El Gobierno argentino y Venezuela:
¿un suicidio o un ‘neronicidio’?
Argentina vendió esta semana, a Venezuela, bonos de deuda con una tasa de 15,6% anual (¿recuerdan que, cuando Kirchner anunció, con gran triunfalismo, que nos habíamos ‘desendeudado’ con el Fondo, estábamos pagando 4% anual), desatando una crisis cuyas consecuencias aún no son mensurables.
Ese es un hecho de la realidad, A partir de ese hecho, cabe formularse algunas preguntas, todas con respuestas complicadas, sobre todo si confirmamos que Venezuela no se ha comprometido –por otra parte, tampoco podría hacerlo, dada la baja de la cotización del petróleo- a garantizar las obligaciones externas de Argentina en 2009.
La primera de ellas es si se trató de un ‘manotazo de ahogado’ o de un negocio de nuestros funcionarios.
Si analizamos las finanzas nacionales, todos los analistas –incluido yo, al que algunos consideran un ‘tira bombas’- consideran que los números ‘cierran’ para este año. Argentina, creo, no se verá enfrentada, antes del 31 de diciembre, a graves complicaciones derivadas de la imposibilidad de hacer frente a los inmensos subsidios, con los que compensa la diferencia entre precios internos y externos, ni a los servicios de la deuda soberana. Sólo para el año que viene se auguran complicaciones que, en este modelo, resultarán insalvables sin un ‘inevitable rodrigazo’.
Entonces, ¿por qué Argentina dio al mundo una señal tan negativa si no estaba ahogada?
Esa señal negativa repercute en el famoso ‘riesgo país’, impulsa fuertemente hacia abajo la cotización de los bonos de deuda, sube a valores inalcanzables las tasas externas para los privados, e impide a los gobiernos provinciales acceder a créditos foráneos, incluida la Ciudad de Buenos Aires, que no depende de las dádivas del Tesoro nocional.
Otro ángulo posible de análisis es el del negocio privado de algunos funcionarios públicos. Como es sabido, el inefable Chávez hace un negocio mondo y lirondo cuando compra bonos argentinos, ya que los vende a los bancos venezolanos a precio ‘oficial’ y les permite, con ello, ganar ingentes sumas cuando los venden a precio ‘negro’ (recuérdense las valijas de Antonini Wilson). Si bien la ingeniería financiera es más complicada, esta somera explicación puede permitir entenderla a los no iniciados.
Pero ese mismo negocio, es decir, sus márgenes de ganancia, podría haberse realizado a una tasa menor, no alarmante. Pero Argentina pactó (sí, pactó, y cuando nadie lo pedía ni el país lo necesitaba) una tasa sideral.
He dicho sin eufemismos y sin usar tiempos de verbo condicionales (ver mi blog: http://egavogadro.blogspot.com) que Kirchner, tolerado por su mujer, doña Cristina, hará lo imposible con tal de no perder el poder o, al menos, para evitar las consecuencias de sus des-manejos. Sugerí que estaría dispuesto, inclusive, a crear un caos social violento, para soslayar sus responsabilidades.
Afirmo, ahora, que el aceptar –o, mejor, establecer- ese nivel de tasas de interés con don Chávez ha dado la patada inicial de ese ‘neronicidio’ que, seguramente, NK intentará antes de ser obligado a dejar el poder, ir preso o, siquiera, de exiliarse. Estoy convencido que, si pudiera, incendiaría a la Argentina para evitar que alguien revise lo actuado.
La otra posibilidad es que este ‘negocio’ con Venezuela lo hubiera hecho ‘por tonto’, sin reparar en sus consecuencias. Por supuesto, no creo eso. Creo, sí, que lo mueve un sentimiento de venganza hacia un pueblo que no entendió su patriada y, por ello, debe pagar.
Recuerdo, para terminar, una escena del film “La Caída”, en la que Hitler decide, frente a una posición contraria de sus generales, luchar en Berlín hasta las últimas consecuencias, porque los ‘traidores’ alemanes no habían entendido su razonamiento y su accionar. Se asemeja mucho, también, a la orden de incendiar Paris, frente al avance aliado en Francia. O, inclusive, a Nerón, quemando Roma.
Después de terminar este artículo, me he enterado del proyecto del Gobierno de ‘recomprar’ anticipadamente deuda soberana, para ‘calmar a los mercados’.
Amén del confuso mensaje que implica esta actitud para los mercados, la intención misma es ridícula. ¿Algún funcionario o ex-Presidente cree que algo así puede ser bien interpretado?
Una vez más, tenemos un escenario incomprensible, no ya para los expertos sino, mucho más, para el común de los ciudadanos. Bastará con preguntarle a cualquiera de ellos que opinaría si un miembro de su familia tomase dinero a un usurero para pagar a un banco –como sucedió cuanto pedimos a Chávez para pagar al FMI- o para pagar deuda no vencida, como dice el proyecto de hoy.
Como dije tantas veces: ¡Dios nos guarde!
Buenos Aires, 11 Ago 08
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