una suerte de escribanía de brazos enyesados
al servicio del Ejecutivo de turno, es muy difícil entender que, en Brasil,
aquél se ha convertido en el poder más fuerte de la tríada y en él priman los
muchos partidos de centro, que sirven como permanente fiel de la balanza. Y en
la medida en que, pese a la Constitución, somos un país profundamente unitario,
también es incomparable el verdadero federalismo que goza nuestro vecino; así,
un elemento fundamental del análisis es la cantidad y calidad de gobernaciones
estaduales que han quedado en manos del bolsonarismo, nada menos que Sāo Paulo
entre ellas.
Cristina
Fernández, empeñada en generalizar su teoría del lawfare, disfraza la actual situación
de Lula ante la Justicia de su país transformándola en un inexistente
sobreseimiento definitivo de los cargos de corrupción que llevaron a su
encarcelamiento. No es así; el Supremo Tribunal Federal sólo resolvió que los
jueces que lo condenaron no eran competentes en razón de la jurisdicción, es
decir, que volverá a enfrentar un proceso penal por las mismas acusaciones ante
otros magistrados.
Finalmente,
un último dato: mientras aquí galgueamos por la falta de dólares, nuestro
vecino tiene US$ 350 mil millones en reservas. Y la principal razón es que el
Banco Central es independiente del Ejecutivo, y su conducción está altamente
profesionalizada. Realidades incomparables.
206 comentarios:
«El más antiguo ‹Más antiguo 201 – 206 de 206Muchas gracias Enrique y me quedo con el final muy adecuado y lamentable respecto a nuestro país: realidades incomparables. Un fuerte abrazo y gracias de nuevo.
Eduardo J. Volpini
Excelente, contundente e irrevocable escrito; Dr. Avogadro. Como siempre poniendo la pelusa en el ombligo correspondiente. Gracias por sus acertadas y didácticas opiniones. Argentina, como desde hace mucho tiempo, en el riel equivocado, el que lleva a la vía muerta. Saludos cordiales. Lic. Francisco J. Fernández Abella (P)
http://www.diarioenfoques.net/index/edition/e/2285/s/18
Ricardo Garzón
Coincido en tu análisis.
La intransigencia con las autocracias debe sostenerse independientemente del extremo del que provengan.
Personalmente prefiero identificar la República con el "centro" y no con la derecha ultramontana.
Para competir con Milei, algunos sectores de JxC extreman posturas y adoptan actitudes patoteriles....no las comparto.
En otro orden de cosas y pensando como vos que Lula será izquierdista, pero es inteligente, además de estar acotado por "su" oposición creo que no va a entusiasmarse demasiado en ser identificado con la expresión del fracaso que representa el pero- kirchnerismo local.
Eduardo Carlos LLorens
Excelente análisis Enrique.
Es inentendible como seguimos sumergiéndonos en el pozo de la decadencia, pareciera que no tiene fondo.
Ni en las peores pesadillas se representaron semejantes "bestias" tan obstinados en destruír al país.
Que Dios nos ayude a transitar el futuro inmediato.
Un fuerte abrazo.
Eduardo Carlos LLorens
https://www.elojodigital.com/contenido/19165-argentina-pasando-la-gorra
Matías Ruiz Villasuso
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