viernes, 23 de octubre de 2009

Argentina, ¡despierta de una vez!

Argentina, ¡despierta de una vez!


“Ya la libertad perdida,
“ya derrotado el empeño,
“¡era para enloquecer
“de horror y remordimiento!”
Ramón Gil-Roldán


Ayer, conversando con un nuevo amigo, experto en seguridad y francés, me comentaba cómo se nos ve desde el exterior, cosa que, por lo demás, me consta por mis propios viajes al extranjero.

Una de las primeras cosas que llaman la atención de nuestro país es que el Vicepresidente de la República sea, a la vez, el principal líder de la oposición y el político con mejor imagen pública.

La segunda, en qué hemos convertido a nuestro país cuando, hace menos de cien años, se dudaba en los cenáculos mundiales si Estados Unidos o Argentina sería la primera potencia del siglo XX.

La falta de reacción ciudadana ante la destrucción de todo aquello que un día nos enorgulleciera y el rampante crecimiento de la corrupción, con su correlato de pobreza y miseria, y frente a los avances de los Kirchner sobre las libertades y los bienes de los argentinos, me recuerda un cuento que, hace tiempo, circula profusamente por Internet.

La historia tiene que ver con una pregunta que formuló un joven a un campesino, acerca de cómo se captura a los cerdos montaraces. La respuesta del granjero fue muy simple: primero, se desparrama maíz en un claro del bosque; cuando los chanchos se acostumbran a comerlo, se construye una cerca sobre uno de los lados del claro. Cuando regresan, y se acostumbran a la presencia de la cerca, se levanta un segundo lado, y se repite la operación. Finalmente, con el cuarto ya levantado, y mientras los cerdos están comiendo el maíz, se coloca la tranquera.

Esto es lo que nos están haciendo y, pavorosamente, no nos damos cuenta. Cuando lo hagamos, ya será muy tarde.

El Gobierno nos confiscó los ahorros provisionales para administrar los fondos mejor que los dueños de las AFJP’s; hoy, ese dinero está en manos del Estado, financiando el déficit, y las acciones en las cuales estaba invertido sirven para que los esbirros de Kirchner, de los cuales Moreno es el comandante, sienten sus reales en los directorios, para complicar la gestión de las empresas que, a corto plazo, serán “argentinizadas” para los amigos del poder.

En un gran acto partidario, doña Cristina liberó los goles que estaban secuestrados, y anunció que no nos costaría un solo peso la ruptura de un contrato entre privados. Hoy, el circo que el Gobierno entrega a la famélica población, nos cuesta una cifra que podría mitigar gran parte, precisamente, de ese hambre.

Con gran alharaca, expropiamos -¿lo hicimos?- Aerolíneas Argentinas, a la cual habíamos vuelto inviable en manos privadas a fuerza de complicaciones gremiales fogoneadas por el Gobierno y que hoy pierde dinero a espuertas, y que –según su Presidente- lo seguirá haciendo a un ritmo alucinante hasta 2013, pero que permite que la banda gobernante use sus aviones para ir a ver un partido de fútbol a un costo que nadie puede explicar.

Asistimos, impávidos a las maratónicas sesiones legislativas mediante las cuales se sancionó la Ley de Medios, una “ley de la dictadura”, para contar, en realidad, con un mamarracho que será utilizado para dejarnos sin libertad de prensa y, a los testaferros de Kirchner, asegurando ese importante flanco para la perpetuación en el poder.

Mientras aparece en los titulares que De la Rúa irá a juicio oral por la “causa Banelco” de soborno a los senadores, cuando obtuvo la flexibilización laboral, no se nos mueve un pelo cuando los colegas actuales de aquellos corruptos confiesan, muy sueltos de cuerpo, que han sido comprados a cambio de mayor generosidad de la caja que maneja don Néstor.

No nos llama la atención que el Presidente de la UCR, esta vez acompañado por un senador del oficialismo, precisamente uno de los panqueques de la Ley de Medios, denuncia que existe en Jujuy y en otras provincias un poder fuera del Estado, que controla gran parte del mismo y al cual hasta le elige a los policías que serán incorporados, todo ello mientras hacen uso y abuso de armas. Hay trascendidos que hablan del otorgamiento de 500 permisos de portación a los miembros de Tupac Amaru.

No nos impresiona que la primera espada callejera del Gobierno, el inefable odiador de blancos, se abrace en un acto público, convocado para denigrar al Senador Morales, con el delincuente Esteche, autor de innumerables desmanes al frente de su Quebracho.

Nada hacemos cuando la propia Iglesia católica, que comparte, a través de Cáritas la vida en el Conurbano, se alarma por noticias que dan cuenta de similares y más numerosas presencias armadas en la zona que, por el hacinamiento y la miseria, es el peor polvorín de la Argentina.

Nadie se inmuta cuando se nos informa que no solamente la pareja imperial se ha enriquecido sin explicación durante su gestión –pese a que lo que aparece es sólo la punta del iceberg- sino que los secretarios privados de doña Cristina tienen el desparpajo de construirse mansiones de un millón de dólares.

¿Se han visto manifestaciones numerosas reclamando políticas contra el inexorable retorno del dengue y de la gripe el próximo verano y el Estado nacional mira para otro lado?

Circulan, diariamente, videos por la red que muestran el modo en que nuestros compatriotas viven en el NOA y en el NEA argentinos, rodeados de la miseria más abismal, de la inexistencia de un sistema educativo y sanitario adecuados o, al menos, existente, y nada hacemos al respecto.

Comentamos, con gracia, en las reuniones sociales los trascendidos de denuncias de corrupción gigantesca contra Kirchner, su mujer, sus funcionarios, sus testaferros y sus cómplices de toda laya, pero no reclamamos por una Justicia independiente que nos garantice la desarticulación de este sistema perverso.

¿Hasta cuándo conservaremos esta pasividad?

Cada uno de nosotros es cómplice de todo esto, cuando violamos a diario las leyes que nos hemos dado para convivir como una sociedad organizada. Y esa lenidad para juzgarnos a nosotros mismos, y a los demás, nos hace proclives a tolerar todo.

Porque, recordemos, cada vez que un funcionario recibe una coima hay, del otro lado, alguien que la paga, y traslada ese costo al precio de la obra o del servicio.

Pero, ¿somos concientes que así estamos convirtiendo a Argentina en un país inviable?

En estas condiciones, y más allá de los paliativos que el Gobierno encuentre a la crisis fiscal, ¿de dónde saldrán las inversiones sin las cuales no habrá progreso ni desarrollo posibles?

¿Alguien, en su sano juicio, sea argentino o extranjero, estará dispuesto a traer su dinero a la mesa de ruleta en que se ha transformado este país de locos?

Con una Justicia verdaderamente independiente, todo es posible; sin ella, nada.

Pensemos, como ejemplo, que los funcionarios fueran llevados ante sus estrados cada vez que dejan un cargo, para rendir cuentas de su patrimonio y de la forma en que han ejercido su gestión.

Imaginemos un país donde nuestros representantes tuvieran que dar cuenta, ante severos e incorruptos jueces, acerca del respeto a los mandatos recibidos o a las promesas formuladas en la campaña.

Soñemos con un país que respete a tal punto su Constitución que la Justicia garantice los derechos fundamentales que la misma incluye. Cada argentino tendría trabajo, todos se educarían, la salud sería lo normal, y todos contarían con una casa, aún modesta.

Argentina, ¡despierta de una vez!. Deja de pensar que la cumbre de la literatura universal es la historia de Alí Babá y vuelve a algo tan sencillo como las obras de Alberdi, de Sarmiento, de los tipos que dedicaron su vida a pensar nuestro país, y lo llevaron a la práctica.

Si no lo hacemos, convertiremos en realidad a ese sketch de televisión en que Tato Bores se disfrazaba de arqueólogo y describía estudios que permitían suponer que, en este territorio, hubo una vez una Nación.

Bs.As.,23 Oct 09
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