País cachivache
por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 843)
"Contra la estupidez, hasta los mismos dioses luchan en vano”.
Friedrich Nietzsche
Entre el cúmulo de disparates, falsedades,
tergiversaciones y rotundas mentiras que contuvo la perorata con la que
Cristina Fernández nos volvió a azotar el lunes pasado, hubo una frase que,
creo, pasó injustamente desapercibida. Me refiero a su sibilina referencia a
Manuel Belgrano y al éxodo jujeño, es decir, a la retirada que, en 1812, el
General ordenó sobre Tucumán, dejando atrás tierra arrasada para que los
realistas no pudieran abastecerse en su avance. ¿Habrá sido una sugerencia a su
títere, al cual cedió la lapicera pero no la tinta, para que haga lo mismo?
Sin duda, está desesperada por la inminencia de la
sentencia en el juicio por el direccionamiento de la obra pública a las
empresas del testaferro de su marido muerto, Lázaro Báez, destrabado el martes
por la batería de fallos con los que la Corte Suprema rechazó sus múltiples e
improcedentes recursos. Y no es para menos, ya que en el Instituto Patria, más
allá de las declamaciones, nadie cree que ella pueda ser una candidata
triunfante en las elecciones del año próximo; por eso, descarto que lo intente,
toda vez que resultar perdidosa la dejaría sin protección contra las múltiples
órdenes de detención que la afectan.
En el marco de un tejido social destruido, un escenario
muchísimo peor que el que precedió a la crisis de 2001 y que se está
complicando a una velocidad imprevista, debido a la guerra interna en la que
está inmerso el Frente para Todos (ese adefesio que Cristina inventó y del cual
ahora pretende despegarse sin renunciar a las tremendas cajas del Estado que
controla con impericia y corrupción), la falta de gasoil y sus consecuencias
sobre el transporte de granos y mercaderías, el creciente déficit fiscal, la
imparable inflación, la escasez de reservas, la increíble bola de nieve en que
se ha convertido el festival de bonos del Tesoro y Leliqs un riesgo-país de
2400 (3200 al final de De la Rúa), el país se asoma a una hecatombe.
La situación internacional y regional merecen un somero
análisis, ya que ambas también incidirán en nuestro futuro. En primer término,
corresponde decir que lo sucedido en Francia, en España, en Chile y en Colombia
ratifica que, en los países en los cuales se ejerce el voto en libertad, las
enormes diferencias socio-económicas que padecen las sociedades, agudizadas por
la pandemia, están derrumbando a los oficialismos sin importar si se trata de
regímenes de derecha o de izquierda. Todo indica que lo mismo sucederá en
Brasil, en Gran Bretaña y hasta en Estados Unidos, en las elecciones de medio
término de noviembre, en las que Joe Biden corre alto riesgo de perder el
escaso control del Congreso del que hoy dispone.
En Europa, la criminal invasión a Ucrania parece transformarse
en una guerra prolongada, y hasta es posible que se extienda a los países
bálticos y a Moldavia, sobre el Mar Negro, con las enormes consecuencias que todo
ello ya está produciendo sobre los senderos de los recursos energéticos y
alimentarios globales. En el sur de Asia, Corea del Norte sigue amenazando con
sus misiles al mundo y China continúa hostigando a Taiwan, mientras que, asociada
a India en la empresa, diluye los efectos de las sanciones occidentales sobre
Rusia al comprar sus combustibles.
Si esos conflictos se extienden, la base militar que el
kirchnerismo regaló a Xi Jinping en Neuquén convertirá a la Argentina, ya muy
sospechosa por su cercanía con los ayatollas de Irán, en un más que razonable
objetivo militar. Y tampoco resultará ajena nuestra ubicación geográfica en la
cercana discusión sobre la Antártida y el Atlántico sur ni, menos aún, la
vocación de Alberto y Cristina Fernández por cortejar rastreramente a los
peores y más sanguinarios dictadores del mundo.
En América, una región que los triunfos de Gabriel Boric
y Gustavo Petro están tiñendo de rosa shocking, que podría acentuarse con la probable
victoria de Lula da Silva en octubre, la preocupación cunde aunque, creo, por
ahora resulta injustificada. Sus países tienen instituciones sólidas y ninguno
de estos nuevos presidentes podrá hacerse con una mayoría automática en sus
congresos. Si bien el proyecto de modificación de la Constitución trasandina
merece particular atención, por sus enormes implicancias sobre la forma del
Estado (en realidad, casi su desaparición), no es probable que sea aprobado en
el plebiscito previsto para septiembre y, en el país cafetero, más allá del
pasado guerrillero del nuevo Presidente, no parece que éste se encuentre en
condiciones de alterar demasiado el rumbo, como tampoco pudieron hacerlo para
un lado Pedro Castillo, que todos los días está al borde de la destitución en
Perú, ni hacia el otro Guillermo Lasso, con Ecuador incendiado por las
protestas indígenas. Y tampoco debemos olvidar que Daniel Ortega, Miguel
Díaz-Canel y Nicolás Maduro sostienen sus tiránicos regímenes sobre el apoyo irrestricto
de las fuerzas armadas, algo que no sucede en Chile, Perú, Ecuador o Colombia, país que mantiene una antigua
alianza militar con los Estados Unidos.
Volviendo a la Argentina, creo que sólo una verdadera catástrofe
como la que se perfila en el horizonte cercano puede salvarla del terrible
destino al cual la condenan los veinte años que el kirchnerismo lleva destruyendo
la educación, colonizando la cultura, e implantando en el frágil carácter de la
población ese egoísmo que hace que nadie esté dispuesto a sacrificar nada, ni a
pagar por lo que las cosas valen, en beneficio de todos. Por eso, porque
únicamente cuando ya no les queda nada por perder, las sociedades consiguen
hacer pie en el fondo para impulsarse hacia la superficie y volver a respirar.
Conviene recordar dos frases -una de Jorge Luis Borges (los peronistas son incorregibles) y otra de Juan Domingo Perón (peronistas son todos)- porque su
combinación puede explicar qué nos sucede hoy como país.
Bs.As., 25 Jun 22
211 comentarios:
«El más antiguo ‹Más antiguo 201 – 211 de 211Hola Enrique, recién puedo leer su blog. Muy bueno.
Pregunta: el marido muerto, estará muerto? Usted lo vio muerto?
Muyyyyyyy buenooooooooo el último párrafo.
Juan José Villegas Nigra
http://www.diarioenfoques.net/index/edition/e/2266/s/19
Ricardo Garzón
Gracias querido Enrique por tus virtuosos y valiosos análisis para
apreciar nuestra realidad y su contexto. Abrazo grande
Guillermo Smith
Leído su correo, me pregunto y LE PREGUNTO A QUIEN DEBERÍA ESTAR
INFORMADO DENTRO DE SU CIRCULO, ¿qué están haciendo o analizando las
Fuerzas Armadas responsables del nacimiento de esta hermosa República?
Abrazo
Dante Luis Gaute Giordana
Es terrible, vamos muy rápido al desastre.
Ramona Maidana
Mil disculpas por la demora en agradecer tan profundo análisis. Muchas
gracias. Gran abrazo.
Oscar Correa
Gracias, pero me parece que no serán solo piedras....
Víctor Sarnaglia
Excelente como siempre
Alfredo Orelli
Que lamentable el devenir de nuestra Republica Argentina....nuestro peso
específico mundial,100 años atrás, y donde estamos empantanados en el
mierdero de nuestra creación
Matías Chlapowski
Querido Enrique.Como siempre. Sus escritos me ilustran y emocionan.Dios
lo guarde amigo.Lo que estamos viviendo es increíble.Que Dios se apiade
de nosotros
Héctor Siracusano
Muy bueno tu artículo Enríque. Felicitaciones
Ramona Maidana
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