¿Y los euros robados?
por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 1023)
“Juzga a un hombre por sus preguntas más que por sus respuestas”.
William Shakespeare
Los fiscales Diego
Luciani y Sergio Mola llevan una ardua investigación tendiente a encontrar y
decomisar bienes de Cristina Fernández, sus hijos, cómplices y testaferros para
devolver al Estado el producto del mayor episodio de corrupción de nuestra
historia. Pero, claro, sus logros estarán limitados a los bienes registrables y
cuentas bancarias, aquí y en el exterior, ya que les resultará harto difícil
llegar a aquéllos otros que, quizás como el efectivo presuntamente enterrado y
los fondos depositados en paraísos fiscales, quedan fuera de los radares
oficiales. Por ello, insistiré en la teoría que publiqué en sendas notas en
mayo de 2012 (“La gata de Angola” y “Son eternos los diamantes”), pues está
a la vista que la organizadora y jefa de esa monumental asociación ilícita se
sigue riendo de nosotros desde su pseudo cárcel de San José 1111, con su
fortuna a buen recaudo.
Porque fue
“casualmente” en ese momento (2012) que la ex Presidente organizó, con la
colaboración de otro reo, el recordado Guillermo Patotín Moreno, una misión comercial a Angola, con quien no tenemos
negocios; el intercambio, de sólo US$ 11 millones anuales en su mejor momento,
desde 2017 es cero. Pero hasta allí fue “Ella”, llevando un buque con una vaca,
una falsa cosechadora, unos pollos, merchandising anti-Clarín y un montón de inexplicados
containers; todos recordamos el
triste espectáculo que brindó en Luanda, su capital, simulando aletear y
ordeñar, pero nada de eso sirvió, como era natural, para que la Argentina vendiera
algo en ese país.
Intrigado, averigüé
un poco más sobre el país africano, y descubrí que Jose Edoardo dos Santos, su
Presidente (1979/2017), era en realidad un tirano corrupto (tanto como los
Kirchner) que había puesto a una de sus hijas al frente de la empresa petrolera
nacional y, a la otra, de la compañía de diamantes (Angola es el segundo
productor, después de Rusia). Dado que el petróleo allí lo extrae Repsol, a quien
Cristina Fernández y Axel Kiciloff le acababan de “nacionalizar” sus acciones
en YPF, cualquier negocio en el rubro resultaba impensable y, entonces, sólo
quedaban las piedras.
Por entonces, ya
se anunciaba que el Banco Central Europeo sacaría de circulación los billetes
de quinientos euros, que facilitaban el movimiento de fondos ilegales en
transacciones espurias. Y se decía que - y ahora se ha comprobado por las
confesiones de muchos “arrepentidos” en la causa “Cuadernos” – que Néstor
Kirchner, patriarca de la familia gangsteril y organizador original del saqueo,
exigía precisamente en esos billetes el pago de las coimas que percibía. Dados
los montos semanales que recaudaron el tuerto finado y su viuda - en el caso de
Roberto Baratta, sólo uno de los muchos “cobradores”, llegaban a los € 300.000
semanales - puede suponerse el monumental volumen físico que llegaron a
acumularse en bóvedas acorazadas de la ciudad de Buenos Aires y del sur
argentino.
Pensemos ahora en
la desesperación en que debe haber caído Cristina Fernández ante semejante
riesgo: ¿qué hacer con tantos euros que se transformarían en inservibles si no
se cambiaban por algo más fácil de usar? Entonces, alguien le habría acercado
la idea de convertirlos en diamantes que son sólo cristales susceptibles de ser
tallados, transportados fácilmente y comercializados sin dejar rastros y
además, no ocupan lugar y tampoco hacen sonar las alarmas en los arcos de los
aeropuertos.
Según imagino, por
supuesto sin pruebas, ordenó a sus secretarios más fieles, todos enriquecidos
ilegalmente, embalar en varios containers
los “ladrillos” de euros y embarcarlos, sin declarar, en el buque que llevaría nuestros
espejitos de colores a Angola, y allí los cambió por las piedras que le
permitieron recuperar la tranquilidad espiritual. Los fiscales no tienen
ninguna posibilidad, por falta de medios, de seguir esta supuesta pista, pero
sí podría hacerlo la asociación internacional de periodistas de investigación,
que tantos delitos destapó en el mundo; por ejemplo, los “Panamá Papers”.
Hecho mi modesto
aporte a la eventual recuperación de lo robado, corresponde hablar un poquito
de la realidad argentina. Me abstendré de meterme en el inmundo lodazal de la
AFA porque, como todo el mundo sabe, con lo que ignoro sobre el fútbol se puede
hacer toda la enciclopedia. En cambio, manifiesto mi asombro, y mi alborozo, por
el crecimiento de las bancadas de La Libertad Avanza en el H° Aguantadero, que
ha permitido a ésta – un partido nacional recién constituido – hacerse ya con
la primera minoría en la Cámara de Diputados; y lo digo porque esa posición de
fuerza, amén de empujar al pero-kirchnerismo al rincón más mugriento del baúl
de la historia, le permitirá - y le exigirá - hacer las reformas aún pendientes
en lo laboral, impositivo, penal, educacional y sanitaria.
Porque, hasta
tanto esa imprescindible legislación sea sancionada, la micro-economía, ese
universo en el que todos nos movemos diariamente, no mejorará: no se crearán
nuevos puestos de trabajo registrado y bien pagos, no llegarán las indispensables
inversiones que se requieren para alcanzar la competitividad de nuestra
economía, no podremos acumular reservas y muchas empresas - como ya sucede -
continuarán cerrando sus puertas, la educación pública seguirá despeñándose
hasta convertir en definitivamente insalvable la creciente brecha tecnológica
que nos separa de las grandes potencias, y subsistirá la absurda mortalidad
infantil que provoca la reaparición de enfermedades olvidadas hace tiempo.
Bs.As., 6 Dic 25

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