Llegamos al 2009
Sí, pese a todo lo que nos pasó en 2008, llegamos al 2009, como manda el calendario.
¿Qué nos pasará este año a los argentinos? Con seguridad, de todo.
El campo reiniciará, en algún momento del verano, su lucha en pos de lograr rentabilidad para una actividad que, mal que les pese a los K, es el motor que tracciona a la economía argentina. Esta vez, espero, no se producirán cortes de rutas, ya que la sensación general –y esto es un defecto de la Mesa de Enlace- es que, con el voto ‘no positivo’ de don Cobos y la consecuente derogación de la Resolución 125, el campo ‘ya ganó’ y no debería protestar.
En esta materia, entonces, resulta imprescindible que el sector realice una muy intensa campaña de concientización y explicación de cara a las clases medias urbanas, campaña que no puede reducirse, por lo reducido de su alcance, a la aparición de los dirigentes en programas periodísticos de televisión.
Otra cosa que nos pasará es que, en febrero o marzo, la crisis económico-financiera mundial –en verdad, una crisis de confianza, como explica Jorge Castro- llegará a nuestras playas, produciendo una masiva desocupación en el sector industrial y, sobre todo, en el de la construcción. Esa crisis importada, cuya llegada ya es inevitable, se sumará a la crisis interna, que nació en el 2007, producto de la pésima conducción de la economía por parte de don Néstor.
Ernesto Kritz, tal vez la persona que más sabe del mercado laboral en Argentina, prevé la pérdida de, al menos, 300.000 puestos de trabajo.
El tema es sumamente preocupante, no solamente por el efecto individual que producirá en las personas y en las familias de los directamente afectados, sino que revestirá características sociales de alta conflictividad.
Ni el Gobierno ni la oposición parecen haberse puesto a pensar en urgentes medidas de contención, y las arcas del Ejecutivo estarán lo suficientemente exhaustas como para poder pergeñar subsidios masivos.
Además, el peor efecto de la desocupación será, con toda seguridad, el incremento geométrico de la inseguridad, tanto urbana como rural.
Es decir, que los dos temas que más preocupan a la sociedad en su conjunto, según todas las encuestas, se agravarán, y mucho, en el año que hoy comienza.
Ambos factores, la nueva crisis del campo y la desocupación, con su secuela de inseguridad, serán un gran caldo de cultivo para la conmoción social, y la primera gran prueba de supervivencia para los K.
Otra cosa que está apareciendo –espero- en el horizonte, es una incipiente independencia de los jueces y de los fiscales. Si ese nacimiento tan necesario se produce –y ello es altamente probable, dada la fragmentación que, por derecha y por izquierda, está sufriendo el kirchnerismo- muchos funcionarios, comenzando por el propio don Néstor, comenzarán a desfilar por los Tribunales.
En este sentido, ha sido sumamente positiva la presentación judicial efectuada por la señora Carrió y la Coalición Cívica, pues se ha transformado en un verdadero índice-recordatorio de los mayores casos de corrupción en la Argentina, que no va a poder ser ‘cajoneado’ fácilmente, en especial por la luz que proyecta sobre la realidad actual la altamente probable derrota de los K en las elecciones legislativas de octubre.
Con esa previsible derrota, no solamente el sol calentará desde otro lado, sino que, casi con seguridad, desaparecerán los ‘super-poderes’, el manejo espurio del Consejo de la Magistratura y, en especial, la concentración de la caja en manos de don Néstor.
En el orden internacional, también creo que se terminarán las veleidades bolivarianas de doña Cristina y su patrón, ya que la baja del precio del petróleo, la sangre de las venas de Chávez, restará a éste protagonismo en América Latina, y obligará al Gobierno a olvidarse de sus alianzas regionales con Morales, en Bolivia, con Correa, en Ecuador, y hasta con el Presidente de Nicaragua. ¡Vaya banda de insanos que tenemos como únicos amigos en el continente!
Además, creo que la recuperación del Congreso de sus facultades constitucionales también podrá poner un freno a las buscadas amistades con Rusia, Libia y tantos otros países que, a contramano de la declamada política de derechos humanos del Gobierno, sojuzgan a sus habitantes pero son del agrado de los K.
Si los K sobreviven a los efectos internos de la crisis, llegaremos con muletas a octubre y, si entonces pierden las elecciones, el escenario habrá cambiado dramáticamente porque, en la estructura mental de don Néstor, nunca ha sido posible gobernar sin mayoría en ambas cámaras.
Entonces será el momento de la renuncia, de la fuga o de la detención tras las rejas del matrimonio que quiso ser imperial, asumirá don Cobos y llamará a elecciones. Con esta oposición tan dividida, ¿qué podrá ocurrir? Sólo Dios lo sabe.
Hasta que algo de todo eso se produzca, todos tenemos la obligación de detener a los K en un campo totalmente nuevo, el generado por la ley de lavado de dinero y amnistía provisional y fiscal.
Hace unos días, en una nota que llamé “Aprovechar la mala fama”, que se encuentra en mi blog (www.egavogadro.blogspot.com), propuse que todos nos uniéramos y exigiéramos a todos los candidatos a legisladores, de todos los partidos y alianzas, que asumieran el irrevocable compromiso de derogar esa ley tan pronto se hagan cargo de sus bancas, y de declarar públicamente que no sólo lo harán, sino que además dispondrán la investigación del origen de los fondos, la confiscación de aquellos no justificados y la prosecución de los juicios contra los grandes deudores del Fisco.
El título de la nota antedicha se vinculaba a la falta de seguridad jurídica que, en la era K, nos ha convertido en el hazmerreír del mundo y en el último país del planeta –salvo Nigeria y Zimbawe- en recibir inversiones.
Finalmente, no olvidemos que, como dijo Amado Nervo, “yo fui el arquitecto de mi propio destino”. Pongámonos a trabajar ya, pero ya mismo, en una lista, muy corta por cierto, de coincidencias básicas, que permitan reconstruir a la Argentina que queremos y en la cual deberán vivir nuestros hijos y nietos, porque será la única forma de evitar su desmembración. A riesgo de resultar reiterativo, pregunto: ¿es posible creer que el mundo, que se enfrenta a la plaga del hambre masivo, permita que un territorio poblado por sólo 40 millones pero capaz de producir alimentos para 400, esté en manos de unos orates?
Dentro de lo que cabe, ¡feliz año nuevo!
Buenos Aires, 1° de enero de 2009.-
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