Aprovechar la mala fama
Ayer, el ex Honorable Congreso, sancionó la ley que, en una de sus muy malas estipulaciones, otorga a los lavadores de dinero, producto del tráfico de drogas y de la corrupción, una plataforma para ingresar a nuestro país, con un amplio e indiscriminado silencio acerca del origen de esos fondos.
El argumento del Gobierno y de sus legisladores ‘sí-Néstor’ que vincula la norma con la repatriación de capital argentinos fugados de Argentina a lo largo de decenas de años es totalmente falaz y mentiroso, ya que la forma en que el artículo en cuestión está redactado excluye, por completo, la inocencia y la ingenuidad de sus impulsores.
Los argentinos que se llevaron el dinero –y hoy lo hacen a un ritmo superior al 2001- lo hicieron, básicamente, por la inexistencia de seguridad jurídica y por la voracidad fiscal de nuestros sucesivos gobiernos. Y la pareja conformada por Néstor y Cristina no son, precisamente, los más aptos ni creíbles como para invertir el rumbo de ese dólar-ducto que, día a día, empobrece y achica nuestra economía.
La tan justificada desconfianza de nuestros ciudadanos, motivada en las sucesivas confiscaciones y disparates a los que han visto sometidos sus ahorros (léase ‘ahorro patriótico’, ‘bonos azul y blancos’, ‘corralito’, ‘corralón’, devaluaciones, ‘pesificaciones asimétricas’, etc.), no cambiará por la simple sanción de una ley. Baste recordar que este mismo ex H° Congreso sancionó, a fines de 2001, una curiosísima ley que decía que la ley sería respetada; me refiero a la Ley de Intangibilidad de los Depósitos, un mamarracho más de una larga serie, y que, además, fue violada a los pocos días.
Entonces, ¿a quiénes se busca atraer? Muy simple: a capos de los carteles de la droga, que hoy son acorralados en el mundo financiero internacional, y a los amigos del Gobierno –Kirchner y los intereses de los fondos de Santa Cruz incluidos- que, de la noche a la mañana, han nacido, inexplicablemente, en lo más alto del firmamento económico nacional.
Ayer, como dije, los senadores ‘sí-Néstor’, como habían hecho la semana anterior los diputados ‘sí-Néstor’, sancionaron este peligroso adefesio, que nos aísla aún más, si cabe, del mundo civilizado.
Y, a partir de ahora, al menos en el imaginario gubernamental, afluirán a nuestras costas esos nuevos capitales inmigrantes, venidos de no se sabe dónde y nacidos no se sabe por qué, a reactivar nuestra alicaída economía, tan vulnerable –pese a que “aquí estamos, de pie, en medio de una crisis generada en otros país” (Cris dixit)- y permitirnos continuar creciendo y rearfirmando el modelo ¿“de inclusión”? de don Néstor.
La fragmentada oposición nada pudo hacer para evitar este nuevo dislate gubernamental.
¿Qué nos queda, entonces? Mi receta es muy simple: aprovechemos nuestra mala fama.
Todo el arco político opositor y decente, más la Iglesia y los líderes de las comunidades religiosas, deben suscribir un comunicado informando, urbi et orbi, que, cuando llegue el anhelado octubre y, con él, la derrota electoral de esta verdadera banda de ladrones, esta ley será revisada, en cumplimiento de los acuerdos internacionales que Argentina ha suscripto, y los capitales que hubieran llegado hasta entonces sin declarar su origen serán confiscados.
¿No les parece que creerán los lavadores en ese comunicado? ¿No hemos dado sobradas muestras de nuestra falta de respeto por los precedentes y por las normas y leyes vigentes? Si hacemos lo que propongo, hasta los lavadores se cuidarán muy bien de traer esos fondos y, con ello, nos ahorraremos, sólo tal vez, un destino comparable a las tristísimos realidades de México, Colombia y las favelas brasileñas.
He dicho, en reiteradas oportunidades, que agradezco a la pareja imperial que, haciéndome recuperar diariamente mi capacidad de asombro, me mantiene joven. Debo agregar a los destinatarios de mi agradecimiento a la comunidad en general, que ha mirado impertérrita como confiscan sus cuentas de ahorro en las AFJP’s, como cooptan al Consejo de la Magistratura, como quitan facultades a la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, como ejerce el verdadero poder quien no fue elegido, y un largísimo etcétera.
Buenos Aires, 19 de diciembre de 2008.-
Ayer, el ex Honorable Congreso, sancionó la ley que, en una de sus muy malas estipulaciones, otorga a los lavadores de dinero, producto del tráfico de drogas y de la corrupción, una plataforma para ingresar a nuestro país, con un amplio e indiscriminado silencio acerca del origen de esos fondos.
El argumento del Gobierno y de sus legisladores ‘sí-Néstor’ que vincula la norma con la repatriación de capital argentinos fugados de Argentina a lo largo de decenas de años es totalmente falaz y mentiroso, ya que la forma en que el artículo en cuestión está redactado excluye, por completo, la inocencia y la ingenuidad de sus impulsores.
Los argentinos que se llevaron el dinero –y hoy lo hacen a un ritmo superior al 2001- lo hicieron, básicamente, por la inexistencia de seguridad jurídica y por la voracidad fiscal de nuestros sucesivos gobiernos. Y la pareja conformada por Néstor y Cristina no son, precisamente, los más aptos ni creíbles como para invertir el rumbo de ese dólar-ducto que, día a día, empobrece y achica nuestra economía.
La tan justificada desconfianza de nuestros ciudadanos, motivada en las sucesivas confiscaciones y disparates a los que han visto sometidos sus ahorros (léase ‘ahorro patriótico’, ‘bonos azul y blancos’, ‘corralito’, ‘corralón’, devaluaciones, ‘pesificaciones asimétricas’, etc.), no cambiará por la simple sanción de una ley. Baste recordar que este mismo ex H° Congreso sancionó, a fines de 2001, una curiosísima ley que decía que la ley sería respetada; me refiero a la Ley de Intangibilidad de los Depósitos, un mamarracho más de una larga serie, y que, además, fue violada a los pocos días.
Entonces, ¿a quiénes se busca atraer? Muy simple: a capos de los carteles de la droga, que hoy son acorralados en el mundo financiero internacional, y a los amigos del Gobierno –Kirchner y los intereses de los fondos de Santa Cruz incluidos- que, de la noche a la mañana, han nacido, inexplicablemente, en lo más alto del firmamento económico nacional.
Ayer, como dije, los senadores ‘sí-Néstor’, como habían hecho la semana anterior los diputados ‘sí-Néstor’, sancionaron este peligroso adefesio, que nos aísla aún más, si cabe, del mundo civilizado.
Y, a partir de ahora, al menos en el imaginario gubernamental, afluirán a nuestras costas esos nuevos capitales inmigrantes, venidos de no se sabe dónde y nacidos no se sabe por qué, a reactivar nuestra alicaída economía, tan vulnerable –pese a que “aquí estamos, de pie, en medio de una crisis generada en otros país” (Cris dixit)- y permitirnos continuar creciendo y rearfirmando el modelo ¿“de inclusión”? de don Néstor.
La fragmentada oposición nada pudo hacer para evitar este nuevo dislate gubernamental.
¿Qué nos queda, entonces? Mi receta es muy simple: aprovechemos nuestra mala fama.
Todo el arco político opositor y decente, más la Iglesia y los líderes de las comunidades religiosas, deben suscribir un comunicado informando, urbi et orbi, que, cuando llegue el anhelado octubre y, con él, la derrota electoral de esta verdadera banda de ladrones, esta ley será revisada, en cumplimiento de los acuerdos internacionales que Argentina ha suscripto, y los capitales que hubieran llegado hasta entonces sin declarar su origen serán confiscados.
¿No les parece que creerán los lavadores en ese comunicado? ¿No hemos dado sobradas muestras de nuestra falta de respeto por los precedentes y por las normas y leyes vigentes? Si hacemos lo que propongo, hasta los lavadores se cuidarán muy bien de traer esos fondos y, con ello, nos ahorraremos, sólo tal vez, un destino comparable a las tristísimos realidades de México, Colombia y las favelas brasileñas.
He dicho, en reiteradas oportunidades, que agradezco a la pareja imperial que, haciéndome recuperar diariamente mi capacidad de asombro, me mantiene joven. Debo agregar a los destinatarios de mi agradecimiento a la comunidad en general, que ha mirado impertérrita como confiscan sus cuentas de ahorro en las AFJP’s, como cooptan al Consejo de la Magistratura, como quitan facultades a la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, como ejerce el verdadero poder quien no fue elegido, y un largísimo etcétera.
Buenos Aires, 19 de diciembre de 2008.-
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