De Esperpentos y Espantos
“De él, y no de otro, sigo el rastro, pues
ha cometido en la noche un acto espantoso.
Nada sabemos con exactitud, porque todo
son conjeturas. Yo me he lanzado en su
busca y algunas huellas sí las identifico;
pero otras me tienen perplejo y no puedo
averiguar de quién son”
Sófocles
Como saben todos quienes han tenido la paciencia sobrenatural de seguir mis notas saben que, desde 2005, estoy convencido que los Kirchner (en aquella época, sólo don Néstor) no aceptarían dejar el poder por la fuerza de las urnas. Y, en tiempos más recientes, que producirían algún desastre de magnitud el año próximo, antes que el calendario acercara el inevitable final que traerían aparejadas las elecciones presidenciales.
Sin embargo, nunca supuse que doña Cristina y el tirano de Olivos apuraran tanto el caos institucional y político que, por estos días, han desatado en la Argentina. Hagamos un breve repaso de los esperpentos que ha traído la semana que hoy termina.
Después de la intervención “programada” de Kirchner, su distinguida cónyuge apareció, reemplazándolo, en el Luna Park y, una vez más, derrapó desde el atril de turno. El llamado a la clase media -esa que hoy les resulta tan esquiva debido a sus desmesurados disparates y que tanto contribuyó a la entronización de doña Cristina en 2007- a no mirar con miedo y rechazo a “los morochos”, fue un episodio más en la larga campaña kirchnerista para segmentar a una sociedad ya fracturada.
La Suprema Corte, harta ya de aprietes oficiales a sus miembros, complicó nuevamente –ya lo había hecho al rechazar la intervención dispuesta por Guillermo Moreno a Papel Prensa- el mundo ideal los Kirchner, con dos sentencias de enorme y simultánea repercusión: los casos Apablaza y Sosa.
El “twittero” Canciller, tan desmemoriado él, debe estar trabajando a tambor batiente para intentar recomponer el ambiente con el cual nuestra Presidente se encontrará hoy en Santiago, cuando viaje a Chile a festejar sus doscientos años de independencia. Sin embargo, no le resultará fácil; todos los partidos, incluido el socialismo, se han puesto de acuerdo para reclamar que doña Cristina convalide la extradición del primero.
¿Por qué el caso Apablaza se ha convertido en una enorme complicación para el Gobierno, cuando se trata simplemente de un asesino, de un criminal que, en plena democracia, ordenó la muerte de un senador y el secuestro extorsivo de un empresario? Porque, como sucede inveteradamente desde que los Kirchner llegaron al poder nacional, las relaciones exteriores nos son nada más que otro instrumento de la política interna.
Y aquí, las Abuelas y las Madres, tan imprescindibles al Gobierno para su disfraz vinculado a los derechos humanos, defienden al terrorista como uno más de los “jóvenes idealistas”, otro de aquéllos que, en la democracia argentina, mataron a Rucci o atacaron el Regimiento 29 de Monte, en Formosa, y hoy están titulados de mártires en monumentos oficiales. Lo mismo ocurrió, por lo demás, con el terrorista vasco cuya extradición reclamaba España.
El otro complicado frente que abrió la Corte esta semana pasa por el pedido al Congreso para que obligue al Gobernador de Santa Cruz a cumplir sus sentencias, en este caso, la reposición del Dr. Sosa en su cargo de Procurador General de la Provincia.
Contra esa resolución del Tribunal supremo, que incluyó la denuncia penal contra Peralta, el sucesor de don Néstor en el cargo patagónico, se alzaron el desobediente imputado y distintos voceros que, como todos sabemos, sólo hablan cuando don Néstor lo dispone.
Se ha creado, así, el más grave conflicto de poderes desde el fatídico 2003, cuyo final aún estará abierto por un rato largo. Para intervenir una provincia se requiere de una ley; pasará fácilmente por la Cámara de Diputados, ya que sólo requiere una mayoría simple para su aprobación, pero tendrá un trámite complicado en el Senado, ya que muchos gobernadores dudarán en sentar un precedente que puede complicarlos en el futuro; y luego, todavía, doña Cristina podrá vetarla.
Como siempre sucede, el mundo mira con atención las cosas malas que suceden en cada país –por estos días, Sarkozy está bebiendo esa medicina- y Timerman supo de ello cuando los Estados Unidos, a través de Valenzuela, le hicieron saber acerca de la preocupación internacional por los ataques oficiales a la libertad de prensa en la Argentina.
Y ese mundo no dejará de mirar, con lupa, el conflicto que la casi segura concesión del status de refugiado político a Apablaza generará con Chile, el país más serio y confiable de toda América. Y lo mismo ocurrirá con el desconocimiento del fallo de la Corte que, además, ya constituye un nuevo freno a las magras inversiones extranjeras en nuestro país, por la incrementada luz que arroja sobre la falta de seguridad jurídica.
El Gobierno, cuya debilidad se puso de manifiesto con la urgencia en presentar al enfermo Kirchner como un tipo en plenitud física, continúa abriendo frentes de tormenta, en su desesperación frente a un poder que se escapa diariamente de sus manos.
Los barones del Conurbano, que ya sufrieron en carne propia la derrota a la que los condujo el mariscal don Néstor en 2009, por la pérdida de poder en los consejos deliberantes, han comenzado –silentemente algunos, a gritos otros- a despegarse de un proyecto oficial que, de prosperar, les recortará aún más sus omnímodas facultades. La pretensión de Kirchner de instalar listas colectoras, de tener éxito, implicará la entrada de piqueteros y de sindicalistas en esos consejos.
Por lo demás, la asunción de Moyano del PJ bonaerense también es un motivo de grave preocupación para esos caciques, que ven como los camiones de basura se llevan el 40% de sus presupuestos y, además, pueden imponer conductas con su desmedida presión, que tantas empresas conocen.
La suerte de “el hombre del camión” hoy está atada a la de Kirchner porque, al igual de lo que sucede con el entorno de éste, ha cosechado odios irrefrenables entre sus pares, los gordos, que han visto como roe cada día sus ya magros padrones sindicales.
Moyano ya es un par, no un súbdito, de Kirchner. El mutuo control se ejerce, de un lado, por la espada de Damocles que la causa de los medicamentos hace pender el camionero de la mano de Oyarbide, tan maleable a los deseos de Olivos; por el otro, por la capacidad de convocatoria y movilización que, día a día, demuestra en actos y piquetes su contendiente.
Lo mismo sucede con Scioli, aún no repuesto del sopapo público que le propinó don Néstor, ese por el cual nunca dudó en transformarse en felpudo.
Flotan así, en nuestro escenario político, algunas preguntas, de cuyas respuestas dependerá el futuro inmediato. ¿Cuál será el momento en que el Gobernador y los barones estarán dispuestos a arriesgarse a las represalias económicas de Kirchner?, ¿cuándo los breves plazos faltantes las convertirán en inocuas?.
Porque, reconozcámoslo, aquí también hay un cierto control recíproco: don Néstor puede cerrar el grifo de fondos al Conurbano e incendiarlo, pero el incendio también se lo llevará a él puesto. Personalmente, y como lo veo muy parecido a Nerón, creo que tiene siempre a mano una caja de fósforos.
Me queda una advertencia a mis amigos del Peronismo Federal. ¡Apúrense a conseguir un sello partidario, indispensable para poder realizar las internas, paso previo sine qua non a postular un candidato a Presidente!
Para concluir esta nota, casi una crónica de la semana que terminó, sólo una breve referencia a la marcha estudiantil a Plaza de Mayo. El Gobierno, con su vocación por el pasado re-escrito, creyó poder reinventar en Buenos Aires un “mayo del 68” que, con sus vientos huracanados, hiciera desaparecer a Macri del escenario; sin embargo, al plegarse los universitarios, ha abierto una caja de Pandora cuyas consecuencias, también, alcanzarán a los Kirchner y a sus gobiernos aliados en todo el país.
Y un dato demoledor: la Universidad de Buenos Aires estuvo, hasta hace pocos años, entre las más prestigiosas del mundo; hoy no hay ninguna universidad argentina entre las primeras doscientas.
¡Dios nos ampare!
El “twittero” Canciller, tan desmemoriado él, debe estar trabajando a tambor batiente para intentar recomponer el ambiente con el cual nuestra Presidente se encontrará hoy en Santiago, cuando viaje a Chile a festejar sus doscientos años de independencia. Sin embargo, no le resultará fácil; todos los partidos, incluido el socialismo, se han puesto de acuerdo para reclamar que doña Cristina convalide la extradición del primero.
¿Por qué el caso Apablaza se ha convertido en una enorme complicación para el Gobierno, cuando se trata simplemente de un asesino, de un criminal que, en plena democracia, ordenó la muerte de un senador y el secuestro extorsivo de un empresario? Porque, como sucede inveteradamente desde que los Kirchner llegaron al poder nacional, las relaciones exteriores nos son nada más que otro instrumento de la política interna.
Y aquí, las Abuelas y las Madres, tan imprescindibles al Gobierno para su disfraz vinculado a los derechos humanos, defienden al terrorista como uno más de los “jóvenes idealistas”, otro de aquéllos que, en la democracia argentina, mataron a Rucci o atacaron el Regimiento 29 de Monte, en Formosa, y hoy están titulados de mártires en monumentos oficiales. Lo mismo ocurrió, por lo demás, con el terrorista vasco cuya extradición reclamaba España.
El otro complicado frente que abrió la Corte esta semana pasa por el pedido al Congreso para que obligue al Gobernador de Santa Cruz a cumplir sus sentencias, en este caso, la reposición del Dr. Sosa en su cargo de Procurador General de la Provincia.
Contra esa resolución del Tribunal supremo, que incluyó la denuncia penal contra Peralta, el sucesor de don Néstor en el cargo patagónico, se alzaron el desobediente imputado y distintos voceros que, como todos sabemos, sólo hablan cuando don Néstor lo dispone.
Se ha creado, así, el más grave conflicto de poderes desde el fatídico 2003, cuyo final aún estará abierto por un rato largo. Para intervenir una provincia se requiere de una ley; pasará fácilmente por la Cámara de Diputados, ya que sólo requiere una mayoría simple para su aprobación, pero tendrá un trámite complicado en el Senado, ya que muchos gobernadores dudarán en sentar un precedente que puede complicarlos en el futuro; y luego, todavía, doña Cristina podrá vetarla.
Como siempre sucede, el mundo mira con atención las cosas malas que suceden en cada país –por estos días, Sarkozy está bebiendo esa medicina- y Timerman supo de ello cuando los Estados Unidos, a través de Valenzuela, le hicieron saber acerca de la preocupación internacional por los ataques oficiales a la libertad de prensa en la Argentina.
Y ese mundo no dejará de mirar, con lupa, el conflicto que la casi segura concesión del status de refugiado político a Apablaza generará con Chile, el país más serio y confiable de toda América. Y lo mismo ocurrirá con el desconocimiento del fallo de la Corte que, además, ya constituye un nuevo freno a las magras inversiones extranjeras en nuestro país, por la incrementada luz que arroja sobre la falta de seguridad jurídica.
El Gobierno, cuya debilidad se puso de manifiesto con la urgencia en presentar al enfermo Kirchner como un tipo en plenitud física, continúa abriendo frentes de tormenta, en su desesperación frente a un poder que se escapa diariamente de sus manos.
Los barones del Conurbano, que ya sufrieron en carne propia la derrota a la que los condujo el mariscal don Néstor en 2009, por la pérdida de poder en los consejos deliberantes, han comenzado –silentemente algunos, a gritos otros- a despegarse de un proyecto oficial que, de prosperar, les recortará aún más sus omnímodas facultades. La pretensión de Kirchner de instalar listas colectoras, de tener éxito, implicará la entrada de piqueteros y de sindicalistas en esos consejos.
Por lo demás, la asunción de Moyano del PJ bonaerense también es un motivo de grave preocupación para esos caciques, que ven como los camiones de basura se llevan el 40% de sus presupuestos y, además, pueden imponer conductas con su desmedida presión, que tantas empresas conocen.
La suerte de “el hombre del camión” hoy está atada a la de Kirchner porque, al igual de lo que sucede con el entorno de éste, ha cosechado odios irrefrenables entre sus pares, los gordos, que han visto como roe cada día sus ya magros padrones sindicales.
Moyano ya es un par, no un súbdito, de Kirchner. El mutuo control se ejerce, de un lado, por la espada de Damocles que la causa de los medicamentos hace pender el camionero de la mano de Oyarbide, tan maleable a los deseos de Olivos; por el otro, por la capacidad de convocatoria y movilización que, día a día, demuestra en actos y piquetes su contendiente.
Lo mismo sucede con Scioli, aún no repuesto del sopapo público que le propinó don Néstor, ese por el cual nunca dudó en transformarse en felpudo.
Flotan así, en nuestro escenario político, algunas preguntas, de cuyas respuestas dependerá el futuro inmediato. ¿Cuál será el momento en que el Gobernador y los barones estarán dispuestos a arriesgarse a las represalias económicas de Kirchner?, ¿cuándo los breves plazos faltantes las convertirán en inocuas?.
Porque, reconozcámoslo, aquí también hay un cierto control recíproco: don Néstor puede cerrar el grifo de fondos al Conurbano e incendiarlo, pero el incendio también se lo llevará a él puesto. Personalmente, y como lo veo muy parecido a Nerón, creo que tiene siempre a mano una caja de fósforos.
Me queda una advertencia a mis amigos del Peronismo Federal. ¡Apúrense a conseguir un sello partidario, indispensable para poder realizar las internas, paso previo sine qua non a postular un candidato a Presidente!
Para concluir esta nota, casi una crónica de la semana que terminó, sólo una breve referencia a la marcha estudiantil a Plaza de Mayo. El Gobierno, con su vocación por el pasado re-escrito, creyó poder reinventar en Buenos Aires un “mayo del 68” que, con sus vientos huracanados, hiciera desaparecer a Macri del escenario; sin embargo, al plegarse los universitarios, ha abierto una caja de Pandora cuyas consecuencias, también, alcanzarán a los Kirchner y a sus gobiernos aliados en todo el país.
Y un dato demoledor: la Universidad de Buenos Aires estuvo, hasta hace pocos años, entre las más prestigiosas del mundo; hoy no hay ninguna universidad argentina entre las primeras doscientas.
¡Dios nos ampare!
Bs.As., 18 Sep 10
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