Siguen, todos, en la misma
“Yo sabía también que, en el fondo de
“sí mismo, Cayo jamás había dejado de
“tener miedo y, cuanto más conciencia
“tomaba de su poder, tanto más temía
“los peligros que éste comportaba. El
“desprecio ajeno, unido al temor
“enfermizo que lo obsesionaba,
“convirtió a mi hermano en el ejemplo
“más evidente de los males que el
“poder absoluto puede causar en un
“Estado”.
“Memorias de Agripina”, de Pierre Grimal
“Memorias de Agripina”, de Pierre Grimal
Ayer, sendas conferencias de prensa otorgadas por la Presidente y por su pseudo Ministro de Economía, nos anoticiaron que, pese a todo lo que ha ocurrido en el país en los últimos treinta días, el Gobierno, encabezado por el tirano de Olivos, sigue en la misma posición.
Veamos a qué me refiero. En primer término, doña Cristina nos dijo que, graciosamente y después de los innumerables papelones cometidos por ella y sus adláteres, ha decidido instar al Presidente de la Cámara de Diputados a convocar a las comisiones de Presupuesto y Hacienda y de Economía para que elijan a sus autoridades para que éstas, a su vez, integren la Comisión Bicameral que, por imperio de la Carta Orgánica del Banco Central, debe aconsejar sobre el eventual despido del Presidente de éste.
Varios detalles a resaltar. Primero, no hizo lo mismo con la Cámara de Senadores, por lo cual la Comisión, si lo hace, se reunirá sólo con tres miembros, un diputado oficialista, uno de la oposición y el Presidente del Senado, configurando para éste un apriete político que permitirá a los Kirchner victimizarse si resuelve votar en contra.
Segundo porque, pese a que la norma legal es clara en cuanto a que, para despedir a Redrado, previamente se debe contar con la opinión de esa Comisión Bicameral, no ha derogado el Decreto NyU N° 18/10, que dispuso su remoción.
Por su parte, el muñeco que el ventrílocuo de Olivos tiene en el Ministerio de Economía, nos informó más tarde que todo va muy bien, incluido el canje –objetado por presuntas nimiedades, tipo el Indec, por la SEC- y el Fondo del Bicentenario, medidas sobre las cuales nada amerita ser modificado, pese a que la Justicia está revisando la necesidad y la urgencia de la segunda de ellas. Además, celebró que el “embargador serial” hubiese levantado la indisponibilidad sobre la cuenta operativa del Banco Central en la Reserva Federal, sin mencionar que continúan vigentes otros embargos que llegarán hasta los US$ 3.100 millones.
Ante la inminencia de los plazos a los que nos enfrentamos, quiero detenerme –una vez más- en la cerril oposición de don Néstor a convocar al Congreso. Recuerdo a mis lectores que sólo faltan ya cuarenta días para que esa negativa se transforme, por imperio de la Constitución, en abstracta y para que el kirchnerismo deba enfrentarse a un Poder Legislativo en el cual ha perdido las mayorías y toda posibilidad de recuperarlas.
Anoche, ese excelente periodista que es Marcelo Longobardi perdió una inmejorable oportunidad para develar esta duda que me carcome, ya que tuvo sentado a su mesa nada menos que al jefe de los senadores oficialistas, Miguel Ángel Picheto. Éste respondió a una pregunta sobre el tema diciendo que una eventual autoconvocatoria haría incurrir a la oposición en una conducta marcadamente inconstitucional, pero no explicó a qué se debe que se ponga tanto empeño en retrasar, con un costo político enorme y por sólo cuarenta días, una salida legal e inevitable. ¿O no será así, por decisión unilateral de don Néstor, en marzo? ¿Qué puede pasar, desde ahora hasta entonces, que pueda impedirlo?
La otra noticia que nos llegó ayer, de boca de doña Cristina, fue que cancelaba su viaje a China, hoy nuestro más importante mercado, porque se trataba de un lapso demasiado prolongado para dejar el Poder Ejecutivo en manos de Cobos, pese a que éste había ya asumido el público compromiso de no convocar al Congreso a sesiones extraordinarias, al parecer la principal preocupación de don Néstor.
¿Cuál es, entonces, la verdadera razón de esta abrupta cancelación del viaje -quizás- más importante, desde el punto de vista comercial, de la agenda presidencial?
Felipe Solá acaba de atribuirla, por radio, precisamente al interés de los Kirchner en poner, otra vez, a Cobos frente a la disyuntiva de cumplir con la ley o apoyarlos en sus insanas decisiones, a fin de aumentar la presión para que renuncie a la Vicepresidencia y, con ello, habilite al Senador Pampuro a ser quien deba desempatar, a partir de ahora, las votaciones en la Cámara alta.
Los opositores, con su candor habitual, parecen no haber visto este ángulo del problema y, pese a que puedo coincidir con ellos en que la situación de Cobos comienza a tornarse insostenible, hacerle fácil ese camino a don Néstor –asociándose al pedido de renuncia- permitirá a éste neutralizar cualquier decisión incómoda del Congreso durante los próximos dos años.
También es cierto que, si el tirano de Olivos obtuviera esa renuncia, le resultaría innecesario desatar el autogolpe que, como simple conclusión de un razonamiento, he preanunciado desde hace meses, pero creo que sería muchísimo peor para la República prolongar esta agonía, además sin que ello implique nada más que postergar esa salida hasta el 2011, cuando la situación, sin duda, se repetirá.
Tampoco entonces estará Kirchner dispuesto a entregar, graciosamente, el poder a un sucesor legítimamente elegido y al cual dejará, sin remedio, una situación económica caótica. En 2011, don Néstor correrá similares riesgos para su libertad y su patrimonio a los que se enfrenta hoy y, otra vez, estará dispuesto a hacer hasta lo imposible para no perder el poder.
Recordando las últimas cuatro semanas que el kirchnerismo nos ha regalado, no puedo menos que despedirme citando a ese genial argentino que fue Tato Bores: “Por eso, mis queridos chichipíos, vermouth con papas fritas “y ¡good show!”.
Veamos a qué me refiero. En primer término, doña Cristina nos dijo que, graciosamente y después de los innumerables papelones cometidos por ella y sus adláteres, ha decidido instar al Presidente de la Cámara de Diputados a convocar a las comisiones de Presupuesto y Hacienda y de Economía para que elijan a sus autoridades para que éstas, a su vez, integren la Comisión Bicameral que, por imperio de la Carta Orgánica del Banco Central, debe aconsejar sobre el eventual despido del Presidente de éste.
Varios detalles a resaltar. Primero, no hizo lo mismo con la Cámara de Senadores, por lo cual la Comisión, si lo hace, se reunirá sólo con tres miembros, un diputado oficialista, uno de la oposición y el Presidente del Senado, configurando para éste un apriete político que permitirá a los Kirchner victimizarse si resuelve votar en contra.
Segundo porque, pese a que la norma legal es clara en cuanto a que, para despedir a Redrado, previamente se debe contar con la opinión de esa Comisión Bicameral, no ha derogado el Decreto NyU N° 18/10, que dispuso su remoción.
Por su parte, el muñeco que el ventrílocuo de Olivos tiene en el Ministerio de Economía, nos informó más tarde que todo va muy bien, incluido el canje –objetado por presuntas nimiedades, tipo el Indec, por la SEC- y el Fondo del Bicentenario, medidas sobre las cuales nada amerita ser modificado, pese a que la Justicia está revisando la necesidad y la urgencia de la segunda de ellas. Además, celebró que el “embargador serial” hubiese levantado la indisponibilidad sobre la cuenta operativa del Banco Central en la Reserva Federal, sin mencionar que continúan vigentes otros embargos que llegarán hasta los US$ 3.100 millones.
Ante la inminencia de los plazos a los que nos enfrentamos, quiero detenerme –una vez más- en la cerril oposición de don Néstor a convocar al Congreso. Recuerdo a mis lectores que sólo faltan ya cuarenta días para que esa negativa se transforme, por imperio de la Constitución, en abstracta y para que el kirchnerismo deba enfrentarse a un Poder Legislativo en el cual ha perdido las mayorías y toda posibilidad de recuperarlas.
Anoche, ese excelente periodista que es Marcelo Longobardi perdió una inmejorable oportunidad para develar esta duda que me carcome, ya que tuvo sentado a su mesa nada menos que al jefe de los senadores oficialistas, Miguel Ángel Picheto. Éste respondió a una pregunta sobre el tema diciendo que una eventual autoconvocatoria haría incurrir a la oposición en una conducta marcadamente inconstitucional, pero no explicó a qué se debe que se ponga tanto empeño en retrasar, con un costo político enorme y por sólo cuarenta días, una salida legal e inevitable. ¿O no será así, por decisión unilateral de don Néstor, en marzo? ¿Qué puede pasar, desde ahora hasta entonces, que pueda impedirlo?
La otra noticia que nos llegó ayer, de boca de doña Cristina, fue que cancelaba su viaje a China, hoy nuestro más importante mercado, porque se trataba de un lapso demasiado prolongado para dejar el Poder Ejecutivo en manos de Cobos, pese a que éste había ya asumido el público compromiso de no convocar al Congreso a sesiones extraordinarias, al parecer la principal preocupación de don Néstor.
¿Cuál es, entonces, la verdadera razón de esta abrupta cancelación del viaje -quizás- más importante, desde el punto de vista comercial, de la agenda presidencial?
Felipe Solá acaba de atribuirla, por radio, precisamente al interés de los Kirchner en poner, otra vez, a Cobos frente a la disyuntiva de cumplir con la ley o apoyarlos en sus insanas decisiones, a fin de aumentar la presión para que renuncie a la Vicepresidencia y, con ello, habilite al Senador Pampuro a ser quien deba desempatar, a partir de ahora, las votaciones en la Cámara alta.
Los opositores, con su candor habitual, parecen no haber visto este ángulo del problema y, pese a que puedo coincidir con ellos en que la situación de Cobos comienza a tornarse insostenible, hacerle fácil ese camino a don Néstor –asociándose al pedido de renuncia- permitirá a éste neutralizar cualquier decisión incómoda del Congreso durante los próximos dos años.
También es cierto que, si el tirano de Olivos obtuviera esa renuncia, le resultaría innecesario desatar el autogolpe que, como simple conclusión de un razonamiento, he preanunciado desde hace meses, pero creo que sería muchísimo peor para la República prolongar esta agonía, además sin que ello implique nada más que postergar esa salida hasta el 2011, cuando la situación, sin duda, se repetirá.
Tampoco entonces estará Kirchner dispuesto a entregar, graciosamente, el poder a un sucesor legítimamente elegido y al cual dejará, sin remedio, una situación económica caótica. En 2011, don Néstor correrá similares riesgos para su libertad y su patrimonio a los que se enfrenta hoy y, otra vez, estará dispuesto a hacer hasta lo imposible para no perder el poder.
Recordando las últimas cuatro semanas que el kirchnerismo nos ha regalado, no puedo menos que despedirme citando a ese genial argentino que fue Tato Bores: “Por eso, mis queridos chichipíos, vermouth con papas fritas “y ¡good show!”.
Bs.As., 20 Ene 10
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