¿Por qué no preguntan?
Hace varios días, un respetadísimo amigo me llamó para sugerirme la creación de un sitio en Internet para reunir las “preguntas que faltaron” en reportajes a los políticos. La idea era que fuera interactivo, es decir, que los lectores incluyeran sus propios temas pendientes.
Me falta tiempo para hacerlo, pese a que creo que es una excelente idea. Es más, a mí mismo, que soy un consumidor compulsivo de programas políticos, se me ocurrieron varias de esas preguntas faltantes.
Ejemplo 1: en casi todos los programas de televisión, entrevistan y cuestionan a Francisco de Narváez por tres llamados que, aparentemente, habría realizado un traficante de efedrina, muy recientemente sindicado como tal, al celular de un empleado suyo, hace tres años.
Lo mismo sucede -¡qué país curioso!- cuando entrevistan a Faggionato Márquez, el Juez federal que tiene a su cargo la investigación del caso de la efedrina. El magistrado no hesita antes de decir públicamente que De Narváez “no va a zafar” tan fácilmente, pese a haberlo citado tan sólo como testigo.
Sin embargo, no he visto a ningún periodista o analista político preguntar, a ese mismo juez, que tan diligentemente parece estar actuando frente a un candidato opositor, cómo está progresando la investigación acerca de la financiación de esos mismos traficantes de drogas a la campaña de doña Cristina, hecho que, a diferencia de las llamadas, se encuentra plenamente probado.
Ejemplo 2: en campaña, todos los candidatos corren verdaderos maratones para estar presentes en todos los programas de televisión y radio posibles. A tal punto que, los domingos, nadie se explica cómo hacen para terminar una entrevista en Canal 26 y, cinco minutos después, estar en Canal 2.
En esos casos, espadas oficialistas tan emblemáticas como Massa, Depetri y hasta Alberto Fernández (el hijo pródigo) realizan enormes esfuerzos para convencer a los televidentes-electores acerca de la necesidad de profundizar el “modelo de acumulación con inclusión”.
Por supuesto, en medio de esta crisis, local y luego internacional, que ha desatado inflación, pobreza e indigencia, y genera despidos masivos y encubiertos, resultan más patéticos los dirigentes sindicales y sociales, que se ven obligados a defender lo indefendible, pese al costo que ello implica para sus representados.
Sin embargo, no he visto a ningún periodista o analista político preguntar a esos informales voceros del Gobierno cómo piensan que éste garantizará, en el futuro, el cobro de las jubilaciones, ya que los préstamos o aportes de la ANSES se hacen a tasas muy negativas, respecto a la inflación real.
Tampoco he visto que inquieran, en este momento en que el Gobierno ya no sabe qué caja manotear para hacerse de fondos, acerca del destino de los dólares de Santa Cruz, que Kirchner se llevó del país hace nada menos que 16 años y sobre los cuales nadie ha dado verdaderas explicaciones.
Ejemplo 3: Como dije, Massa, con certeza el ministro más presentable de este Gobierno, concurre a una gran cantidad de programas, donde habla de veredas, calles, cloacas, etc., como buen intendente que es.
También defiende la continuidad de este “modelo” y habla de generación de empleo, de redistribución de riqueza y, en general, de todos los tópicos habituales del discurso oficialista.
He visto que se le pregunta, reiteradamente, por los efectos de “El Gran Cuñado” y la influencia del humor político sobre la realidad.
Sin embargo, no he visto a ningún periodista o analista político preguntar a este encantador joven cuál es la razón, si el “modelo” no hacía agua ya desde fines de 2006, muchísimo antes de la crisis internacional, por qué Kirchner mandó entonces a intervenir y destruir el Indec, falseando todos los datos, en especial los de pobreza e indigencia y, consecuentemente, impidiendo asistir a esos sectores caídos de su “modelo”.
Tampoco he visto que confronten su discurso productivista y optimista con el brutal derrumbe que el Gobierno ha impuesto voluntariamente al interior, no sólo al campo, provocando con ello una caída sustancial en las exportaciones y que obligará a importar, el año próximo, trigo y carne.
Lo mismo ocurre cuando se omite inquirir acerca de la razón que evita a los empresarios del juego y a los beneficiarios de rentas financieras pagar verdaderos impuestos.
O cuál fue el verdadero motivo para que, invocando la necesidad de una búsqueda de consensos, doña Cristina vetara la Ley de Protección a los Glaciares, unánimemente sancionada por el Congreso.
Ejemplo 4: se invita a los gerentes del oficialismo en el Poder Legislativo –léase, Picheto y Rossi- a programas de todo tipo; sin embargo, no se les pregunta por qué, en el tema de los glaciares, los bloques oficialistas que, como digo, votaron esa ley, no insistieron –un resorte constitucional- para que la misma fuera promulgada.
Tampoco he visto que se le pregunte al primero de ellos sobre el papelón que su obediencia debida a Olivos lo hizo hacer en el tema de la declaración de emergencia sanitaria por el dengue, cuando la votación fue postergada, según él por breve lapso, pese a que tenía dictamen favorable de la comisión respectiva, en la cual el oficialismo tiene mayoría. De más está decir que ese “breve lapso” aún no ha terminado.
Ejemplo 5: no he visto, ni oído, que se pregunte a ningún funcionario acerca de las manifestaciones del inefable Hugo Chávez acerca del necesario camino a la revolución socialista, tan aplaudidas por doña Cristina en la Casa de Gobierno, incluidas aquellas vinculadas a las restricciones a la libertad de prensa.
Ejemplo 6: se invita a todo tipo de ciudadanos y funcionarios a hablar de la morosidad y de la lenidad de la Justicia, y todos por igual reclaman mayor celeridad a los jueces; un buen ejemplo en la materia es la Diputada Diana Conti que, con su estilo confrontativo de perdonavidas, se pasea a su aire por cuanto programa puede, convocada por ser la garante de la “pax judiciales” para los Kirchner y sus cómplices.
Sin embargo, nunca oí que se le preguntara respecto a esos mismos vicios de la Justicia cuando se producen en las causas por corrupción de los miembros de este Gobierno, incluyendo a don Néstor, don De Vido o don Jaime. Todos ellos arrastran pesadas denuncias en su contra y, pese a ello, los expedientes duermen el sueño de los justos en los cajones de Comodoro Py.
Tan pronto disponga de un minuto, pondré en marcha el portal sugerido, pues las “preguntas que faltaron” son muchas, y no sólo a los voceros del Gobierno.
En materia de periodismo escrito, radial o televisivo, el apotegma que dice que cada medio responde a la línea editorial del dueño de la emisora o del diario, o al interés de éste, es verdadero, pero no puede ser de otro modo.
Eso puede explicar la complacencia de Telefé o de Radio 10 con Kirchner, pero no puede hacerlo con todos los periodistas y con todos los medios, que han dejado tantas preguntas sin formular. Y la “buena educación”, que exigiría no incomodar a un invitado, no resulta aplicable al caso.
Es cierto que hoy disponemos de Internet, un lugar en el que se pueden expresar todas las opiniones, puesto que la creación de un portal o un blog no requiere de inversión alguna, y donde la libertad puede ser ejercida casi sin cortapisas.
Pero creo que tenemos que ser más exigentes con el periodismo, en todas sus vertientes y variantes, y obligarlo a obtener las respuestas que la ciudadanía demanda. De eso se trata la democracia.
Bs.As., 18 May 09
Hace varios días, un respetadísimo amigo me llamó para sugerirme la creación de un sitio en Internet para reunir las “preguntas que faltaron” en reportajes a los políticos. La idea era que fuera interactivo, es decir, que los lectores incluyeran sus propios temas pendientes.
Me falta tiempo para hacerlo, pese a que creo que es una excelente idea. Es más, a mí mismo, que soy un consumidor compulsivo de programas políticos, se me ocurrieron varias de esas preguntas faltantes.
Ejemplo 1: en casi todos los programas de televisión, entrevistan y cuestionan a Francisco de Narváez por tres llamados que, aparentemente, habría realizado un traficante de efedrina, muy recientemente sindicado como tal, al celular de un empleado suyo, hace tres años.
Lo mismo sucede -¡qué país curioso!- cuando entrevistan a Faggionato Márquez, el Juez federal que tiene a su cargo la investigación del caso de la efedrina. El magistrado no hesita antes de decir públicamente que De Narváez “no va a zafar” tan fácilmente, pese a haberlo citado tan sólo como testigo.
Sin embargo, no he visto a ningún periodista o analista político preguntar, a ese mismo juez, que tan diligentemente parece estar actuando frente a un candidato opositor, cómo está progresando la investigación acerca de la financiación de esos mismos traficantes de drogas a la campaña de doña Cristina, hecho que, a diferencia de las llamadas, se encuentra plenamente probado.
Ejemplo 2: en campaña, todos los candidatos corren verdaderos maratones para estar presentes en todos los programas de televisión y radio posibles. A tal punto que, los domingos, nadie se explica cómo hacen para terminar una entrevista en Canal 26 y, cinco minutos después, estar en Canal 2.
En esos casos, espadas oficialistas tan emblemáticas como Massa, Depetri y hasta Alberto Fernández (el hijo pródigo) realizan enormes esfuerzos para convencer a los televidentes-electores acerca de la necesidad de profundizar el “modelo de acumulación con inclusión”.
Por supuesto, en medio de esta crisis, local y luego internacional, que ha desatado inflación, pobreza e indigencia, y genera despidos masivos y encubiertos, resultan más patéticos los dirigentes sindicales y sociales, que se ven obligados a defender lo indefendible, pese al costo que ello implica para sus representados.
Sin embargo, no he visto a ningún periodista o analista político preguntar a esos informales voceros del Gobierno cómo piensan que éste garantizará, en el futuro, el cobro de las jubilaciones, ya que los préstamos o aportes de la ANSES se hacen a tasas muy negativas, respecto a la inflación real.
Tampoco he visto que inquieran, en este momento en que el Gobierno ya no sabe qué caja manotear para hacerse de fondos, acerca del destino de los dólares de Santa Cruz, que Kirchner se llevó del país hace nada menos que 16 años y sobre los cuales nadie ha dado verdaderas explicaciones.
Ejemplo 3: Como dije, Massa, con certeza el ministro más presentable de este Gobierno, concurre a una gran cantidad de programas, donde habla de veredas, calles, cloacas, etc., como buen intendente que es.
También defiende la continuidad de este “modelo” y habla de generación de empleo, de redistribución de riqueza y, en general, de todos los tópicos habituales del discurso oficialista.
He visto que se le pregunta, reiteradamente, por los efectos de “El Gran Cuñado” y la influencia del humor político sobre la realidad.
Sin embargo, no he visto a ningún periodista o analista político preguntar a este encantador joven cuál es la razón, si el “modelo” no hacía agua ya desde fines de 2006, muchísimo antes de la crisis internacional, por qué Kirchner mandó entonces a intervenir y destruir el Indec, falseando todos los datos, en especial los de pobreza e indigencia y, consecuentemente, impidiendo asistir a esos sectores caídos de su “modelo”.
Tampoco he visto que confronten su discurso productivista y optimista con el brutal derrumbe que el Gobierno ha impuesto voluntariamente al interior, no sólo al campo, provocando con ello una caída sustancial en las exportaciones y que obligará a importar, el año próximo, trigo y carne.
Lo mismo ocurre cuando se omite inquirir acerca de la razón que evita a los empresarios del juego y a los beneficiarios de rentas financieras pagar verdaderos impuestos.
O cuál fue el verdadero motivo para que, invocando la necesidad de una búsqueda de consensos, doña Cristina vetara la Ley de Protección a los Glaciares, unánimemente sancionada por el Congreso.
Ejemplo 4: se invita a los gerentes del oficialismo en el Poder Legislativo –léase, Picheto y Rossi- a programas de todo tipo; sin embargo, no se les pregunta por qué, en el tema de los glaciares, los bloques oficialistas que, como digo, votaron esa ley, no insistieron –un resorte constitucional- para que la misma fuera promulgada.
Tampoco he visto que se le pregunte al primero de ellos sobre el papelón que su obediencia debida a Olivos lo hizo hacer en el tema de la declaración de emergencia sanitaria por el dengue, cuando la votación fue postergada, según él por breve lapso, pese a que tenía dictamen favorable de la comisión respectiva, en la cual el oficialismo tiene mayoría. De más está decir que ese “breve lapso” aún no ha terminado.
Ejemplo 5: no he visto, ni oído, que se pregunte a ningún funcionario acerca de las manifestaciones del inefable Hugo Chávez acerca del necesario camino a la revolución socialista, tan aplaudidas por doña Cristina en la Casa de Gobierno, incluidas aquellas vinculadas a las restricciones a la libertad de prensa.
Ejemplo 6: se invita a todo tipo de ciudadanos y funcionarios a hablar de la morosidad y de la lenidad de la Justicia, y todos por igual reclaman mayor celeridad a los jueces; un buen ejemplo en la materia es la Diputada Diana Conti que, con su estilo confrontativo de perdonavidas, se pasea a su aire por cuanto programa puede, convocada por ser la garante de la “pax judiciales” para los Kirchner y sus cómplices.
Sin embargo, nunca oí que se le preguntara respecto a esos mismos vicios de la Justicia cuando se producen en las causas por corrupción de los miembros de este Gobierno, incluyendo a don Néstor, don De Vido o don Jaime. Todos ellos arrastran pesadas denuncias en su contra y, pese a ello, los expedientes duermen el sueño de los justos en los cajones de Comodoro Py.
Tan pronto disponga de un minuto, pondré en marcha el portal sugerido, pues las “preguntas que faltaron” son muchas, y no sólo a los voceros del Gobierno.
En materia de periodismo escrito, radial o televisivo, el apotegma que dice que cada medio responde a la línea editorial del dueño de la emisora o del diario, o al interés de éste, es verdadero, pero no puede ser de otro modo.
Eso puede explicar la complacencia de Telefé o de Radio 10 con Kirchner, pero no puede hacerlo con todos los periodistas y con todos los medios, que han dejado tantas preguntas sin formular. Y la “buena educación”, que exigiría no incomodar a un invitado, no resulta aplicable al caso.
Es cierto que hoy disponemos de Internet, un lugar en el que se pueden expresar todas las opiniones, puesto que la creación de un portal o un blog no requiere de inversión alguna, y donde la libertad puede ser ejercida casi sin cortapisas.
Pero creo que tenemos que ser más exigentes con el periodismo, en todas sus vertientes y variantes, y obligarlo a obtener las respuestas que la ciudadanía demanda. De eso se trata la democracia.
Bs.As., 18 May 09
Publicado en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario